POR GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Pese a lo que ciertas personas digan, a los canadienses nos apasiona hablar de dos temas en especial, clima y las elecciones, y mucho mejor cuando apunta que los días estarían contados para el premier de Ontario que viola la ley a su antojo, o a nivel nacional con un primer ministro empecinado en aferrarse al poder a toda costa.
Como nuestro verano en la práctica ya se acabó, ahora se aproxima el tiempo para especular y hacer apuestas de cuando volveremos a las urnas, que si el primer ministro aguantará el huracán que se avecina, que si el NDP le seguirá lanzando la interminable cuerda de salvavidas o si los conservadores lograrán seducir al electorado con sus anuncios familiares.
Es innegable que el gobierno de minoría de Justin Trudeau pasa por uno de sus peores momentos; mejor decir que viene en picada y los famosos sunny days con los que ganó hace ocho años se volvieron noches interminables y lo que reina ahora es un sentimiento de desconfianza e incertidumbre.
Como lo hemos comentado anteriormente, en las últimas semanas ha ido creciendo una fuerte percepción de frustración principalmente entre los jóvenes canadienses, en el sentido que Justin Trudeau no ha afrontado con seriedad los grandes temas nacionales.
Es claro que temas como los precios elevados de la comida, la falta de viviendas accesibles, las rentas que se han disparado en los últimos años, los salarios que no alcanzan para cubrir lo necesario, y el cambio climático, han impactado de manera dramática en los bolsillos de millones de habitantes, quienes tenían la confianza que este gobierno liberal trajera alivio a estos issues.
Y como típico político listo para ir a elecciones en cualquier momento, Pierre Poilievre, líder de los Conservadores, ha capitalizado este descontento en contra de Trudeau al acusarlo de olvidar sus promesas electorales y centrarse en temas irrelevantes.
Fiel al manual del político en espera de ser primer ministro, el líder conservador ha puesto a andar toda la maquinaria electoral del partido y todo indica que está dando éxitos. Las últimas encuestas le dan un estimado de 10 puntos porcentuales arriba de Trudeau, mientras el primer ministro por primera vez en sus ocho años de gobierno desciende a un nivel nunca antes visto.
Algo es muy cierto y es que hasta el momento Trudeau sigue contando con una base muy fuerte de simpatizantes y no sólo el voto duro de los miembros del partido. Todavía en la mente de muchas personas se recuerda el exitoso manejo de la pandemia y el alivio económico que dio a millones de necesitados.
Pese a ello y a ciertos escándalos y algunas decisiones difíciles de entender por el electorado, en aire se puede sentir un fuerte descontento popular. Un sentimiento que esencialmente golpea las billeteras de la clase media, alias los trabajadores que dependen de sus cheques de cada quincena para irla pasando.
En fin, el acuerdo político entre el partido Liberal y el NDP establece que la próxima elección será hasta el 2025; sin embargo, fiel al estilo canadiense nada está escrito en piedra y con la llegada del otoño en unas cuantas semanas sabremos si vamos a una nueva contienda en la cual los números no dan nada por sentado, únicamente que a los canadienses nos siguen emocionando los chismes electorales más que si el primer ministro volverá a casarse o se retirará, como muchos quisieran.