POR GILBERTO ROGEL / TORONTO
La necesidad de que miles de personas puedan contar con un lugar digno, decente y acorde a los estándares de una urbe moderna se ha convertido en la papa caliente de la próxima elección municipal en Toronto. Y si las predicciones de los expertos llegasen a cumplirse, aquellos que arrendamos una vivienda y tenemos derecho a votar podríamos inclinar la balanza a favor de una candidata en particular.
Esta elección municipal todavía no acaba de cuajar en la vida diaria de miles de torontonianos, sin embargo las últimas encuestas de opinión pública estarían planteando un escenario bastante claro y que daría la ventaja a la candidata de centroizquierda Olivia Chow, quien ha sido la única en atreverse a tocar el tema tabú en cualquier elección: hay que subir los impuestos a los propietarios de inmuebles en la ciudad.
No cabe duda de que el solo hecho de mencionar este tópico genera escalofríos en muchos sectores políticos de la ciudad, en vista que durante muchos años casi nadie se ha atrevido a admitirlo públicamente antes de una elección; aunque curiosamente cada alcalde de los últimos 15 años de manera sigilosa incrementó la tasa municipal cada cierto tiempo, con poca resistencia por parte de los concejales de turno.
Como lo hemos mencionado en otras ocasiones, Toronto necesita un liderazgo diferente a los últimos dos jefes municipales, y eso implica que la persona elegida sepa adentrarse en los temas más polémicos y críticos que afligen a muchos ciudadanos. Sin discusión, una vivienda que sea accesible para todo mundo y no a los precios extraorbitantes de la actualidad, es quizás la máxima prioridad del momento.
Junto a este también vienen anexos otros temas delicados, como el rol de la policía, entidad que durante algún tiempo ha estado en el ojo público por acciones discriminatorias o violentas contra ciertos sectores minoritarios. Solo cabe mencionar los violentos desalojos de personas sin viviendas que durante varias semanas permanecieron en varios parques del centro de la ciudad.
Pero de regreso a nuestro tema central, es claro que a la mayoría no nos gusta pagar más impuestos, mucho menos a los dueños de propiedades. Una estadística no oficial asegura que en la ciudad de Toronto cerca del 55 por ciento de habitantes poseen una vivienda, mientras el restante 45 por ciento arriendan. Es evidente que la franja de separación es relativamente pequeña, por ello, si los números divulgados a la fecha fueran ciertos, los arrendadores de inmuebles con derecho a votar podrían decidir el futuro de la ciudad.
Todavía faltan un par de semanas para conocer quién será la persona que dirija esta urbe cosmopolita por los próximos cuatro años, pero desde ya sabemos que los retos son enormes y las expectativas de la población serán de similar tamaño en espera que Toronto sea un lugar digno para vivir y desarrollarse plenamente gozando de los beneficios sociales y económicos que un país como Canadá puede ofrecer a sus habitantes.