Los cambios a la Ley de Ciudadanía beneficiarán a miles de personas de origen latino

Ley C6LUIS ALBERTO MATA / TORONTO /
El pasado jueves 22 de junio llamé a don Ramón Mendizábal para darle una noticia que él había esperado ansiosamente durante los últimos dos años, once meses y 23 días: “Felicitaciones Ramón”, –le dije, “ya puedes aplicar por tu ciudadanía canadiense”. Ramón se quedó en silencio por unos interminables segundos, y luego, respondió feliz combinando una graciosa algarabía, pero con repetidas frases de incredulidad, –“¿seguro don Luis?, uy esta es la mejor noticia del año”.

Conozco a Ramón desde mediados del otoño del 2012, cuando se acercó a mi oficina de trabajador social en el Centro Menonita ubicada en North York. Vino buscando ayuda para su aplicación de residente permanente, justo un par de semanas después de ser aceptado como persona protegida en Canadá. Su residencia permanente le fue concedida en enero de 2014, y bebimos un café para celebrarla.

El gobierno conservador del primer ministro Stephen Harper aún no había endurecido la ley de ciudadanía. Le expliqué a Ramón, que a pesar de que la norma imponía tres años a todo residente permanente antes de aplicar por su ciudadanía, él en cambio podía aplicar en dos años, es decir en enero de 2016, porque tenía derecho a un año de gracia por su larga espera en el proceso de aceptación y refugio.

Hicimos planes, le indiqué que debía culminar el nivel 4 de ESL, y que siguiera juicioso en su actividad laboral y declarando sus taxes. Así nos despedimos y quedamos de mantener el contacto por si necesitaba algo.

Pero el destino se atravesó en los felices planes de Ramón. En junio de 2014, el ministro de inmigración del gobierno de Harper le dio un sablazo a las aspiraciones de muchos y muchas de mis clientes, cambiando la ley de ciudadanía y haciéndola más difícil de alcanzar. Impuso cambios en el costo y en el tiempo que se debía vivir como residente, pasando de tres a cuatro años, y lo peor, eliminó el añito de gabela que los refugiados tenían, para hacerse ciudadanos en sólo dos años. Y más aún, el gobierno de Harper impuso el requerimiento de inglés nivel 4 mínimo hasta los 64 años, y la obligación de tomar el examen de ciudadanía hasta esa misma edad.

Recuerdo a doña Carmen, otra de mis clientes, una humilde mujer trillada por la vida, que buscó protección en Canadá y se pasó la vida trabajando en limpieza para poder ayudar a su familia en el Perú. Ella nunca pudo asistir a la escuela para tomar clases de inglés. Carmen tenía 56 años en 2014 cuando la triste noticia de los cambios en ciudadanía, y estaba muy triste porque por esos días ya estaba lista para aplicar. Lloró con desconsuelo sabiendo que tendría que esperar, según ella una ‘eternidad’ para hacerse ciudadana y volver a visitar su tierra.

Regresando al caso de Ramón Mendizábal, cuando Harper endureció la ciudadanía, hablé con él largamente y en diversas ocasiones, pues parte de mi labor es aconsejar a los miembros de la comunidad, a sobrellevar las angustias y las tristezas que en ocasiones dejan los procesos de asentamiento en Canadá. Este es un país muy bello, pero es dramáticamente difícil adaptarse a su realidad, y superar retos que impone la cultura, la sociedad y las leyes, especialmente para quienes, viniendo de países de habla no inglesa, y muchas veces arrastrando traumas, les es difícil enfrentarse a nuestra realidad canadiense.

Con los cambios del 2014, Ramón tenía que esperar ya no hasta 2016, sino hasta principios de 2018 para aplicar por su ciudadanía, y con los retrasos en el procesamiento, hacerse finalmente ciudadano en el 2019. Mucho tiempo para él y sus angustias.

Pero todo cambió para Ramón el mes pasado. Más cuando le informé que desde ya lo espero en una de las primeras semanas del otoño venidero, es decir en menos de tres meses a partir de hoy, cuando entran en vigor esa parte de los cambios, para aplicar por su ciudadanía.

Justamente en el otoño de este año, nuevamente y gracias al actual gobierno progresista y liberal, la norma de ciudadanía prácticamente regresó a donde estaba en 2014: de nuevo tres años con residencia permanente antes de aplicar a ciudadanía, claro descontando tiempo de viajes y vacaciones al exterior, y lo mejor, un año menos de tiempo, como reconocimiento para las personas protegidas, por el lapso sucedido en el proceso de refugio, es decir, quienes hayan sido refugiados, solo tienen que cumplir dos años como residentes para aplicar por su ciudadanía. Y ahí encaja Ramón.

Otros cambios que favorecen a muchas personas, y que también entran en vigencia en el otoño, es la edad para presentar requerimiento de inglés, mínimo nivel 4 de ESL o LINC, la cual regresó a máximo los 54 años. Igualmente quedó en 54 años el límite para presentar de manera obligatoria el examen de ciudadanía.

Cuanta gente humilde que soñaban con obtener la ciudadanía prontamente, pero no podían, hoy pueden celebrar. Muchas personas refugiadas, que necesitan ser ciudadanos para poder viajar a visitar a sus seres queridos al país de origen, hoy pueden comenzar a celebrar esta noticia. Como me dijo doña Carmen un día en la oficina, “–Canadá es muy bonito, pero yo quiero pegarme una salidita de esta jaula de oro”.
*Colaboración de Luis Alberto Mata, trabajador social comunitario. luismatta.blogspot.com