Los latino-canadienses están divididos por la actual crisis de poder en la Republica de Venezuela

OSCAR VIGIL / TORONTO /
La división y la puja de poder en la Republica Bolivariana de Venezuela no es ninguna noticia nueva, pero durante los últimos días este enfrentamiento entre “chavistas” y “opositores” ha cobrado nueva relevancia, al entrar en el juego más decididamente potencias internacionales.

En Toronto, tanto “chavistas” como “opositores” libran también esta batalla a través de la social media y en las calles. Primero fueron los opositores, quienes en sintonía con los resortes detrás de Juan Guaidó realizaron una concentración en la esquina de Yonge y Dundas el mismo día en que su líder se autoproclamaba Presidente.

Los chavistas hicieron lo propio tres días después marchando por la calle Bloor, en la zona de Avenue, para exigir que las fuerzas internacionales saquen sus manos de la política interna de Venezuela. A la marcha también le han seguido festivales artísticos culturales y nuevas concentraciones.

El evento que catapultó el nuevo dramático capítulo de la telenovela venezolana fue la autoproclamación como Presidente de la Republica del actual recién elegido presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Juan Guaidó.

Guaidó, hasta hace poco un desconocido legislador opositor, recibió de inmediato, en menos de cinco minutos de su autoproclamación, el apoyo total del gobierno estadounidense, el cual, desde entonces, ha ido subiendo el tono y las acciones en contra del actual Presidente de Venezuela, Nicolas Maduro.

Pero el problema para los canadienses es que el gobierno liberal del Primer Ministro, Justin Trudeau, parece estar dejando de lado la tradicional política de no intervención que durante décadas había mantenido Canadá, al sumarse a los Estados Unidos reconociendo a Guaidó como “el legítimo” presidente de Venezuela.

Las críticas no se han hecho esperar. Inmediatamente conocida la acción del gobierno liberal, el líder del NDP, Jagmeet Singh, dijo que “Canadá no debe simplemente seguir la política exterior de los Estados Unidos, particularmente teniendo en cuenta su historial de interferencias en la región”.

“La cuestión de quién debe liderar a Venezuela debe estar en manos de los venezolanos. Todos los países deben ser libres de tomar sus propias decisiones democráticas a través de elecciones libres y justas, independientemente de la presión autoritaria o la interferencia extranjera”, apuntó.