POR GILBERTO ROGEL* / TORONTO /
En días pasados un conglomerado de medios de comunicación, reconocidos por su imparcialidad y su defensa del derecho a la libertad de expresión, divulgaron una nueva bomba sobre cómo influyentes personalidades del mundo de la política, el entretenimiento, los grandes negocios, la realeza y, para sorpresa, hasta organizaciones afiliadas a la iglesia católica, ocultan su dinero en paraísos fiscales y de esta manera no pagan los respectivos impuestos, algo que ya parece normal para cualquier ciudadano común y corriente, es decir usted y yo.
“Los Papeles de Pandora”, como se ha denominado esta investigación periodística, fue realizada durante varios meses por este grupo de medios de comunicación al escudriñar casi 12 millones de documentos (no se sorprenda amiga o amigo lector, fueron millones de documentos oficiales, nada de Fake News o documentos falsos, fueron reales) que incluyen actas de inscripción de negocios, conformación de juntas directivas, compra y venta de acciones, traspaso de propiedades y activos entre los socios, pagos ficticios, lo que usted se pueda imaginar, con el objetivo claro de ocultar el origen del dinero y sobre todo para pagar cero impuestos.
Y como era de esperarse, los nombres y apellidos latinos aparecen por doquier en esta investigación. No es extraño encontrar a reconocidas figuras políticas de nuestros países que ocultan sus fortunas en paraísos fiscales: Sebastian Piñera, ex presidente de Chile; el Presidente de La Paz, el salvadoreño Alfredo Cristiani; un par de mandatarios de Colombia y el actual mandatario hondureño, entre otros, abrieron compañías en lugar lejanos bajo artimañas contables para que no nos enteráramos del origen de sus fortunas, las cuales sin discusión tienen mucho que ver con los fondos públicos.
Como decía hace mucho tiempo un profesor universitario, que los grandes empresarios oculten cuánto ganan al año y cuanto pagan de impuestos, es casi la norma del mundo contable porque para ello las leyes están hechas a su medida. El problema es cuando un ciudadano común y corriente trata de hacerlo, entonces le cae todo el peso de la ley. Este es el caso con los “Pandora Papers”, las grandes figuras latinas señaladas han comenzado a seguir el manual respectivo, ellas y ellos no han hecho nada ilegal ya que sus abogados y contadores han seguido los procedimientos legales respectivos.
Para muchas personas, que figuras reconocidas como la cantante Shakira, el cantante Julio Iglesias, o el técnico de fútbol Pep Guardiola, entre otros, aparecieran en esta lista fue motivo de sorpresa porque muchos seguimos creyendo que estas personalidades hacen lo correcto, todo lo contrario con figuras del mundo político o del jet set internacional como el corrupto y sinvergüenza Rey Vitalicio de España, Don Juan Carlos de Borbon, quienes uno ya asume que hacen estas acciones como algo normal.
Llama también la atención que en esta lista de personalidades aparece un líder religioso mexicano, el Padre Luis Garza, líder de la organización la Legión de Cristo, una de las entidades católicas con mucha fuerza entre las elites políticas y económicas del país, y que por cierto hasta hace poco estuvo en el ojo del huracán por los abusos sexuales que muchos de los miembros cometieron contra niños y adolescentes en varias localidades de México. La pregunta que surge es por qué un líder religioso trata de ocultar miles de dólares y evadir impuestos, cuando en la práctica debería ser transparente con el dinero que recibe de los fieles católicos.
Particularmente me llama la atención cómo con la divulgación de esta caja de pandora, en donde nadie de los famosos o poco famosos que ahí aparecen puede argumentar que no sabía lo que sus contadores y abogados hacían con su plática, es que pareciera que a nuestros compatriotas en los países latinoamericanos, desde México hasta Argentina, sin excluir a ninguno, poco o nada les interesa la temática.
Por varios días se han publicado miles de palabras sobre esta información, se han presentado pruebas y documentos reales, pero hasta el momento las reacciones han sido tan tibias que uno queda preguntándose ¿entonces, a nadie le interesa que un ministro, un sacerdote, un primo de un conocido político, o un empresario de poco calibre evada impuestos? Será que estamos tan preocupados por otros temas como la inseguridad, el COVID-19, o la falta de dinero, que la corrupción y la desigualdad pueden aguantar para después. La pasividad y el desinterés social están creciendo, es hora de encontrar nuevas formas de levantar a nuestras sociedades para evitar que estos males nos sigan carcomiendo nuestros principios sociales.
*Gilberto Rogel es un periodista de origen salvadoreño radicado en Toronto, quien se especializa en temas de libertad de expresión en América Latina.