OSCAR VIGIL / TORONTO /
Sus padres lo bautizaron con el nombre ‘Carlos Henríquez Consalvi’, pero cuando llegó a El Salvador, justo el 24 de diciembre de 1980, la entonces guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) lo invitó a aceptar la palabra de la revolución y le comenzó a llamar “Santiago”. Desde entonces, Santiago se convirtió en una leyenda.
Son muchos los salvadoreños y latinoamericanos que recuerdan que cada tarde, a las 6:00 en punto, desde las profundidades de las montañas de El Salvador se escuchaba una voz que gritaba a los cuatro vientos: “Transmite, Radio Venceremos, voz oficial del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, emitiendo su señal guerrillera desde El Salvador, Centroamérica, territorio en combate contra la opresión y el imperialismo”.
Era la voz de Santiago, el venezolano convertido en salvadoreño que durante 12 años acompañó a las filas guerrilleras para dar a conocer la otra versión de la guerra, la versión desde la otra línea del combate, desde la opción de los campesinos y estudiantes que enfrentaron la entonces dictadura militar salvadoreña.
La semana pasada Santiago estuvo de visita en Toronto para participar como ponente en una conferencia de la Universidad de York, ahora como Director del Museo de la Palabra y de la Imagen (MUPI), una entidad sin fines de lucro que desde que finalizó la guerra civil en el año 1992 se ha dedicado a tratar de recuperar la memoria histórica del pueblo salvadoreño.
Una tarea nada fácil de lograr, según dice el exguerrillero, quien aprovechó la oportunidad para mostrar una exhibición sobre los contenidos del museo, así como también para presentar su más reciente libro, “Los mendigos me amaban”, en el cual rescata la historia de Ernesto Interiano, un férreo opositor a la dictadura militar salvadoreña de los años 40.
PREGUNTA: 25 años después de finalizada la guerra, ¿cómo están procesando los salvadoreños ese momento histórico que vivió el país?
SANTIAGO: Son percepciones muy diversas. Nosotros estamos trabajando en zonas de comunidades que vivieron todo el proceso y que vivieron el fenómeno del desplazamiento, de los refugios, de la repatriación, de la lucha en sí, y ahí hay una energía por la memoria, desde las mismas comunidades, que están haciendo cosas maravillosas. En una de esas comunidades, Arcatao, por ejemplo, un grupo de mujeres está formando jóvenes en el tema de la memoria y en construcción de ciudadanía y de paz. Sin embargo, hay otros sectores que no vivieron la guerra que tienen una gran indiferencia.
P: Y a la sociedad en su conjunto ¿le interesa el pasado, su historia?
S: La experiencia que tenemos en el museo es que cada vez que hacemos una propuesta sobre temas de historia y de memoria, la respuesta es masiva. Hacemos actividades en el museo regional de occidente y hay centenares de personas que se acercan. El museo ya ha ganado espacios de cierto respecto. Entonces, como te digo, es un tema muy diverso que tiene que ver con las experiencias personales de cada quien.
P: Los medios masivos de comunicación, ¿cómo manejan este tema de la memoria histórica?
S: Los medios están empeñados en sus agendas políticas y ni siquiera abordan el tema cultural, no hablemos de la memoria histórica. Los espacios que los medios dan a los jóvenes artistas, a los pintores, a los libros que están apareciendo permanentemente, etc., están completamente cerrados. Más les interesa informar sobre lo que pasa en Hollywood o lo que hace la farándula internacional, que la temática cultural.
P: ¿Cómo crees que ve el salvadoreño promedio la época de la guerra civil?
S: En este momento la percepción que tiene es que la guerra no finalizó. Hemos estamos viendo esta escalada de violencia y estos fenómenos de violencia durante toda la postguerra. Durante los últimos veintitantos años la sociedad cerró los ojos, se tapó los oídos, se tapó la boca y dejó que ese germen de violencia, que pudo haber tenido intervenciones de prevención y de atajo a ese despeñadero en que nos hemos metido, siguiera. Y ahí están los resultados.
P: ¿Qué hace el MUPI en la búsqueda de la recuperación de la memoria histórica?
S: El museo ha acompañado a diversas comunidades en la sistematización de diversas memorias. Permanentemente las comunidades vienen al museo para reclamarnos porque hemos hecho un libro sobre “x”, otro sobre “y”, y nos preguntan: “¿y nosotros qué?”. Esa es una dinámica que nos sumerge en un trabajo enloquecedor, porque lo que hacemos es ir a las comunidades y escucharlos, hacer grabaciones, videos, y de esa manera fijar la memoria de estas comunidades. Pero no la memoria para anclarse en el pasado, sino que para acompañar sus luchas actuales.
P: ¿Que ofrece el museo en este momento?
S: Está ofreciendo alrededor de 22 exposiciones sobre identidad, cultura, memoria, publicaciones, libros, películas, talleres, y en fin un espacio de reflexión para escrutar los problemas sociales más que nos están afectando, como es la inmigración y la violencia. La página web del museo (www.museo.com.sv) da a la comunidad la posibilidad de acceder a los libros y a las películas “de choto” (gratis), como decimos los salvadoreños.