Mercedes Idrovo Narváez, un ejemplo de cómo los mismos seniors ayudan a otros seniors

Mercedes Idrovo NarváezFRANCISCO REYES / TORONTO /
Si hay alguien que disfruta a plenitud el trabajo con las personas de la tercera edad, es Mercedes Idrovo Narváez, oriunda de Guayaquil, Ecuador, quien llegó a Canadá hace 45 años y ha pasado gran parte de ese tiempo en el voluntariado comunitario.

Mercedes Idrovo Narváez llegó a Canadá con un niño de meses en 1972, por razones de reunificación familiar ya que su esposo se había establecido con su residencia en este país pocos años antes. “No tuve dificultades como otros inmigrantes. Me recibieron mis amistades y todo fue muy hermoso”, explicó.

“Me nacieron aquí otros dos hijos y, para ayudar en el presupuesto del hogar, me fui a trabajar en una empresa, hasta el día en que alcancé la jubilación”, continuó relatando.

“Cuando me pensionaron, me dediqué a realizar trabajos voluntarios en diferentes organizaciones comunitarias, entre ellas, el Centro Para Gente de Habla Hispana y Costi, ayudando a personas de la tercera edad. Tengo ocho años haciendo este voluntariado, adquiriendo nuevas experiencias”, detalló.

Agregó que durante todos estos años ha recibido diplomas por su voluntariado, “pero más porque soy una persona alegre y siempre positiva”.

Su preocupación por la salud de las demás personas la llevaron a ser distribuidora de productos naturales “para ayudar a mi gente. Muchas personas no le dan importancia al cuidado de su cuerpo y de su mente. Es fundamental conservarnos sanos para sonreírle a la vida”.

Dijo que le preocupaba ver a muchas personas de la tercera edad muy abandonados porque no se tienen amor a sí mismas y se descuidan en la higiene. “Es muy triste verlas desaliñadas”.

Conocimos a mercedes en el 2013, en una visita realizada al grupo de seniors del Centro Comunitario El Manantial. En el momento en que fijamos la mirada en ella, pasaba una hoja rayada a los asistentes a ese programa de la tercera edad que dirige el doctor Gonzalo. La finalidad era que escribieran su nombre, dirección y teléfono.

“Llevo ocho años con los seniors de El Manantial. Les ayudo a preparar recetas para que aprendan a cocinar comidas saludables. También les ayudo a preparar viveros en primavera, para que siembren en los huertos y tengan plantas florales en sus hogares”, abundó.

El año pasado, a raíz del terremoto que asoló varias provincias de Ecuador, Mercedes se hallaba de vacaciones por tierras del volcán Tungurahua. “El temblor de tierra me cogió en Cuenca, a donde fui a visitar unos familiares. Empezaron a formarse los grupos de voluntarios para ayudar a los damnificados. Pero tenía que regresarme a Canadá para no perder el vuelo. No pude ayudar a mis compatriotas en las zonas de desastre”, se lamentó.

“Pero me incorporé de inmediato a mis labores con los de la tercera edad, lamentando la tragedia que dejaba atrás, en mi país”.

“Hace tres años me nombraron representante de los seniors hispanos en el edificio donde resido. Es propiedad de Toronto Community Housing Corporation. Ayudo a servirles la comida que una institución les brinda todos los jueves. Les limpio la mesa y les ayudo a prepararles el café”. Dijo con una sonrisa en los labios, mostrando su satisfacción por lo que hace.

Dijo que a veces los seniors expresan su descontento con todo. “Pero hay que saber entenderlos porque se sienten frustrados, al ver que van perdiendo las fuerzas, la coordinación de sus movimientos y hasta el humor, ya que se ven como inútiles. Ellos mismos se menosprecian y hay que hacerles ver que sí pueden”.

Agregó que también ayuda a servir el desayuno que les traen cada viernes y cuida de aquellos que no pueden sostener los platos, llevándoselos a la mesa.

Al ser cuestionada cómo se siente al hacer este tipo de voluntariado, expresó que siente la satisfacción de servir a seniors de diferentes países y diferentes religiones.

Explicó que no ha tenido grandes dificultades en el servicio voluntario a las personas de la tercera edad. “La única gran dificultad con los seniors del edificio es que no puedo servirles como ellos desean, porque hablo muy poco el inglés y no puedo comunicarme bien con ellos. Pero no dejo de servirles, sin importar la lengua que hablen”.

Al concluir el relato de su experiencia con las personas de la tercera edad, Mercedes exhortó a las personas que no dan importancia al voluntariado para que “busquen la motivación personal para hacer un voluntariado con los miembros de la tercera edad, ayudándoles a llevar una vida más activa, con un poquito de paciencia, debido a las enfermedades que padecen”.

Con respecto a los frutos que ha cosechado con el voluntariado, Mercedes concluyó diciendo que “me ha dado más vida, más salud y más fuerza para seguir ayudando a mi gente de la tercera edad”.

Finalmente, allí, dondequiera que hay una actividad comunitaria, Mercedes no escatima esfuerzos para ponerse al servicio de los organizadores. “Mi lema es servir, servir, servir”.