POR GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Por increíble e irreal que parezca, la nación más poderosa del planeta está a la deriva, y si los pronósticos llegasen a cumplirse, todo apunta a que el populismo de extrema derecha estará de regreso con nuestros vecinos del Sur, con su mejor expresión el expresidente Míster Donald J. Trump.
A muy pocos días de cumplirse el tercer aniversario cuando un grupo de revoltosos de ultraderecha atacaron el Congreso Estadounidense, la noticia en los principales medios informativos ha sido la inminente victoria de Míster Trump en la mayoría de las elecciones primarias del partido Republicano ante la casi nula competencia interna. En pocas palabras, NO hay figuras prominentes que puedan pelear con el exgobernante, algo difícil de creer.
De continuar al ritmo que lleva el instigador en jefe – o sea Mr. Trump- en estas primarias es poco probable que la única candidata en la contienda pueda alcanzar los números necesarios para derrotarlo en las primarias, por lo que es inminente su proclamación como candidato republicano para las elecciones de este próximo mes de noviembre.
Recuerdo claramente que hace aproximadamente ocho años atrás, en este mismo espacio, escribí una columna sobre lo improbable que parecía que una figura como Donald Trump pudiera ser candidato republicano y, mucho menos, llegar a la presidencia de esa nación. Big mistake como diríamos en Inglés, o como diría el famoso Facundo Cabral “lo peor que puede haber es un idiota con iniciativa”. Y sin discusión este es el mejor ejemplo.
Llama mucho la atención cómo el panorama electoral estadounidense se ha transformado de manera extrema en los últimos tres años, con un Donald Trump más beligerante que nunca pese a haber sido acusado en tribunales de justicia más veces que el histórico jefe mafioso Al Capone. Sin embargo, millones de personas lo siguen respaldando en su segunda carrera presidencial.
Hace ocho años nos atrevimos a especular que una figura tan ególatra, mentirosa, abusador de mujeres, entre otros epítetos, como Donald Trump, no podría ser respaldado por un electorado más culto o pragmático y que casi siempre trataba de balancear la distribución del poder. Es claro que nuestra lectura no tomó en cuenta muchos factores que por décadas permanecieron dormidos pero que el Trumpismo despertó a base de discursos de odio y antiinmigrantes.
Pero esta ecuación no podría estar completa sin el deslucido-opaco-anticuado papel que el partido demócrata ha jugado en estos últimos tres años con Joe Biden, cuya presidencia hace agua por muchos flancos, principalmente en el campo económico, y que pese a ello el mismo gobernante pretende buscar la reelección aun y cuando los números no le benefician.
Detrás de este escenario gris en la política estadounidense también vienen a la memoria muchos otros líderes de nuestros países latinoamericanos, quienes han copiado el estilo de Trump y que contra todo pronóstico han triunfado con discursos populistas respaldos por electores cansados de la inefectividad y falsas promesas de gobernantes que supuestamente harían mucho más por sus pueblos.