HORACIO TEJERA / TORONTO /
Si alguien pretendiera analizar en detalle los diferentes planos y las diferentes aristas de ese multicolor paquete de sorpresas que se abrió la noche del domingo 19/11 en la política chilena, no nos alcanzarían las páginas, y, por supuesto, tampoco bastaría la capacidad de análisis de quien esto escribe.
Pero siempre es excitante abrir paquetes con sorpresas, en especial en esta época del año, así que podríamos repasar algunos de esos planos mientras nos mordemos las uñas en espera de los resultados del ballotage del 17 de diciembre.
Comencemos por el plano de la implosión del status quo de las estructuras partidarias, porque es un fenómeno recurrente en estos últimos años en diferentes regiones del mundo y porque podría ser –¿why not?- una enseñanza inspiradora para algunos actores de la política canadiense. Para decirlo con palabras de un famoso predictor: todo lo sólido se desvanece en el aire.
Dentro de la izquierda chilena, la definitivamente esclerosada y voluntariosamente tibia Nueva Mayoría reducida a un 22% mientras el Frente Amplio, formado al calor de las luchas juveniles callejeras en contra de la educación privatizada y el egoísmo institucionalizado recogen un 20%, cambia toda posible ecuación de alianzas para el futuro.
Ya no se tratará de una fuerza de izquierda radical pero minoritaria que debe sumarse a las posiciones centristas de una mayor, sino de dos interlocutores que deberán –si quieren y saben hacerlo- reconocerse como mutuamente necesarios y negociar en pie de igualdad.
Lo que en España no fue capaz de entender el PSOE en su relación con Podemos, debería entenderlo esta Nueva Mayoría que corrió el serio riesgo de ser relegada a una tercera posición. Las reformas de la era Bachelet no fueron capaces de convencer ni entusiasmar, y posiblemente este sea el momento para entender que el entusiasmo y el convencimiento necesitan savia joven, más arrojo intelectual, y mayores niveles de honestidad y decencia. Vino nuevo en odres nuevos como dicen que aconsejaba Cristo.
En el otro extremo del espectro, la irrupción de una fuerza declaradamente reaccionaria y pinochetista con un nada despreciable 10% de los votos, seguramente obligará a que Sebastián Piñera (cuyo 36% de apoyos ha quedado muy lejos del 44% que le auguraban las encuestas), deba negociar con ella. Para ello deberá retirarse del centro en el que deseó ser visualizado y asumirse, sin sobresaltos, como el representante nítido del clericalismo y el heredero sin complejos de la derecha post golpista.
El resultado neto ha sido un claro corrimiento del electorado hacia la derecha y la izquierda, desertificando y quitándole vida a un centro en el que, con un 6%, ha quedado la Democracia Cristiana, arrinconada contra sí misma.
Otro de los planos que merece ser interpretado por quienes sepan hacerlo es el de la abstención. Si la aparición de lo que pretende ser una Nueva Izquierda acerca lo sucedido en Chile a lo que ya hemos podido ver en España con Podemos, en Inglaterra con Jeremy Corbin, en EE. UU. con Bernie Sanders, en Francia con Jean-Luc Mélenchon o en Islandia con Katrín Jacobsdótiir, el nivel de abstencionismo, que alcanzó el 53%, también tiene su correlato en lo que sucede globalmente y augura estructuras y alianzas frágiles y volátiles.
Las democracias, a contrario sensu de lo que parece ser el credo en el mundo anglosajón, no son reales si no están basadas en una participación efectiva. Y un sistema en el que la mitad de la población no tiene interés en incidir en lo que serán las decisiones que la afecten o (lo que es aún peor) no cree que incidir sea posible, evidencia que el vaciamiento de contenido de las estructuras políticas ha llegado a un límite que lo vuelve peligroso. La apatía y el descreimiento son corrosivos y de ellos sólo se puede esperar desesperanza, resentimiento y retroceso.
Un tercer plano, que vale mencionar porque también es algo que pudo verse una y otra vez a nivel internacional, es el del papel de las encuestas no como predictoras de lo que habrá de suceder sino como orientadoras del voto. Para la mayor parte de los analistas, parece claro que, si los sondeos previos no le hubieran dado al Frente Amplio un 8% de intención de voto, mostrándolo de ese modo como una opción sin posibilidades de competir, el segundo lugar podría haber sido suyo.
Mucho podría decirse y mucho se dirá en el futuro de este momento que ya está siendo calificado como el mayor cimbronazo de la política chilena desde la recuperación democrática, pero esta nota desea terminar con el recuerdo de otra, escrita para El Centro News hace unos pocos meses, dando cuenta de la primera reunión de simpatizantes de la fuerza política emergente, aquí, en Toronto.
Fue un encuentro enternecedor por lo desproporcionado del desafío, por la distancia enorme entre voluntad y recursos, por el abismo que se vislumbraba entre el Poder y la resistencia.
Y así son las cosas humanas algunas veces… A veces se puede contra toda predicción. No pasa siempre, no es ineluctable ni una ley de la historia. Pero a veces se puede. Consiguieron un lugar desde donde desafiar lo viejo. Y hay que disfrutarlo.