GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Nada es más emocionante y atractivo que lo desconocido. Tener el coraje y la decencia de no repetir las palabras, expresiones, argumentos de otras personas, o las frases trilladas sacadas de la sabia literatura, es un reto bastante grande; pero a la vez seductor, en particular cuando se habla o escribe sobre algo tan mundano, silvestre e incontrolable como la comunicación entre seres humanos.
En días pasados sosteníamos una interesante conversación con uno de mis cercanos amigos sobre uno de nuestros temas favoritos, como arreglar el mundo y por supuesto sobre la nueva realidad de lo que está pasado en el ámbito de la comunicación. Es conocido que cada hora, por decirlo así, nace –o se muere- un website, surge un blog, una revista o una radio on-line; cientos de horas son “subidas” al ciberespacio, y muchas más son “bajadas”, así como cada día toneladas de noticias son publicadas en cientos de medios alrededor del mundo.
Pero la pregunta que nos hacíamos era sencilla: ¿y en la práctica, cómo nos estamos comunicado o qué queremos comunicar? Hoy más que nunca estamos más incomunicados que 20 años atrás cuando el Internet era una ilusión en el tercer mundo, o hace 10 años cuando YouTube hizo su aparición (por cierto brindándonos uno de los mejores pasatiempos del mundo moderno).
Con este colega, creo que coincidíamos en un punto en particular, el lector ya sea on-line o impreso quiere encontrar en los nuevos medios las opiniones–criticas-sentimientos del ser humano que escribe; por eso yo empezaba esta columna diciendo que lo desconocido es aterrador pero a la vez excitante, atreverse a criticar y, por qué no, a autocriticarse.
Admitir que tú mismo no estás a la altura de lo que deberías hacer o de lo que otros esperan de ti; aceptar que el consejo que te dio esta persona fue correcto aunque no te agradó; admitir que el camino que estas siguiendo no es el más apropiado y tener la valentía de cambiar el rumbo, de romper el círculo. Pero también rebatirle a tu amigo su idea-planteamiento-argumento por estar desviada de la realidad histórica y por no ser consecuente con sus actos.
Por ello este espacio está pensado en tratar de adentrarse en lo NO políticamente correcto, comenzando desde el primer plano, el plano personal, y buscará decirlo con buen gusto y criterio, aun y cuando debo admitir es un reto difícil, por más que uno intente alejarse o verlos desde la barrera, desde una perspectiva más externa.
A nivel de presentación y explicación quiero detallar que este espacio – Prime Time – retoma dos palabras usadas en la terminología de los medios de comunicación audiovisuales (para bien o para mal acuñada décadas atrás en USA y Canadá) y ahora entendida a nivel global como la franja de tiempo, esencialmente en la noche, que mayor cantidad de personas – audiencia- están viendo un específico programa. Es decir, queremos estar presente en ese momento cuando las personas –lectores- buscan algo importante para leer, discutir y rebatir, bastante atrevido pero retador.
Es por ello que esta columna– Prime Time – que iniciamos en esta fecha, y la que se publicará cada dos semanas, estará enfocada en abordar aquellos “issues” que están relacionados con dos enormes áreas: comunicación y política. Puede que sean la misma cosas para muchas personas, puede que se diferencien en muchos aspectos o puede que se interrelacionen en otras, lo cierto es que esa dos áreas determinan gran parte de nuestra vida diaria, fijan mucha de nuestra pauta cotidiana, y establecen muchos de los patrones que seguimos para bien o para mal.
Recientemente Mark Zuckerberg, el genio moderno del Internet y padre del famoso Facebook, escribiendo en su blog personal, se embarcó en una campaña de leer un libro cada dos semanas y lo divulgó a su millones de seguidores, como una muestra que los compromisos cuando son públicos es difícil incumplirlos. Obviamente, no pretendo tener los fans de Zuckerberg, sólo retornaré su acción, cada dos semana mi columna. Lo prometo y lo hago público. Por ello la próxima entrega será: “Una Cuba Libre y dos hot dogs”.
Atrevido quizás, el primer hervor de un intento por acercarse a los temas cotidianos desde una perspectiva personal. Hasta la próxima.