Juan Don Naides y el arte de la identidad y la memoria en Toronto

JuanDonNaidesPURO TEJADA / TORONTO /
Entre las raíces que nos dejó el romanticismo como movimiento cultural en toda América, el criollismo es sin duda una de las raíces más poderosas. Sus robustas influencias se reflejaron en grandes autores como José Hernández, quien con su “Martín Fierro” otorga dimensiones universales a ese viril pero sensible habitante de los extremos espacios de la pampa.

Rene A. Fuentes (Santa Lucia, Uruguay) bebió temprano de estos surtidores, y sus ojos maravillados de niño captaron las esencias de aquellos seres y aquellos tiempos: hombres y mujeres templados por la vida difícil de esas latitudes, guiados por principios transparentes de solidaridad y dignidad.

El destino arrojó sus dados y Fuentes se vio años después en otras tierras y con otra lengua, pero la llama de su identidad nunca se apagó: ardían estas palabras y estos personajes en su memoria hasta el momento preciso para poder salir. Y así fue como, luego de encontrar en su alter ego Juan Don Naides la afinidad idónea, se lanza al mundo a compartir sus textos, reunidos en “Charamuscas de recuerdos, versos de Juan Don Naides” (Toronto, 2015).

“Producto -como apunta el prologuista Daniel Da Rosa Fourcade- de un trabajo de años (…) procurando conservar en su estilo propio (también logrado en este tiempo de escritura) aquella mirada “gauchesca” de nuestro país, tan particular, tan nuestra”.

Es también una obra que persigue un rescate doble: rescate de unos personajes y su modo de afrontar la vida y rescate de un habla regional que se pierde en tiempo y espacio, impregnada de sus tradiciones y sus sueños de un futuro mejor.

Y que no se engañe el lector en creer que el autor apela siempre a la risa fácil o al fresco cotidiano: los grandes temas como la muerte, la otredad, la injusticia humana, la mitología prehispánica atraviesan los versos de Don Naides, quien en medio de las chispas para encender su mate, percibe en la noche los asomos de la eternidad.

Dejo, pues, al verseador, como le gusta ser llamado, la despedida:

“Gracias por la compañía
y espero que alguna vuelta
sea por aquí o por mis pagos
lo halle pa’ pagarle el trago
que le adeudo del encuentro
porque yo tengo y mantengo
costumbres de bien nacido:
-no olvido lo prometido
y no me hago el chancho rengo-
y a la espera de otro encuentro
a mi modo campechano
los deja este verseador;
Juan Don Naides, un servidor
con un apretón de manos”.

*Puro Tejada es escritor dominicano residente en Toronto. Puede ser contactado en escribazul@gmail.com (Foto cortesía de Evoke Gallery)