POR ALEXANDER GAY* / OTTAWA /
Las recientes elecciones estadounidenses y la entrada en vigor de medidas de inmigración más duras contra los ilegales en Estados Unidos han sembrado cierto pánico en Canadá, donde algunos temen que las fronteras canadienses se vean inundadas por oleadas de emigrantes hispanos que temen ser deportados de Estados Unidos.
La gran mayoría de estos inmigrantes procederán de América Latina y, en muchos casos, habrán huido de la persecución política y la privación de derechos económicos. Aunque los medios de comunicación canadienses se han centrado recientemente en la preparación de las instituciones canadienses en la frontera, apenas se ha prestado atención a la otra cara de la historia, a saber, la capacidad de la comunidad hispana para apoyar a estos inmigrantes.
La comunidad hispana canadiense es nueva en este país. Los patrones migratorios comenzaron en la década de 1970 con la primera oleada de emigrantes que huían de la dictadura de Francisco Franco en España. Sin embargo, tras la muerte de Franco en 1976, varios de estos emigrantes regresaron a España, sólo para ser absorbidos por chilenos que huían de la persecución del general Pinochet. Rápidamente les siguieron emigrantes procedentes de Centroamérica, que experimentaron una gran agitación social y política en países como El Salvador y Honduras.
La ola hispana continuó en la década de 1980 y más allá, donde un gran número de emigrantes procedían de México, Venezuela y Colombia. Los patrones migratorios son muy recientes. El número de hispanos en este país ha aumentado hasta cerca de 1,6 millones, repartidos por igual entre Quebec y Ontario. Los hispanos son ahora uno de los grupos minoritarios de más rápido crecimiento en Canadá, un grupo que ya no puede ser ignorado.
La comunidad hispana ha tenido algunas dificultades para organizarse, lo que ha retrasado el desarrollo de instituciones comunitarias. Aunque comparte valores e idioma, también es una comunidad profundamente dividida en líneas nacionales. Sin embargo, a pesar de estas divisiones políticas, existen realidades socioeconómicas que afectan a toda la comunidad, independientemente del país de origen.
Los hispanos en su conjunto tienen una de las tasas de abandono escolar más altas de la GTA, la tercera tasa de encarcelamiento más alta de Canadá y unos niveles de ingresos inferiores en un 20% a la media nacional. Son realidades que afectan a toda la comunidad.
La reciente llegada de hispanos y la dificultad que han tenido para unirse como grupo cohesionado ha retrasado el desarrollo de las instituciones hispanas. Por ejemplo, en la actualidad, la comunidad cuenta con menos de 600 abogados en Canadá, con un 50% que lleva menos de 5 años en el colegio. Si se tiene en cuenta que cerca del 50% de los emigrantes hispanos no son bilingües, la comprensión de la lengua española reviste cierta importancia a la hora de prestar asistencia jurídica.
El Colegio de Abogados de Quebec, por ejemplo, llevó a cabo un análisis y llegó a la conclusión de que la comunidad hispana tiene una de las tasas más bajas de representación legal de todas las comunidades de Quebec. Lo mismo puede decirse a nivel nacional. La comunidad hispana representa el mayor número de solicitantes de refugio en Canadá. Todas las apelaciones del Immigration Refugee Board (IRB) son vistas por jueces designados por el gobierno federal, para los que Canadá no tiene jueces hispanos.
La comunidad hispana ha sido ignorada o dada por sentada por los políticos a todos los niveles. La situación es casi cómica. Sólo recientemente el gobierno federal ha reconocido que la comunidad hispana asciende a 1,6 millones de personas. Hasta hace unos años, el gobierno federal excluía del censo a las personas procedentes de Cuba y la República Dominicana, por razones que no tienen mucho sentido. La comunidad hispana ha tenido que intervenir en numerosas ocasiones para exigir que ajustaran las cifras. El problema también ha sido que la comunidad está muy repartida en diferentes circunscripciones electorales y donde los votos tienen poco impacto en el resultado global de unas elecciones. Todo ello ha permitido a los políticos ignorar a la comunidad. Los liberales llegaron incluso a enviar a Pablo Rodríguez a Florida para que asistiera a programas de radio y televisión y aconsejara a la comunidad hispana que no viniera al Norte, todo ello en un intento de ahuyentar la emigración.
Las vulnerabilidades de la comunidad hispana son evidentes, y sin embargo no se menciona en los medios de comunicación. La respuesta institucional de la RPMC y de Aduanas de Canadá a los inmigrantes forma parte de la ecuación. La otra mitad de la ecuación que se ignora es la preparación de la comunidad hispana para recibir a estos migrantes. La respuesta de la comunidad es fundamental. Tanto la ausencia de unificación por parte de esta comunidad como la falta de apoyo y reconocimiento por parte del gobierno han retrasado el desarrollo de esta comunidad que ahora representa un enorme problema no sólo para estos migrantes, sino para Canadá en su conjunto.
*Alexander Gay es abogado general en litigios del Departamento de Justicia de Canadá. Mantiene una amplia práctica en litigios civiles, con énfasis en disputas comerciales y mercantiles.