OSCAR VIGIL / TORONTO /
La semana pasada recibí una llamada telefónica de la oficina del MP Marco Mendicino, Ministro de Inmigración, Refugio y Ciudadanía, quien es el representante en el Parlamento Federal del distrito electoral en el que vivo: Eglinton—Lawrence, en Toronto.
Básicamente querían hacerme dos preguntas. La primera era si mi familia y yo estábamos bien, si enfrentábamos alguna dificultad en estos momentos de pandemia y, de ser así, si había alguna forma en que nos podían ayudar.
Ese interés por la situación que están viviendo los ciudadanos del área, en tiempos de pandemia y no electorales (¡o por lo menos eso es lo que espero, que no haya elecciones a la vuelta de la esquina!), me pareció extraordinario. Son parte de las realidades de muchos lugares en Canadá, de zonas que tienen representantes políticos que de alguna manera están pendientes de sus electores. Esa sin duda es una de las grandezas que tiene este país.
La segunda pregunta que me hicieron fue si yo pensaba que el gobierno estaba manejando bien la crisis provocada por el COVID-19 o si había algún aspecto que yo creyera debería manejarse mejor. Mi respuesta fue que obviamente siempre se pueden hacer mejor las cosas, siempre hay espacio para mejorar lo que se hace, pero que me parecía que, dada la repentina aparición del virus y la gravedad de este, el gobierno del Primer Ministro Justin Trudeau estaba manejando muy bien la situación, tanto en el aspecto meramente de salubridad como también en el área económica.
Porque para nadie es un secreto que la relativa seguridad que se vive en este país en medio de la pandemia es algo que no existe en la mayoría de los países del mundo. Solo basta ver los números de infectados, de muertes, de recuperados o de pruebas hechas en los otros países y compararlos con los números canadienses para comprobar que, obviamente con imperfecciones, en este país se está manejando bastante bien la crisis.
Un factor clave para este buen manejo ha sido sin duda el liderazgo del Primer Ministro Justin Trudeau en su trabajo conjunto con todas las provincias y territorios de Canadá, porque no hay que olvidar que tanto el área de salud como muchas otras que impactan la detección y no propagación del virus están en las manos de las provincias y de los territorios.
Pero por suerte, la mayoría de los políticos y de dirigentes de todas las tendencias han mantenido posiciones razonables y flexibles para enfrentar la crisis que nos afecta, o por lo menos las han mantenido en la mayor parte de estos casi cuatro meses de pandemia.
Al Primer Ministro Justin Trudeau hay que reconocerle ese liderazgo en el manejo exitoso de la epidemia en colaboración con los Premieres de todas las provincias y territorios, pero también hay que reconocerle la visión de futuro de cara a la toma de decisiones claves en el área económica a fin de minimizar lo más posible los efectos que va a ver el país tanto en el corto como en el mediano plazo.
Por ejemplo, el subsidio a la renta de los locales comerciales tiene un impacto contundente en la economía sobre todo de los pequeños negocios, los cuales prácticamente no han visto ingresos en casi cuatro meses de cuarentena. Igual se puede decir del subsidio a los salarios de las empresas, con lo cual se garantiza que muchas de ellas no despidan a sus trabajadores, sino que por el contrario abran más oportunidades de empleo.
Conozco a varios pequeños y medianos empresarios de la comunidad que se han visto enormemente beneficiados con estos dos subsidios. Y conozco también a muchos profesionales que se quedaron sin trabajo en esta cuarentena o a quienes sus horas laborales les fueron reducidas, a quienes el CERB les salvó de caer en difíciles situaciones económicas.
Regresando a la llamada telefónica de la oficina del MP Marco Mendicino, después de decirle que me parecía que el gobierno estaba manejando muy bien la pandemia tanto en el área de salud como económica, le hice no obstante la observación de que el Primer Ministro debía resolver a la brevedad posible el problema surgido con el programa de voluntariado pagado para los estudiantes de secundaria.
Pero aquí, le dije, el problema a resolver es garantizar que el programa comience a funcionar a la brevedad posible, dado que ya estamos a mediados de julio y con todo el escándalo provocado con el tema de la organización WE, los afectados han sido las decenas de jóvenes que ya están listos para colaborar con distintas organizaciones y a la vez asegurar fondos económicos para pagar sus estudios el próximo año escolar.
Que el Primer Ministro cometió un error de juicio al no excusarse de la discusión en la que se tomó la decisión de otorgar el manejo del programa a la organización WE no tiene discusión, y de hecho él mismo ha pedido disculpas por este error. Sin embargo, este tipo de errores siempre son posibles en momentos de emergencia como la generada por el COVID-19.
Le dije además que personalmente no me quita el sueño el escándalo que algunos dirigentes políticos de los partidos de oposición están tratando de elevar a su máxima expresión con este caso, ya que lamentablemente la politiquería existe en prácticamente todos los países del mundo, y Canadá no es la excepción.