CHIQUI RAMÍREZ / TORONTO /
Para los que vivimos en un país del primer mundo, resulta sorprendente leer en los periódicos locales que algunos alcaldes de Canadá acostumbran rezar el Padre Nuestro antes de las reuniones del Consejo Municipal.
Si, aunque cueste creerlo, el alcalde de Oshawa, John Henry, asegura que va a continuar rezando el Padre Nuestro antes de los mítines de trabajo aun cuando la Suprema Corte de Apelaciones de Canadá ordenó suspender dicha práctica, mientras otros alcaldes estudian suspenderla.
Las prácticas o creencias religiosas no pueden ser impuestas a los miembros de un colectivo Estatal, Provincial ni Municipal, ni en empresas privadas ya que viola los derechos de libertad de culto y diversidad religiosa que ha caracterizado a Canadá.
Después de ocho años de lucha legal encabezada por el ateo Alain Simoneau y la organización secular contra el alcalde Jean Tremblay, de Saguenay, Quebec, lograron que la Corte Suprema de Canadá ordenara la suspensión de rezar el Padre Nuestro Católico antes de iniciar los mítines de trabajo municipales, ya que dicha práctica viola la carta de la Libertad de los Derechos Humanos en este país.
Rezar el Padre Nuestro católico y / o protestante antes de iniciar una reunión de trabajo municipal ha sido una práctica rutinaria en Saguenay por el alcalde Jean Tremblay; en Levis, Quebec, por el alcalde Daniel Roy-Marinelli; por el alcalde de Oshawa John Henry; de Brampton la alcaldesa Lynda Jeffrey; de Ottawa el alcalde Jim Watson; de Mississagua la alcaldesa Bony Crombie; en New Brunswick el alcalde Robert Berry, y en otras tantas municipalidades que se viola la libertad religiosa y Derechos Humanos de los no católicos o no creyentes miembros de los Consejos Municipales.
Dicha decisión de la Corte Suprema de Apelaciones impactó de la misma manera a través de Canadá, golpeando al alcalde de Oshawa, John Henry, quien aseguró que él seguirá rezando el Padre Nuestro cristiano antes de cada mitin del Consejo municipal.
Jim Watson, al alcalde de Levis, Quebec, y la alcaldía de New Brunswik, están estudiando suspender dicha práctica de imposición religiosa, mientras que las alcaldesas y alcaldes de Mississagua, Brampton, Ottawa y Levis han dejado de hacerla.
Si bien todas las religiones “tratan” de mostrar caminos de “normas morales”, pedir protección para negocios limpios o sucios, ¿qué pasaría si en Canadá ganara una alcaldía un musulmán, un judío, un sikh, un hindú, y pidiera que lo acompañaran en una reflexión o una oración para pedirle a su Dios que los protegiera en una reunión de trabajo municipal? ¿O en una empresa privada?
¿Católicos y protestantes que ahora se auto llaman cristianos aceptarían doblar las rodillas y tocar el suelo con la frente para conservar su trabajo? ¿O que se pidiera a las mujeres que trabajan en los organismos de Estado o en empresas privadas que usaran burka porque el alcalde o dueño del negocio tiene determinada creencia religiosa?
En el siglo XXI los extremismos religiosos nos siguen golpeando, provocando guerras que se justifican en nombre del Dios verdadero, de la tierra prometida. Guerras que al fin de cuentas sólo favorecen a los grandes productores de armamento, acarreando sufrimiento, muerte, desolación, orfandad y más intolerancia, más odio y venganzas.
En nombre de Dios se cometió el genocidio Canadiense; el genocidio contra el pueblo armenio; contra los judíos; el genocidio contra el pueblo Ixil-Maya en Guatemala con el pastor de la iglesia del Verbo Efraín Ríos Montt. La lista es larga y más larga, triste e inaceptable es la intolerancia humana.
“Los caminos del verdadero Dios” que cada religión reclama, la imposición de las prácticas religiosas no pueden ser aceptadas en una democracia, ya que debe ser la opción personal de cada individuo, para que las haga suyas, las interiorice y experimente cambios en su vida diaria de manera radical extremista o con tolerancia hacia todos aquellos que no creen, piensan ni profesan de la misma manera.
Por esa razón gracias señor Alain Simoneau y la organización secular contra el alcalde Jean Tremblay de Saguenay por esta batalla ganada, y a los señores jueces y juezas de la Corte Suprema de Canadá que manteniendo la independencia judicial hacen cumplir la ley como debe ser en una democracia.
*Chiqui Ramírez puede ser contactada en ixlajuj@gmail.com