FRANCISCO REYES / TORONTO /
Decenas de personas, entre ellas muchísimos jóvenes de la segunda generación de inmigrantes latinos a Canadá, se hicieron presentes a la exhibición itinerante que presentó en Toronto el Museo de la Memoria de Chile, el cual documenta atrocidades que se busca nunca más vuelvan a suceder.
La exhibición itinerante del Museo de la memoria y de los Derechos Humanos de Chile culminó exitosamente la tarde del pasado viernes en esta ciudad.
La muestra atrajo a un concurrido número de personas de las diferentes comunidades étnicas de Toronto, deseosas de conocer en forma gráfica los trágicos acontecimientos acaecidos en Chile desde el golpe de Estado, el 11 de septiembre de 1973, hasta la recuperación de la democracia, el 11 de marzo de 1990.
La exposición rodante, llevada a cabo del miércoles 24 al viernes 26 de junio en el Centro Cultural Beit Zatoun, en su recorrido por algunas de las grandes urbes canadienses, tiene como principal objetivo dar a conocer las violaciones sistemáticas de los derechos humanos cometidas por los militares y sus aliados durante ese oscuro y oprobioso capítulo de la historia de Chile, así como evitar la repetición de hechos que comprometen la dignidad de las personas, según explicó la psicóloga Carmen Gloria Quintana, agregada científica de la embajada de su país en Ottawa.
La secuencia gráfica de la exhibición en Toronto recoge, en afiches y fotos, pasajes dolorosos y aterradores de la vida política chilena durante los 17 años de gobierno militar encabezado por el general golpista Augusto Pinochet, en que decenas de miles de víctimas inocentes y de desafectos al régimen dictatorial fueron perseguidos, encarcelados, torturados, asesinados, desaparecidos o, de manera violenta, obligados a salir del país.
Muchos de los que lograron escapar de las persecuciones se radicaron en las grandes ciudades canadienses de Toronto, Montreal, Calgary, Edmonton y Vancouver, donde hallaron protección para rehacer sus vidas.
“Si algo positivo tuvo este horrendo período fue que sirvió para dar a conocer a Chile al mundo, dondequiera que llegaban los refugiados, denunciando las atrocidades cometidas por los militares”, expresó uno de los asistentes a la clausura de la muestra.
“Eso tenía que pasarnos, porque el gobierno de Salvador Allende no fue ‘obediente’ con la Anaconda Copper Mining Company, de nacionalizar el cobre. Fue el precio que tuvimos que pagar por no querer seguir arrodillados al capitalismo”, agregó.
En sus charlas y videos del miércoles 24 y el jueves 25, Ricardo Brodsky, director del museo, en compañía de María Luisa Ortiz, jefa de Colecciones e Investigaciones, logró atraer a un público joven deseoso de conocer la historia de la institución y de los hechos abominables acaecidos durante la dictadura.
La colección de afiches y de fotos , restringidas para las publicaciones de prensa, recogen fragmentos de situaciones difíciles por los que atravesó el pueblo chileno, tales como, entre otros, la de los detenidos en el Estadio Nacional, donde estuvo el cantautor Víctor Jara; las golpizas propinadas por los militares a ciudadanos en las calles a plena luz del día, los allanamientos en la población de La Victoria, la liberación de prisioneros del campamento los Álamos, de personas rumbo al exilio en el Aeropuerto de Santiago y de los 119 detenidos-desaparecidos entre el 22 y el 24 de junio de 1975.
Al ser cuestionada sobre la impresión causada por la muestra, la ex enfermera del Hospital Regional de Concepción, identificada sólo como Brunilda, dijo que “es parte de la historia de nuestro país, de lo que fue Chile. Es una lección para que los jóvenes aprendan a defender los derechos humanos”.
Mitzi Concha, una de las organizadoras de la exposición en Toronto, dijo que la exhibición “muestra una parte de los sufrimientos y tragedias ocurridas a raíz del golpe. Es la primera vez que una muestra de esa naturaleza sale del museo en Chile y se lleva a un país tan importante en lo que se refiere al mundo étnico, como es Canadá”.
Agregó que la exposición ha cumplido con sus objetivos “más allá de lo presupuestado, porque ha asistido mucha gente que no necesariamente vivió el golpe de Estado. Me llamó la atención ver a muchos jóvenes nacidos aquí o que eran muy pequeños cuando llegaron de Chile y hoy siguen interesados en conocer y estar al día sobre lo que esto (el golpe) significa, haciendo preguntas”.
Sin embargo, fue un poco dura en cuanto a la participación de la comunidad en general. “Me hubiese gustado ver a más latinoamericanos. Me llamó la atención no ver a los salvadoreños, con quienes siempre hemos tenido trabajos en conjunto. No obstante, muchas personas nos mostraron su solidaridad”, apuntó.
El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos se define a sí mismo como un espacio destinado a dar visibilidad a las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado de Chile entre 1973 y 1990; a dignificar a las víctimas y a sus familias; y a estimular la reflexión y el debate sobre la importancia del respeto y la tolerancia, para que estos hechos nunca más se repitan.