Un consejo bien intencionado no necesariamente es un consejo experto

ExpressEntryVILMA FILICI / TORONTO /
En nuestra comunidad hay muchas personas que tienen la mejor intención de ayudar, pero que lamentablemente no necesariamente tienen conocimientos sobre el tema de Inmigración y por lo tanto los consejos que dan en esta materia pueden afectar de manera negativa a una persona.

También, lamentablemente, como inmigrantes traemos ciertas concepciones de nuestros países de origen, las cuales talvez fueron verdades en esos lugares y en esas épocas pero que no necesariamente funcionan en este momento y en este país.

Digo esto porque la semana pasada tuve la visita de una pareja de jóvenes de origen latinoamericano, quienes llegaron a mi oficina con dudas y temor porque recibieron consejos de personas con muy buena voluntad, tratando de ayudarlos para planificar su proceso migratorio a Canadá, pero criticándoles prácticamente todo lo que han estado haciendo aquí hasta ahora, inclusive los estudios que han forjado en este país.

Esto obviamente sucede no porque las personas tengan una mala intención, sino que suele suceder por la mala información y por las propias convicciones que muchas personas traen consigo.

En este caso concreto me refiero al plan trazado por estos jóvenes para poder eventualmente obtener la residencia permanente en Canadá, el cual está basado en el tipo de estudios que la persona debería obtener para poder lograr la residencia permanente en este país.

Estos jóvenes aun no hablan bien el idioma inglés al nivel necesario para poder hacer un trámite para la residencia permanente. Si tuvieran el nivel adecuado de idioma ya podrían haber colocado su perfil en el Programa Express Entry y esperar que al azar el Ministro de Inmigración saque su número. Sin embargo aún no están a ese nivel.

Sobre la base de esa realidad, el plan que ellos se trazaron para buscar la residencia permanente en Canadá, después de hacer mucha investigación y de consultar a personas supuestamente expertas, fue venir como estudiantes internacionales, aprender inglés, buscar la acreditación de sus estudios en su país de origen (dado que ambos son profesionales) y poner su perfil en el Programa Express Entry.

Junto a esto, planearon continuar con su plan de estudios, el cual los va a llevar a ocupaciones técnicas, para después poder obtener un permiso de trabajo, ya que los estudiantes internacionales no solamente pueden trabajar 20 horas semanales durante el tiempo en que están estudiando una carrera sino que también, al terminar esa carrera, si el curso era de un año tendrán un permiso de trabajo abierto durante un año, y si los estudios fueron por dos años o más, tendrán un permiso abierto de trabajo por tres años.

En esta lógica, cuando estos dos jóvenes terminen de estudiar o cuando terminen de trabajar, si aún no han sido invitados a solicitar la residencia permanente como trabajadores calificados, pueden poner nuevamente sus perfiles y ser invitados a presentar su solicitud para la residencia permanente como mano de obra especializada.

Al escuchar toda su explicación les dije que debían relajarse, que no se debían preocupar porque el plan que ellos trazaron es exactamente lo que yo les hubiese aconsejado hacer dado su perfil y su nivel de inglés. Se relajaron y quedaron más tranquilos, y me confiaron que un profesional les dijo que no deberían pensar en estudiar una carrera técnica sino que deberían hacer una maestría, dado que ésta tiene más valor.

En mi opinión, este tipo de consejos tiene su origen en la idiosincrasia de nuestros países de origen, donde hay un rechazo hacia los trabajadores de mano de obra especializada y hacia los obreros, y se le da preferencia y mucho estatus a las profesiones que tienen un nivel académico alto.

La realidad canadiense en términos migratorios es que efectivamente el gobierno, a partir de aproximadamente 1997, ha dado preferencia a los inmigrantes con un nivel académico alto y se ha olvidado de la mano de obra. De hecho, la afirmación clasista era: “vamos a traer a los mejores y a los más brillantes a Canadá”, pero lamentablemente se ha creado un grupo de nuevos inmigrantes con un nivel académico muy alto que no pueden encontrar trabajo porque no hay oportunidades de empleo en sus áreas. Y hay que tener en cuenta que muchos estudiantes canadienses que llegan a la universidad también creen que una maestría o un doctorado les da mayor estatus que una carrera técnica.

En consecuencia, tenemos una enorme cantidad de personas con profesiones con un nivel académico altísimo que no pueden conseguir trabajo, y simultáneamente tenemos un vacío relativamente preocupante, a nivel nacional, de personas que puedan trabajar en todas las áreas técnicas, ya sea en negocios, industria, servicios, etc.

En Canadá hay una demanda de técnicos, y al contrario de lo que sucede en nuestros países de origen, donde los técnicos en términos monetarios ganan mucho menos que los profesionales, en Canadá una persona especializada en una carrera técnica puede llegar a ganar entre 35 y 80 dólares la hora, son respetados, hay demanda para su trabajo y en su mayoría al terminar sus estudios pueden encontrar empleo.

Sobre la base del caso de esta pareja de jóvenes, quiero reflexionar que incluso talvez en nuestros propios países las cosas ya hayan cambiado, que ya hayan evolucionado, pero que nosotros eventualmente podemos habernos quedado estancados en el momento histórico en el que salimos para Canadá, y queremos continuar viviendo de la misma manera que se vivía por ejemplo, en mi país, hace 43 años cuando yo inmigré a Canadá.

En ese sentido es importante reconocer que muchísimas cosas han cambiado desde entonces y que por lo tanto, cuando aconsejemos a un amigo o a un pariente, tratemos de hacerlo desde la perspectiva canadiense y no desde las concepciones que traemos inculcadas tradicionalmente desde nuestros países de origen.

Y para las personas que andan buscando ayuda, investigando cuál es la mejor manera de poder trazar una estrategia para lograr la residencia permanente en Canadá, no deben poner mucha atención a las personas que no son verdaderamente profesionales en materia migratoria. Estas con seguridad tienen muy buenas intenciones, pero no están preparadas en la materia y los pueden guiar de una forma equivocada.