La desinformación crece cuando nos olvidamos del contexto

POR GILBERTO ROGEL / TORONTO /

Los trágicos acontecimientos en el Medio Oriente han venido a trastocar nuestra vida diaria y nos están obligando a repensar la forma en que consumimos y procesamos las toneladas de información que nos llegan por todos lados, la cual muchas veces es tergiversada y tendenciosa.

En esta columna no pretendemos entrar en el debate interminable de quien tiene la razón (la verdad) o quien es menos peor. Por principio es claro e innegable que cuando civiles son tomados como objetivos militares es un acto condenable a todas luces, además viene a confirmar que todas las guerras o conflictos siempre van a generar más violencia, luto, destrucción y, sobre todo, mucho más odio.

Y precisamente esto es lo que hemos visto en los últimos días en las pantallas de la televisión o leído en nuestros teléfonos inteligentes. El conflicto entre israelíes y palestinos no se puede reducir a simples actos de terror por un lado y defensa del otro o viceversa. Es algo mucho más complejo y con un contexto que debe entenderse en su real dimensión.

Un rápido recorrido por las principales grandes cadenas informativas canadienses o estadounidenses – con muy pocas excepciones- casi siempre ponen a un lado del conflicto como los buenos, mientras los otros son los muy malos, un lenguaje típico de todo conflicto.

Esta quizás es una de las partes más difíciles de adentrarse si no se cuenta con el debido entendimiento del conflicto Palestino-Israelí. El contexto define el enfoque. “Una información sin contexto y con una sola fuente no es periodismo informativo, puede ser cualquier cosa pero no material periodístico”, nos decía hace más de 30 años uno de mis profesores universitarios.

Escuchar o ver una sola versión sin cuestionar los hechos es algo que se ha vuelto normal en la media occidental durante estos últimos días, principalmente cuando nos tratan de vender la “Historia Completa” pero sin entrar en los detalles del origen o en ubicar los hechos en su respectivo contexto. No se puede esperar que los periodistas sean 100% imparciales, (es imposible por nuestra condición humana) pero sí esperamos que el trabajo de estos sea bastante balanceado y profesional.

En mi opinión acá entra en juego un actor que está tratando cambiar esta dinámica, en un sentido positivo periodísticamente hablando. El papel que ha jugado la cadena Qatarí Al Jazeera ha venido a darle voz al otro lado de la noticia y del conflicto. Para algunos críticos el hecho que Al Jazeera sea financiada 100% por el gobierno árabe de Qatar le resta credibilidad; sin embargo, el rol que ha jugado ha permitido que millones de personas puedan obtener el debido contexto para entender las raíces de este devastador conflicto.

Al momento de escribir esta columna todavía no se conoce el desenlace de este conflicto, pero desde ya podemos asegurar que nuevamente la cordura y la sensatez serán las perdedoras, ante las posturas intransigentes y guerristas de muchos dirigentes políticos, quienes se abrogan el derecho a creer que poseen la verdad absoluta. Es nuestra responsabilidad civil educarnos entendiendo las naturalezas y raíces de todo conflicto, ya que solo de esta manera evitaremos adoptar posturas intransigentes y sesgadas que bloquean nuestro desarrollo personal y comunitario.