Las venturas y desventuras del asentamiento en Canadá, la nueva “tierra bendita”

FRANCISCO REYES / TORONTO /
El 31 de agosto del 2009, Martha Samer llegó a Canadá junto a su esposo e hijas con el fin de hacer inversiones en ciertas áreas de negocios. Nació en Venezuela, pero vivió por varios años en Estados Unidos, hasta que la familia tomó la decisión de inmigrar hacia Canadá.

El viaje lo hicieron por tierra, saliendo de Miami hasta llegar a Búfalo, donde solicitaron el ingreso a este país.

El ajuste al ambiente de la sociedad canadiense no fue difícil para esta joven mujer emprendedora. “Este país ofrece muchas informaciones. Siempre he dicho que está en uno poder indagar, de romper esas barreras que uno tiene de preguntar y encontrar respuesta a todo lo que significa empezar nuevamente”.

Sin embargo, dijo, no fue fácil para su esposo -de quien luego se divorció- porque no entendía la dinámica de esta sociedad. “Nuestras barreras fueron de tipo familiar, que no pudimos superar”.

Martha había sido abogada en su país natal y al llegar a este país tuvo que hacer toda la acreditación legal de su carrera. “Nunca me imaginé que, al hacer práctica de mi carrera, me encontraría con los ‘Welcome Centres’ de Ontario y allí fue donde descubrí toda esta situación de nuestras familias inmigrantes. Fue allí donde pude darme cuenta de que la parte legal y la parte humana de mi carrera podían combinarse”.

Manifestó, sabiendo que el proyecto de inversión había que descartarlo, que poco a poco ese trabajo de ‘placement’ “se convirtió en mi pasión en aras de un sector que fue el de las comunidades hispano-latinoamericana”.

Martha Samer ha trabajado en diferentes organizaciones multiculturales, entre ellas la junta del Distrito de Educación Católica, “donde he podido entrevistar a numerosas familias y conocer la difícil realidad que viven, dándoles asistencia legal”.

A raíz de este trabajo social, manifestó que “empezamos a conectarnos con redes de grupos de trabajo entre ellos, Bussiness Latinex Working, junto a socios mexicanos y venezolanos, conduciendo talleres y eventos para congregar a profesionales y emprendedores, con el fin de que se conozcan entre ellos y se conecten con diferentes áreas de trabajo”.

De esa labor de asesoría, Martha y sus socios formaron una asociación sin fines de lucro llamada CALA o Community Association por the Advancement of Latin American, cuyo objetivo principal es llegar a mujeres y jóvenes con ciertos liderazgos.

Tiene en YouTube un programa de televisión creado por Destiny Production, denominado “Destino a Canadá con Martha Samer”, con sucursales en Estados Unidos y Perú, con una plataforma informativa para las personas que deciden solicitar ingreso a este país, y también para los inmigrantes que vienen sin las informaciones suficientes para poder lograr los objetivos de radicarse en Canadá.

“Cada viernes, el programa tiene 10 minutos de informaciones, cuyo contenido está avalado por profesionales hispano-canadienses acreditados en el país”, especificó.

“Tengo la oportunidad de entrevistar abogados, médicos, profesores de colegios y universidades, estudiantes internacionales, profesionales en el área de los Derechos humanos, para que den sus orientaciones a los miembros de nuestras comunidades”, agregó.

Al hablar de las dificultades de los recién llegados a Canadá dijo que “no todas las personas tienen la oportunidad de organizarse antes de salir de su país. Toman una decisión rápida, tal vez de solicitar el refugio, y no hay mucho tiempo para pensar y programar una agenda de lo que van a hacer aquí”.

Dijo que, como en su caso ocurrió, “lo importante es que se tenga una visión clara de poder escoger, incluso la ciudad donde quiere vivir en Canadá, cosas que muchas personas no tienen ninguna opción para hacerlo”.

Agregó que no todos tienen el privilegio de lograr una residencia permanente desde su país y tienen que batallar para lograrlo en Canadá, muchas veces a expensas de las familias. Programas como “Destino a Canadá” son fundamentales para orientar a las personas sobre lo que deben hacer desde fuera y desde dentro del país. En ese sentido proveemos información que requieren para poder ajustarse a la vida en este país”.

Explicó que en todas las áreas de su trabajo ha podido descubrir el valor que tienen las relaciones humanas para poder ayudar a otros a rehacer sus vidas fuera de su país de origen.

Ha sido en contacto con personas de diferentes países “lo que me ha ayudado a comprender la necesidad del trabajo comunitario. Ayudarlos a asentarse tratando con asuntos legales, de inmigración, de salud y otros aspectos de la vida para que se establezcan en esta sociedad”.

En cuanto a sus expectativas, dijo que “una vez que uno llega a Canadá la ve como una tierra bendita. No quieres volver a tu país, porque aquí hay tolerancia y encuentras una serie de valores a los que te acostumbras y defiendes, en un ambiente de paz”.

Lo importante para Martha ha sido encontrar una amplia comunidad que “me ha abierto los brazos y donde he podido superar todas las barreras que supone llegar a un país donde terminas rehaciendo tu vida, amando a quienes estás destinada a servir”.