Salvadoreños en Toronto celebraron 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz

Acuerdos de Paz 2017 Toronto 1OSCAR VIGIL / TORONTO /
Con un conversatorio, la proyección de un documental, vino y bocadillos, dirigentes salvadoreños conmemoraron en Toronto 25 años de la firma de los acuerdos de paz con los que se puso fin a doce años de guerra civil en el país centroamericano.

La invitación fue girada por el Cónsul General de El Salvador en Toronto, Oscar Toledo, en un esfuerzo por mantener vivo un sentimiento que 25 años después por ratos parece estar desapareciendo, particularmente en la diáspora alrededor del mundo y más aún en la segunda y tercera generación de inmigrantes.

El llamado fue atendido por salvadoreños que se destacan en la áreas profesional, empresarial, académica y comunitaria, quienes debatieron a profundidad sobre los beneficios del pacto firmado entre el Gobierno Salvadoreño y las entonces guerrillas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), hoy en el gobierno, el 16 de enero de 1992.

La pregunta de rigor que inundó el ambiente fue si esos acuerdos de paz, a la luz de la historia 25 años después, valieron la pena, si efectivamente cambiaron la dinámica política, económica y social de El Salvador, y si el país en estos momentos se encuentra mejor o peor que antes de 1992.

Era obvio que en el ambiente rondaba la sombra pesimista de la violencia que durante los últimos años han generado las pandillas y que han colocado al país centroamericano en uno de los más violentos del mundo.
Algunos de los asistentes lo plantearon directamente, otros se refirieron a las raíces del conflicto, tanto del armado de la década de 1980 como al actual, marcado por una violencia social sin precedentes.

Palabras más, palabras menos, argumentos de un tipo o de otro, la conversación siempre llegaba a un mismo punto para todos los asistentes: los acuerdos de paz fueron fundamentales para democratizar el país, para garantizar elecciones libres, separación de poderes, instituciones sólidas y respeto a los derechos humanos, entre otros.

Como antítesis, salía a la luz el sistema represivo de sucesivos gobiernos militares que por más de media década habían sufrido los salvadoreños, un sistema que no respetaba la opinión pública, el voto ni la vida de los ciudadanos.

Acuerdos de Paz 2017 Toronto 2Los acuerdos de paz, firmados en el Castillo de Chapultepec, México, y auspiciados por la Organización de Naciones Unidas, fue lo mejor que le pudo suceder a El Salvador, coincidieron los asistentes… pero se quedaron cortos, coincidieron también.

Obviamente 25 años después es relativamente fácil ver los logros y las limitaciones de una firma esplendorosa que tenía por detrás más de 80 mil muertos, 10 mil desaparecidos, miles de lisiados y más de un millón de desplazados y refugiados. Una firma que únicamente fue lograda a fuerza de balas. Una firma que dejó inconformes a muchos, pero que trajo un gran alivio al grueso de los salvadoreños.

Pasado un cuarto de siglo es fácil ver que la gran debilidad de los acuerdos de paz fue la falta de un abordaje real, efectivo al problema de la injusta distribución de las riquezas en un país de apenas 21 mil kilómetros cuadrados y más de seis millones de habitantes, concluyeron los participantes. Y esta deficiencia, coincidieron también, está a la base de la actual crisis de seguridad que vive el país.

¿Qué se debe hacer entonces? fue la segunda pregunta clave de la noche, y la respuesta cayó por su propio peso: es necesaria una segunda generación de acuerdos de paz para El Salvador, la cual aborde sin paños tibios el tema económico.

Según el cónsul Toledo, su gobierno ya está trabajando este proyecto con el auspicio de Organización de las Naciones Unidas, pero urgió el soporte de todos los salvadoreños, y particularmente de los que residen en Canadá, para que dicha iniciativa llegue a buen puerto.

La diáspora salvadoreña en Canadá jugó un papel muy importante durante la guerra civil y el proceso de negociación que condujo a la paz en 1992, dijo el cónsul, agregando que es de dar por seguro que igualmente jugará un papel similar para esta segunda generación de acuerdos que se está impulsando.

Una vez concluida la conversación, los asistentes fueron invitados a presenciar un documental que precisamente podría decirse que refleja esa ambivalente historia de la población salvadoreña: “Uno, la historia de un gol”.

Es un documental triste, pero a la vez esperanzador, que cuenta los entretelones de la única participación que El Salvador ha tenido en un mundial de futbol, España 1982, donde la selección cuscatleca fue vencida en su primer partido 10 a 1 por el equipo nacional de Hungría.

Ganarle a México para clasificar fue toda una odisea, tanto así que los buses que los esperaban en España tenían los colores mexicanos y no los salvadoreños. Era 1982, la guerra estaba en su pleno apogeo, y el estigma de un país en guerra los perseguía tanto dentro como fuera de la cancha de juego.

La goleada fue terrible y quedó marcada en el imaginario nacional e internacional a pesar de que los dos partidos siguientes, contra Argentina y Bélgica, los jugó muy bien. Diez goles en contra son todo un acontecimiento, sin embargo, el documental se aferra al gol salvadoreño, uno, es decir, a una esperanza en medio del caos.