Pablo Rodríguez, el Jefe del Gabinete de Gobierno, mano derecha del Primer Ministro en el Parlamento Federal

FRANCISCO REYES / TORONTO /
La situación de deterioro en Argentina tras la muerte del presidente Juan Domingo Perón, el 1 de julio de 1974, alcanzó directamente a la familia de Pablo Rodríguez, primer diputado de origen hispano latinoamericano en el Parlamento y actualmente el único que nos representa a nivel federal.

Consumado el golpe de Estado, los militares se dieron a la cacería de líderes políticos y militantes de organizaciones de vanguardia opuestos al nuevo régimen golpista. El padre de Pablo Rodríguez, quien había sido candidato a gobernador por la provincia de Tucumán, en el norte del país, no escapó a la persecución militar.

Apresado, encarcelado y torturado, fue dejado en libertad, situación que aprovechó para escapar con la familia, supuestamente a hurtadillas, fuera del país. Los militares sabían que se iba y lo dejaron ir, porque su muerte hubiera sido un escándalo político de dimensión internacional.

Decidieron establecerse en Montreal, Canadá. Pablo tenía apenas ocho años de edad. Vino con la ilusión de practicar el futbol y se encontró con el hockey, y con la primera barrera cultural: el idioma.

Una especie de desarraigo, de pérdida de referencia, empezó a producirse en él. “No volví a ver en quince años a mis familiares dejados atrás. Mis abuelos y mis tíos murieron sin poder verlos jamás”, manifestó con nostalgia. No le quedó otro camino que aceptar su nueva realidad, yendo a la escuela para aprender francés, luego, inglés, con el fin de adaptarse a Canadá.

Su padre le dijo que podía hacer lo que quisiera, porque “este es un país de oportunidades”, menos participar en actividades políticas. “Pero yo llevaba el activismo político en la sangre, heredado de mi propio progenitor”.

Al ingresar a la escuela secundaria se insertó en el voluntariado dentro de un organismo de solidaridad internacional. “Alcance la posición de dirigente estudiantil, como presidente de la asociación de estudiantes de secundaria y luego, también en el colegio universitario, que compartía con la música”.

Estudió administración de empresas en una universidad de Montreal y “seguía participando en la vida política de Canadá”.

En el 2004 presentó su primera candidatura a diputado federal por un distrito electoral de Montreal. Ganó las elecciones y se mantuvo en el Parlamento hasta el 2011. “Perdí la reelección, siendo reemplazado por otro hispano”, quien se convirtió en el segundo diputado federal hispano en Ottawa.

El liderazgo de Justin Trudeau revitalizó al partido Liberal de Canadá, que estaba en un distante tercer lugar. Pablo Rodríguez quería volver a la Colina del Parlamento. Presentó su candidatura y la marea roja del más joven aspirante a primer ministro lo regresó en las elecciones del 2015 a la bancada de los liberales.

Juramentado Trudeau, Pablo Rodríguez se convirtió en su mano derecha, al extremo de ser seleccionado como jefe de la bancada liberal y consejero del primer ministro.

Rodriguez dice que las comunidades hispano-latinoamericanas de Montreal “están divididas por países: los chilenos de Montreal, los peruanos y los uruguayos de Montreal… allí no existe una verdadera integración de los hispanos, lo cual es penoso”, se lamentó.

Destacó la importancia de la Cámara Latinoamericana de Comercio de Quebec, con la que mantiene estrecha relación, y que “tiende a unificar a los hispanos latinoamericanos”.

Al ser cuestionado sobre la toma de conciencia política de las comunidades hispano-latinoamericanas en Canadá, el diputado dice que en la Provincia de Quebec “no mucho. No es que nos estamos peleando, pero hace falta una mayor unidad de nuestras comunidades en torno a la política de Canadá. El problema es que no votamos. El porcentaje del voto hispano es muy bajo”.

“No estamos realmente involucrados en los partidos políticos. No tiene sentido la cantidad de latinoamericanos que vivimos en este país. Quisiera que haya más personas interesadas en la política canadiense, a través de mi ejemplo, del ejemplo de otros, para que se involucren en el partido que quieran, aunque preferiría que fuera en el nuestro”, expresó.

“Canadá es un país de inmigrantes. Muchas comunidades étnicas están involucradas en actividades políticas, a las comunidades hispanas les hace falta mayor participación para poder presentar candidaturas. Tenemos capacidad para hacerlo”, agregó.

Sin embargo, no descartó que poco a poco haya una inserción de la mayoría de hispanos latinoamericanos en los procesos políticos de este país, “para que seamos más visibles”.

Aprovechando su presencia en la clausura del “Mes de la Herencia Hispano Latinoamericana” el viernes pasado en Toronto, se le preguntó su sugerencia a las comunidades hispanas dentro del mosaico cultural canadiense.

Se rascó la cabeza para ordenar las ideas, y dijo: “Integrar un partido político. Así funciona el sistema de aquí. La política se hace a través de un partido. Se empieza en cualquier nivel. Yo empecé por la juventud liberal. Luego integré la Comunidad Cultural (política) de Quebec. Llegue a ser el primer presidente inmigrante de la juventud liberal de Canadá para esa provincia y ahora soy, en una segunda etapa, diputado en el Parlamento”.

“A las comunidades hispanas les hace falta mayor participación para poder presentar candidaturas. Tenemos capacidad para hacerlo”, dijo el Jefe del Gabinete de Gobierno