Emilce Quevedo, directora del documental ‘Nosotras’, refuta ese mito que es muy frecuente en las mujeres latinoamericanas
POR VANESA BERENSTEIN* / TORONTO.
Emilce Quevedo es una cineasta colombiana residente en la ciudad de Sudbury, en el norte de Ontario. Su primer largometraje documental Nosotras se estrenó en el último mes de Mayo en el Hot Docs Canadian International Documentary Festival. En la primera escena una mujer joven contrae matrimonio y esa boda abre un abismo de temores e interrogantes en su interior que no se asemeja en nada al ideal prometido en los cuentos de hadas. Así comienza un recorrido personal e íntimo para explorar la poderosa huella del patriarcado en la violencia perpetrada por los hombres en el interior de su familia.
Finaliza la función del estreno con su posterior sesión de preguntas y respuestas y la cineasta se demora en salir de la sala, mucho más de lo habitual. Quienes la esperan en los pasillos del multicine se miran con curiosidad. Cuando nos sentamos a conversar unos días más tarde se devela el misterio. Un grupo de mujeres se acercó para seguir conversando, necesitaban compartir sus propias historias y cuánto les había llegado la película. Quevedo explica “Quería que en la premiere mundial haya mujeres que estén en situaciones similares, que estén pasando por casos de violencia intrafamiliar o que estén en programas de acogida, mujeres migrantes”. La realizadora inició una campaña para invitarlas a las funciones. El programa en español del Toronto Rape Crisis Center respondió a la inicitativa y actuó como intermediario para llegar a ellas. “Para mi la presencia de estas mujeres fue muy importante”, resalta.
PREGUNTA: Me gustaría que nos cuentes un poco de tu historia y tus comienzos como cineasta.
RESPUESTA: Mi mami es de Santander pero se fue a la ciudad de Bogotá, donde nacimos mis dos hermanas y yo. Ahí conoció a mi padre que era policía. Siempre fuimos una familia de escasos recursos. Mi mami estaba en la casa en contra de lo que quería, que era trabajar y estudiar, pero mi padre no se lo permitía. A mí me interesaban mucho las artes y lo social y terminé estudiando comunicación social con énfasis en audiovisual. Tambien gané una beca en la Universidad del Valle en Cali para el Diplomado Internacional en Documental de Creación que llevaba profesores documentalistas de todo el mundo.
Mi práctica social y mi tesis de la carrera de comunicación fueron en la zona del Magdalena Medio, que era zona de conflicto. Mi tesis fue sobre salud sexual y reproductiva. Ahí empecé a escuchar cómo las mujeres no tenían derecho a planificar porque los hombres pensaban que eran infieles donde planificaran. Conocí a una mujer que tuvo 22 hijos. Pero los hombres en cambio, en la ribera, tenían dos hogares a la vez. Pasaban media semana en la casa de una y media semana en la casa de otra. Y creo que ahí fue el primer momento en que me acerqué a los derechos de la mujer.
P: ¿Cómo aparece la idea del film a partir de este incipiente interés por los derechos de las mujeres al tomar contacto con esta realidad?
R: Fue una búsqueda que empezó desde lo personal, una necesidad para yo entender el miedo a empezar una vida de pareja. Partió de preguntarme por qué las mujeres de mi familia tienen tanto dolor y se han quedado en el pasado. Necesitaba entender a mi madre.
El documental empieza donde yo decido finalmente casarme. Yo tenía temor a casarme porque ninguna de las mujeres de mi familia había tenido un primer matrimonio que fuera al menos funcional. Todas las mujeres una vez se casaban perdían su libertad. Siempre estaban en la casa, atendiendo los hijos o el marido. Pero cuando me caso, si bien yo había sido siempre muy activa y alegre, empecé a encerrarme en la casa. Me desconocía. No sabía qué me estaba pasando. Una de mis hermanas vivía en Buenos Aires y me fui para allá, recién casada. Estando en Argentina, en un viaje a Mendoza de 13 horas en autobus sola, en el camino entre las montañas, algo se activó. Me dije “necesito hacer un documental”. Pero el documental iba a ser sobre mi hermano desaparecido, un hermano fruto del primer matrimonio de mi madre.
P: ¿Y cómo se produjo el cambio de foco del proyecto?
R: Mi abuela estaba en Bogotá porque le iban a hacer una cirugía. Era el día de la madre y yo pensaba ir a preguntarle a ella sobre mi hermano. Todas sus hijas estaban alrededor. Se supone que era un momento emocionante. Pero todas empezaron a echarle vainas. Le decían que ella las había obligado a casarse, que las habían entregado. Y en ese momento me dije que el documental que necesitábamos no era sobre mi hermano que lleva 20 años desaparecido. Es el documental de nosotras, de cómo tenemos tanto dolor entre las madres y las hijas. Cómo hay tanta rabia. ¿Y por qué estamos haciendo reproches en la celebración del día de la madre? Y ese día nació Nosotras, el documental.
P: ¿Hay algo qué quisieras decirles a las y los espectadores sobre tu película, especialmente a las mujeres?
R: Me parece muy importante conocer el pasado y más si decides tener hijos, pues no los vas a llevar por delante con toda tu historia. Entonces yo les quisiera decir a las mujeres principalmente, que hay que hablar, que no hay que callar, que siempre va a haber una mujer dispuesta a escucharnos, una amiga, un centro de ayuda donde puedes ir, que nos dejemos de sentir culpables, porque básicamente hemos estado sustentadas y paradas sobre la culpa. Y las mujeres que han sido abusadas o golpeadas, muchas veces sienten que se lo buscaron o que fue consecuencia de algo que hicieron. Y esto no es así. Es un entramado muy grande que es el patriarcado.
*Vanesa Berenstein es la encargada de programación del Festival de Cine Latinoamericano de Toronto (LATAFF)