POR GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ* / MANAGUA /
El pasado domingo 7 de noviembre se realizaron elecciones generales para que los nicaragüenses decidieran quien los gobernará durante los próximo cinco años. Los resultados sobrepasaron los pronósticos de la encuestadora M&R, que en diversos ejercicios de auscultación de la opinión pública realizados a lo largo del año había concluido que entre el 69% y 72% de los electores depositaría su voto a favor de la fórmula de la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, encabezada el Frente Sandinista, y que presentó como candidato al presidente Daniel Ortega y a la vicepresidenta Rosario Murillo.
Las autoridades del Consejo Supremo Electoral brindaron el primer reporte de resultados tras procesar las actas del 49.5% de las Juntas Receptoras del Voto. Según los datos oficiales, el candidato de la Alianza Unida Nicaragua Triunfa-FSLN obtuvo el 74.9% de los votos emitidos. Las otras fuerzas, Partido Liberal Constitucionalista, Camino Cristiano, Alianza Liberal Nicaragüense, Alianza por la República y Partido Liberal Independiente obtuvieron 14.4%, 3.44%, 3.7% 2.2% y 1.7% respectivamente. El porcentaje de participación ciudadana fue de 65.3%, y la abstención alcanzó 34.7%.
Un elemento destacado por las autoridades electorales y acompañantes internacionales (figura que sustituye a la de observador), fue el desarrollo pacífico y eficiente del proceso, y la asistencia constante de los votantes, en particular de adultos mayores, especialmente en horas de la mañana. De igual manera se destacó la juventud de los funcionarios de las mesas electorales y personal de apoyo.
Como también era de esperarse, pues ya lo habían anunciado así, grupos que adversan al presidente Ortega y funcionarios del gobierno estadounidense hicieron declaraciones en rechazo a los resultados electorales y calificaron todo el proceso como una farsa y carente de legitimidad. Las autoridades de Costa Rica, que en relación con el Frente Sandinista y al gobierno de Ortega ha actuado en los últimos años como un aliado incondicional de Estados Unidos, también emitió una dura declaración en rechazo al proceso electoral, entrometiéndose descaradamente en los asuntos internos de Nicaragua.
Para quienes participaron en las votaciones, según puede escucharse en diversos testimonios que circularon en las redes sociales, no hicieron más que cumplir un derecho ciudadano para ratificar la soberanía e independencia política del país. No obstante, tampoco puede negarse que la prisión algunos reconocidos personajes públicos que habían anunciado su intención de presentarse como precandidatos presidenciales, aunque en realidad no contaban con partidos políticos que respaldara sus aspiraciones, se interpretó como una mancha que ensombreció el proceso. Por su lado, las autoridades insistieron que la detención de esas personas se debió al cumplimiento de una ley que castiga quienes promuevan agresiones contra el país, incluyendo sanciones económicas, bloqueos y embargos.
Días antes de su detención, varios de los encarcelados habían impulsado una gira por Estados Unidos y diversos países europeos para gestionar sanciones económicas contra el país, las que en última instancia afecta a los sectores más empobrecidos, tal como se demostró años atrás en Irak o, actualmente, en Venezuela.
El resultado de las votaciones sin dudas también se debe a que el FSLN ha sido el único partido político que hasta ahora ha presentado un proyecto de nación coherente, y un plan concreto de políticas o acciones sociales para beneficiar a la población con menos recursos económicos, quienes a su vez fueron los más afectados por las políticas neoliberales que se aplicaron en el país de forma inflexible desde 1990.
Como parte de su campaña electoral, que fundamentalmente fue virtual, el FSLN enfatizó en las diversas obras de infraestructura social -construcción de hospitales públicos y centros de salud- y carreteras construidas desde que Ortega retornó a la presidencia del país hace 14 años, en 2007. Otros programas emblemáticos impulsado en los últimos años son: la construcción de cientos de viviendas sociales, la entrega de láminas de zinc a personas que carecían de un techo sólido y estable, la ampliación de la escolaridad en zona rurales, incluyendo un novedoso sistema para facilitar el acceso de jóvenes campesinos a carreras técnicas y universitarias relacionadas con su entorno y con proyectos de desarrollo de sus comunidades, y la ampliación de la cobertura eléctrica a más del 90% de la población.
Por otra parte, los sandinistas también rechazaban las críticas contra la decisión de su principal líder de postularse una vez más, como candidato presidencial, argumentando que líderes europeos como Margaret Thatcher, Angela Merkel, Felipe González o Tony Blair se mantuvieron por muchos años al frente de su país sin que se les señalara negativamente por ello.
En días previos a las votaciones, el autor tuvo la oportunidad de escuchar muchos comentarios y debates en torno a las votaciones, si asistir o no y, en cualquier caso, por qué hacerlo. Uno de los más curiosos lo expresó un trabajador que, tras repetir una larga lista de críticas al gobierno de Ortega, concluyó que él votaría por el FSLN. Al preguntársele por qué, como si no advirtiera la contradicción, respondió: “es que es el único que de verdad ha llevado progreso a todo el país”.
*Guillermo Fernández Ampié es un periodista nicaragüense con doctorado en Estudios Latinoamericanos, quien actualmente es catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
FOTO: El 19 Digital