FRANCISCO REYES / TORONTO /
La tarde del sábado pasado lucía perfecta para una exposición pictórica al aire libre, y en el rostro del artista Mao Correa se notaba la satisfacción con el estado del tiempo, aunque al momento en que iniciamos el conversatorio todavía ninguno de los invitados había llegado al estudio del pintor colombiano para deleitar su nueva exhibición de cuadros.
“¡Qué suerte!”, fue lo único que nos llegó al pensamiento, a sabiendas de que no habría interrupción de los que vendrían a contemplar la exhibición “Retratos Solitarios”.
Rostros plasmados sobre materiales desechables que el artista se empeña en recolectar en los vertederos improvisados o en lugares específicos de muchos edificios de la ciudad.
Al saber los tipos de materiales que el artista utilizó para la creación de esta nueva exposición, nos llegó a la memoria un fragmento de unas declaraciones hechas por el poeta “ciego juglar y argentino” Jorge Luis Borges: “La humillación y el llanto son mis instrumentos de trabajo”.
Este lema borgiano bien podría aplicarse a Mao Correa de la siguiente manera: “los materiales desechables y la preocupación por el medio ambiente son las materias para mi obra de arte”. en referencia a los cuadros que integran la exposición.
Los rostros plasmados en plataformas de madera, hojalatas, cartón y cuanto fue utilizado por el artista “estaban ocultos en esos materiales desechables”, destacó el creador de la muestra.
Ciertamente, estaban allí, en los laberintos del abandono. Habían sido proyectados en sombras por la luz solar. Sombras de hombres y mujeres anónimos, solitarios, que utilizan esos materiales para alguna función práctica, que en Mao Correa se transformaron en una función estética: sus obras de arte.
“Busco plasmar en la soledad que uno empieza a sentir” en ciertos momentos de la existencia. Por eso, “estoy tratando de reinventar mi trabajo, sin perder mi originalidad”, expresó.
En esta exhibición hemos podido notar la preocupación del artista frente a la preservación del medio amiente y la utilización de materiales que cumplen con las tres “R” del reciclaje: “Reusar, Reducir, Reciclar”.
Mao desempolva los rostros, los “lava” con el pincel y los hace recobrar vida propia. La vida que proyectan ahora, no desde la utilidad de los materiales en los que han sido plasmados, sino en la “inutilidad del arte”, porque, ¿para qué otra cosa sirve una obra de arte, si su inutilidad práctica es mostrar la Belleza que, en el sentido estético de la abstracción, no es una pieza de consumo?
A la par de la exhibición, fueron exhibidos bocetos de la pintora colombiana Irma de Ardila. “Un pequeño abreboca de la maestría que ella tiene con la línea”, explicó Mao, quien afirma que empezó a dar sus primeros pasos en las plásticas guiado por esta pintora sin par.
Al ser cuestionado sobre la relación de proximidad entre ambos pintores, con una sonrisa a flor de labios respondió: “es mi tía”. Ambos soltamos las carcajadas conscientes de que detrás de un buen pintor un poeta o un periodista siempre hay un buen mentor.