POR GILBERTO ROGEL* / TORONTO /
Una de las características que ha puesto a Canadá en el escaparate mundial, sin discusión, es su riqueza poblacional y diversidad cultural, sin embargo aun a la fecha este aspecto todavía es motivo de fuertes debates y discusiones, en vista que falta mucho por avanzar. Hoy quiero ahondar en este tópico, el famoso y delicado tema del Multiculturalismo, principalmente porque una de las comunidades más visibles y folclóricas en esta joven nación es el referente a las comunidades de origen Latinoamericanas.
La historia da cuenta que en las primeras décadas del siglo pasado los gobiernos canadienses vieron la necesidad de permitir la inmigración de nuevas comunidades con el propósito de incrementar la población en algunas provincias, y con ello se iniciaron las continuas olas de inmigración provenientes de ciertos países, principalmente de Europa del Este. Estos recién llegados vendrían primordialmente a renovar la fuerza laboral de este país y de esta manera cambiarían mucho del espectro laboral en muchas regiones poco pobladas.
Los años pasaron y, según múltiples autores, los múltiples problemas y dificultades que los recién llegados experimentaban demandaban más acciones oficiales para lograr una completa verdadera integración de estos a la sociedad canadiense. Y es acá cuando surge una figura que cambiará la historia canadiense de tajo, un joven, polémico, audaz y sobre todo muy controversial político liberal de nombre Pierre Elliott Trudeau, padre del actual Ministro Justin Trudeau.
Y es durante su administración que en el otoño de 1971 se da un paso trascendental. El gobierno del Partido Liberas instaura el multiculturalismo como una política oficial gubernamental, en otras palabras, la promoción y respeto de esa diversidad de razas y etnias pasaron a ser uno de los ejes centrales de todas las políticas de los siguientes gobiernos, y según dice la historia, este hecho se convirtió en el primero de su tipo a nivel mundial.
Esta política, única en su género, en su momento vino a sentar las bases para el respeto de la diversidad cultural que hoy en día caracteriza a esta nación. De igual manera, se sentaron los cimientos para el reconocimiento y respeto de la variedad de creencias e ideas religiosas, lenguas, y sobre todo se institucionalizó el apoyo y respeto para la promoción de las tradiciones y culturas de estas nuevas comunidades.
Las décadas han pasado y miles de nuevos inmigrantes han llegado a tierras canadienses. Particular interés destaca el flujo de ciudadanos latinoamericanos que en los últimos 35 años se han asentado en urbes como Toronto, Montreal y Vancouver, principalmente, en donde es evidente que el empuje de estas comunidades ha traído muchos cambios como las comidas, tradiciones y sobre todo su inmenso bagaje cultural.
Pese a estos aspectos positivos y al contexto histórico muy idealista, el multiculturalismo es una de las tareas pendientes en la sociedad canadiense. Yo quiero usar una frase muy conocida en este país, la cual dice que muchas cosas todavía son “work in progress”, o sea, todavía se está trabajando en ellas o todavía no se han concluido. Es llamativo como en el discurso oficial se hace énfasis en el apoyo para las nuevas comunidades, sin embargo es evidente que en la práctica no es del todo así.
De igual manera, es claro que uno de los aspectos cruciales de todo este proceso es la colaboración que debería existir entre las mismas comunidades. Y es acá en donde las veintitantas comunidades latinoamericanas residentes en Canadá tenemos una deuda pendiente. Recientemente una experta en materia política nos decía que la más dispersa y atomizada comunidad es la latina, y ello se demuestra en la escaza presencia en los círculos políticos, principalmente en los niveles de decisión política gubernamental.
En resumen, mientras otras comunidades étnicas han avanzado mucho en presencia social y económica, además de la representación política, las comunidades latinas todavía seguimos buscando el camino para lograr una mayor visibilidad. Es evidente que hay figuras importantes de nuestras comunidades que han hecho camino al andar, pero la mayoría lo han hecho por sus propios esfuerzos y en muchos de estos casos el camino no ha sido nada fácil. Por ello es importante, continuar con estos esfuerzos de tal manera que más ciudadanos de origen latino puedan llegar a ser “role models” para las nuevas generaciones.
En todo caso, feliz Día del Multiculturalismo en Canadá, el cual se celebra el 27 de junio todos los años.
*Gilberto Rogel es un periodista de origen salvadoreño radicado en Toronto, quien se especializa en temas de libertad de expresión en América Latina.