FRANCISCO REYES / TORONTO /
El largo feriado del pasado fin de semana marcó el fin de las vacaciones de verano y el inicio del año académico 2016-2017 en todas las escuelas públicas y privadas de Canadá.
Desde tempranas horas de la mañana del martes, autobuses pintados de amarillo, que es el color distintivo de ese medio de transporte escolar, empezaron a circular por los vecindarios de esta ciudad metropolitana, recogiendo estudiantes para llevarlos a los diferentes planteles educativos donde los recibirían los profesores para orientarlos en esta primera semana de clases.
También, padres de familias en vehículos privados se estacionaban frente a las escuelas o en las áreas de estacionamientos de las mismas, para dejar a sus hijos, algunos sonrientes de regresar a las aulas, otros, no gustosos de que ya se acabaron las vacaciones.
Los padres, madres y estudiantes de a pie eran notables en los semáforos, esperando el cambio de luces para cruzar las calles, ayudados por los voluntarios del servicio de policía local, conocidos como “cruzacalles”, atentos al movimiento para evitar cualquier accidente lamentable.
Cada año, miles de párvulos ingresan en las escuelas para iniciarse en el largo proceso de educación formal que un día los profesionalizará para ser económicamente independientes y para servir a la sociedad.
Otros miles iniciarán el último curso de la educación secundaria con miras a ingresar en los colegios y/o en las universidades. Mientras otros tantos de miles ni siquiera saben lo que harán al término de la secundaria, sin objetivos ni metas claras de lo que aspiran ser, limitados en ciertas circunstancias por las precarias condiciones financieras de las familias, cuyos ingresos apenas alcanzan para colocar un pan sobre la mesa.
En un recorrido por algunos de los vecindarios del noroeste de la ciudad hemos visto el movimiento de estudiantes y padres de familias que acompañan a los más pequeños, mientras que los del nivel de educación secundaria circulan con independencia de los progenitores.
Son las ocho de la mañana. En la esquina Jane/Sheppard Ave W identificamos por el uniforme a un grupo de estudiantes que se dirige a “Saint Basil Secundary School”. Nada les preguntamos. Simplemente los vemos abordar el autobús 35 que los dejará en Wilson Ave y desde allí tomar rumbo a Weston Road, donde está su escuela.
En la intersección Jane/ Spinvalley está “Saint Jane Frances Catholic School”, una escuela primaria donde hay una verdadera amalgama racial: italianos, hispanos, vietnamitas, afro-canadienses unidos por un elemento común, que es la religión católica.
Nos acercamos a una señora que identificamos como hispana. Nos dice sólo su nombre, Carmen. Acompaña a sus dos niñas. Una en Quinto Grado y la menor en el Segundo Grado, vestidas y peinadas impecablemente. Al ser cuestionada por este diario sobre el inicio del año escolar y los gastos que para ella representa tener a sus niñas en la escuela nos dice estar “contenta de que comiencen las clases. Las vacaciones son muy largas y se gasta demasiado dinero en llevar a las niñas a lugares de diversión. Este año los útiles escolares y los uniformes han salido un poco más caros”.
En Grandravine hicimos un giro hacia la derecha, siguiendo a los tropeles de estudiantes que se dirigían hacia “Oakdale Middle School”, escuela pública donde se hace más visible el componente afro-canadiense y vietnamita.
A la altura de Jane/Finch Ave W otros grupos de escolares abordan autobuses en las cuatro direcciones. Distinguimos el logo de la “Cardenal Maguihan Secundary School”, más arriba de Finch/Sentinel y la “Saint Wilfrid Catholic School”, antes de llegar a Sentinel.
Marcos Rosales hace la diferencia. No lleva uniforme, pero sí la mochila al hombro y una computadora portátil dentro de su estuche. Se dirige en Finch Ave W hacia el Humber College y para llegar a esa institución toma el autobús 36.
Es su primer año. Estudiará Diseño Gráfico. “Desde pequeño me ha gustado el dibujo. Me gusta inventar y diseño lo que me viene a la mente. He participado en cursos de pintura y tengo un poco de conocimiento sobre los colores, así como de las formas, las perspectivas y las dimensiones. Es un reto porque hay muchos diseñadores en nuestro medio”.
Rosa Meríñez también irá al mismo colegio universitario. Estudia el tercer semestre en la carrera de Turismo y sueña con viajar por el mundo como guía turística “en excursiones hacia Europa y los países del Oriente Medio”.
“Me gusta esa carrera porque no me encierra en las cuatro paredes de una oficina. Me da la liberta de trabajar con la gente al aire libre. Y una cosa muy importante es que, cuando en Canadá es invierno, yo podré viajar por países donde se respira el verano”.
A las ocho y media ya no había un estudiante en las calles. De seguro que estaban en sus respectivos planteles escolares, con sus sueños e ilusiones de iniciar el año escolar, o con sus remilgos y/o disgustos de que ya se les acabaron las vacaciones.