GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ / MEXICO /
Es común decir que en los momentos más difíciles sale a luz lo mejor o lo peor de cada persona. La pandemia mundial causada por el Covid-19 no ha sido la excepción. Así hemos visto que mientras muchas personas se tomaron a broma los llamados de alarma e inadvertidamente contribuyeron a que se esparciera el virus o han aprovechado para asaltar centros comerciales, médicos, enfermeras y personal de servicio de hospitales –entre los más mal pagados en el sector público– arriesgan sus vidas al atender a los afectados.
Lo mismo ha ocurrido con agrupaciones políticas en diversos países. Mientras las fuerzas políticas y sociales que tienen una larga trayectoria de luchas y demandas en defensa de los sistemas de salud pública, algunas de ella ahora en el gobierno, se empeñan por hacer frente a la amenaza, partidos y organizaciones de derecha parecen haber decidido que estos días de pandemia constituyen una excelente oportunidad para hacer politiquería y obtener réditos políticos.
Así, en el Estado Español, el Partido Popular que durante los años que estuvo al frente del gobierno impulsó una agresiva política de privatizaciones que afectó enormemente al sistema de salud pública, ahora reclama y responsabiliza al actual gobierno por los déficits y las carencias con las que este enfrenta la actual pandemia. En esta misma línea se han pronunciado otras agrupaciones derechistas y xenófobas, como Vox, que llegó a proponer se prohíba legalmente la atención en los centros de salud pública a los migrantes sin papeles.
Un extremo más radical lo expresó Rosa Díez, otra política derechista, quien desde su cuenta en Twitter exigió la conformación de “un gobierno de emergencia nacional, con el único mandato de gestionar la crisis”, después de la cual convocaría a elecciones. La sugerencia fue interpretada como un sutil llamado a un golpe de Estado. A partir de ahí, estos grupos y sus simpatizantes lanzaron miles de mensajes con las etiquetas “gobiernocriminal”, “CulpablePedroSanchez” y “Sanchezsepulturero”, entre otras, en referencia al actual jefe de gobierno español.
En América Latina las organizaciones y partidos homólogos de los derechistas españoles han seguido ese mismo guion, como si existiera algún acuerdo internacional con la decisión de utilizar los mismos argumentos para atacar a sus respectivos gobernantes. En México, por ejemplo, donde el gobierno designó al doctor Hugo López Gatell, vicesecretario de Salud como el responsable de coordinar las medidas para enfrentar la pandemia, las cuentas y mensajes en contra del presidente López Obrador se han multiplicado y difundido mucho más aceleradamente que el propio virus y lo acusan de incapaz. López Gatell es un médico especialista en epidemiología y académico de renombre internacional, pero eso es ignorado por quienes rechazan al presidente mexicano, al que acusan de “disfrazar los casos de Covid como neumonías”.
Los columnistas de diversos diarios opuestos al gobierno abundan en sus escritos para promover la idea de que el gobierno está haciendo todo mal, que no está tomando las medidas adecuadas, incluso que López Obrador debe ser sustituido. En las redes digitales también se acusa al presidente de senil e inoperante, y se repiten mensajes como el de Díez en España, sugiriendo la conformación de un gobierno de emergencia. La situación ha sido sintetizada por un meme en el que aparecen las banderas nacionales de diversos países, entre ellos la de Italia y Alemania. A la par de ellas, junto al signo de igual, aparece la frase “luchar contra el coronavirus”. La bandera mexicana es acompañada por la frase: “Atacar al gobierno de López Obrador”.
En Nicaragua ha ocurrido lo mismo. La amenaza de la pandemia en el país centroamericano se ha convertido en una formidable arma de ataque al gobierno encabezado por Daniel Ortega. Las acusaciones han sido las mismas que en los países antes mencionados, incluso desde ya se ha llamado a juzgar a Ortega por las muertes que se presenten en el país centroamericano debido a la pandemia.
Y más recientemente, el secretario de Estado del gobierno estadounidense, Mike Pompeo, propuso la creación de “un gobierno de transición” en Venezuela, conformado por un Consejo de Estado que integrarían cinco personas elegidas tanto del partido de gobierno como de la oposición, el cual convocaría a elecciones generales a finales de este mismo año. La propuesta de Washington es similar a muchas otras que hizo en el pasado en otros países latinoamericanos en los que intervino, como en Nicaragua a principios del siglo XX.
Con su propuesta, el gobierno estadounidense también está demostrando lo siguiente: 1) se ha convencido que Juan Guaidó ya no le es de utilidad y decidió desecharlo, 2) se ha convencido que no puede ignorar a las fuerzas bolivarianas que gobiernan Venezuela y 3) que prefiere actuar oportunistamente y hacer politiquería en lugar colaborar con los países más empobrecidos a luchar contra la pandemia. Cuba, en cambio, ha enviado sus médicos para ayudar a más de treinta países.