FRANCISCO REYES / TORONTO /
Los rostros de los asistentes lucían macilentos, sin ninguna expresión alegre en los labios. No era para menos, al contemplar en la tarde del martes 7 de este mes copias de fotos y nombres colocados en un largo cordel en la esquina de Bloor Street y Espadina Ave, correspondientes a más de 350 líderes asesinados.
La protesta, que tuvo una duración de una hora y en la que hubo música autóctona, a partir de las 5:00 pm, formaba parte de una protesta global que se realizaba simultáneamente en distintas ciudades del mundo donde han tenido que emigrar millones de colombianos como consecuencia de los enfrentamientos guerrilleros con las fuerzas armadas regulares por más de medio siglo en ese país.
Al ascender al poder, el expresidente José Manuel Santos se propuso lograr un acuerdo de paz con los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que entró en efecto el 4 de septiembre del 2012.
Pero hay quienes se oponen al proceso y desde la sombra asesinan a líderes comunitarios que luchan por la paz, por los derechos de las comunidades étnicas, por la defensa del medioambiente y de la Amazonia en ese país. Algunos analistas opinan que, con el ascenso de Iván Duque, ganador en la segunda vuelta electoral el pasado junio, los asesinatos de líderes populares no se detendrán.
Raúl Burbano, de Fronteras Comunes, organización que agrupa a diferentes sindicatos en Canadá y realiza trabajos de solidaridad en Colombia y el resto de américa Latina, expresó que “la situación de los líderes sociales se ha vuelto muy difícil en Colombia”.
Darío Esguerra, uno de los participantes, dijo que “el acuerdo de paz se firmó para implementar una serie de reformas que dieran inicio a una paz verdadera, pero los asesinatos de líderes comunitarios han retrasado el proceso”.
Moraima Rincón, de origen colombo-venezolano, dijo que estaba en la protesta “para pedir la libertad del líder comunitario Julián Gil, encarcelado por ser socialista y por luchar por los derechos humanos”.