Las minorías invisibles dentro de la mayoría visible

FRANCISCO REYES / TORONTO /
El miércoles de la semana pasada, la Oficina de Estadísticas de Canadá dio a conocer los datos del Censo 2016 sobre la identidad de los habitantes de este país.

De acuerdo con esa institución federal, el 51.5% de los encuestados en Toronto se define como miembro de comunidades de minorías visibles. Un ligero aumento con respecto al Censo 2011, que registró un 49%. En la GTA, el 48.8% de las personas censadas dijo pertenecer a dichas minorías.

Las cifras van mucho más allá del simple color de la piel. Conforme al censo, este país es en la actualidad hogar de millones de personas pertenecientes a 250 orígenes étnicos distintos, de las más disímiles culturas y religiones del mundo.

Las estadísticas hacen un aparte con la población aborigen canadiense, integrada por comunidades de las Primeras Naciones, inuit y métis, cuya tasa de crecimiento ha sorprendido en los últimos años, aumentando a 1.7 millones de miembros, según el censo del 2016, y que en los próximos 20 años se proyecta alcanzar 2.5 millones.

Las principales corrientes migratorias proceden de Asia, mientras que la inmigración africana se ha colocado por encima de la europea.

En términos interpretativos, el componente poblacional de Toronto y de la GTA es el más diverso producto de la inmigración de los últimos 50 años. En lo que respecta al territorio nacional, conforme las estadísticas, una de cada seis personas que viven en Canadá nació fuera de sus fronteras.

El país sigue siendo el más multicultural del mundo. Esto sugiere que cada comunidad étnica cuenta, en términos axiológicos y de los aportes económicos y culturales que hace a la sociedad canadiense, no obstante la discriminación y la xenofobia.

La mano de obra en fábricas e industrias canadienses procede mayormente de los inmigrantes. A esto se agrega su presencia en los sectores de hospitalidad, limpieza, servicio doméstico, de taxis, empresas de seguridad, compañías de transporte pesado y labores agrícolas, entre otras áreas de la economía global.

El Censo 2016 predice una tendencia clara: en pocas décadas, la población canadiense ya no será predominantemente anglosajona sino una mezcla de grupos étnicos que tendrán que apuntar hacia objetivos comunes para convivir sin forcejeos en una sociedad caracterizada por la diversidad cultural.

¿Cómo haremos para que las voces heterogéneas sean escuchadas sin obstáculos en los tres niveles de gobierno y en las organizaciones que trabajan directamente con inmigrantes?
¿Quiénes nos gobiernan actualmente y quiénes nos gobernarán, tomando en cuenta que las “minorías visibles” se han convertido oficialmente en la mayoría?

Para que se tenga una idea clara del reto político que esto significa para los inmigrantes, por encima del 51.5% de “minorías visibles” en Toronto, hay otras ciudades, principalmente del área 905, que superan esta cifra: Mississauga (57.2%), Brampton (73.3%). En lugares como Markham y Scarborough se eleva a 90%.

Eso no significa que las comunidades de la mayoría oficial alcancen de inmediato representatividad completa. Lo cual quiere decir que seguirán siendo “minorías invisibles” dentro de una mayoría visible, tomadas en cuenta por ciertos sectores sólo durante las campañas electorales.

En el Consejo Municipal de Toronto, de los 45 miembros que lo integran sólo cinco provienen de minorías visibles, incluyendo al alcalde John Tory. Por eso, hace falta preparar líderes que representen a dichas minorías en esta ciudad.

Las comunidades hispano-latinoamericanas de Toronto apenas tienen un concejal en la Alcaldía. En la Legislatura de Ontario no tenemos MPP. En la Asamblea nacional de Quebec, uno. En el Parlamento federal un solo diputado (MP) a nivel nacional.

Estamos creciendo numéricamente pero nuestra participación política es casi nula. Es cierto que lanzar candidatura conlleva a inversión monetaria, pero esa inversión es directamente proporcional al arrastre que entre los votantes tenga un determinado aspirante a cargo político.

Si queremos tener representatividad, es necesario que los aspirantes hispanos se preparen políticamente y hagan un trabajo encomiable en nuestras organizaciones de base.

Conlleva a mayores esfuerzos en función de la unidad de nuestras organizaciones comunitarias hispano. Romper con el individualismo y los intereses particulares que obstruyen, con el objetivo de tener una comunidad hispana aglutinada y aglutinadora.

La redacción de esta columna coincide con el lanzamiento oficial de la Escuela de Formación Cívica dada a conocer la noche del viernes pasado por el Consejo Canadiense de la Herencia Hispana (CHCH), en la clausura del “Mes de la Herencia Hispana”.

Sus objetivos estarán centrados en la formación de la conciencia ciudadana y de los líderes que potencialmente podrían representarnos en los diferentes niveles de gobierno en Canadá.

Cuando alcancemos mayor representatividad política real dejaremos de ser definitivamente “minoría invisible” dentro de la mayoría visible.
*Francisco Reyes puede ser contactado en reyesobrador@hotmail.com