OSCAR VIGIL / TORONTO /
¿Se imagina las principales calles que atraviesan el centro de la ciudad libre de vehículos? ¿Con la “Bilirrubina” de Juan Luis Guerra sonando a todo volumen y las personas bailando a media calle? Eso fue exactamente lo que se vivió el domingo pasado en las calles Bloor (entre Spadina y Parliament) y Yonge (desde Bloor hasta Queen), durante la primera de dos jornadas de “Calles Abiertas” (Open Street Toronto).
La idea es simple: cerrar las calles al paso vehicular y abrirlas a los peatones. Y funciona, ya que miles de personas, entre estas decenas de hispanos, aprovecharon la ocasión para caminar o pasear en bicicleta, comprar con tranquilidad en los diversos negocios de la zona, tomar un aperitivo, y a la vez hacer un poco de actividad física.
Una familia hispana compuesta por el papá, la mamá y dos pequeñas hijas circulaba tranquilamente en sus bicicletas sobre Yonge, a la altura de College St. Su origen étnico era evidente por la conversación con acento argentino que mantenían, mientras que una pareja de jóvenes con acento colombiano hacían lo mismo pero a pie, sudorosos y aparentemente ya cansados, debido a las altas temperaturas (37 grados con el factor humedad) del día.
Más al norte, exactamente en la esquina de Bloor y Avenue Road, otra familia, papá, mamá, abuelita y nietos, hacían fila para fotografiarse en los quioscos colocados en la calle anunciando la Exposición “Viva México” que se exhibe en el Royal Ontario Museum.
Buen día, buen clima y una buena idea que a pesar de que ha contado con fuertes opositores por las probables dificultades de tráfico, va ganando cada día más y más adeptos, y promete darle a la ciudad un buen respiro de tranquilidad en sus calles.
Los programas de Calles Abiertas, también conocidas como Ciclovías, sencillamente abren las calles a la gente y la cierra a los vehículos, con lo cual fomentan la diversión, el sano esparcimiento, y también promueven la actividad física.
Los organizadores explican que en este tipo de actividades no hay ventas en las calles ni desfiles, salvo las actividades propias que los diferentes negocios de la zona pueden implementar para entretener o atraer a sus potenciales clientes.
Así, en la zona de Bloor y St. George la atracción principal era un piano color ocre prácticamente abandonado a media calle con el rótulo “tócame”. Dicho y hecho, transeúntes neófitos en el arte, así como también expertos músicos, se acercaban al instrumento para interpretar sus melodías, mientras representantes del The Royal Conservatory entregaban publicidad invitando a sus eventos culturales.
De igual forma, en Yonge y Wellesley otro negocio promocionaba clases de Yoga, con prácticas a media calle, mientras otros más hacían actividades similares.
Según los organizadores de Open Street Toronto, las ciclovías tuvieron su origen en la ciudad de Medellín, Colombia, y desde ahí se han extendido a diversas ciudades del mundo, como San José, Costa Rica; San Salvador, El Salvador; Guadalajara, México; Nueva York y Los Ángeles, Estados Unidos, y Ottawa en Canadá, entre muchas otras.
La actividad del domingo se llevó a cabo de 9:00am a 1:00 de la tarde, y según los datos del año pasado, cuando esta se realizó por primera vez, alrededor de 45 mil personas se hicieron presentes. Como respuesta al esfuerzo, el 83 por ciento de los dueños de los negocios de la zona apoyan la iniciativa, entre otras cosas obviamente porque, según una encuesta impulsada por los organizadores, más del 50 por ciento de las personas que asistieron gastaron dinero durante su paseo.
Sandra y su pequeña hija Clara, de diez años de edad, caminaron desde la estación de St George hasta el Eaton Centre, en Yonge y Queen. Sandra asegura que es una excelente idea para disfrutar de la ciudad un fin de semana. “Toronto es bonito, pero sólo se puede apreciar así, sin carros”, explicó.
Agregó que ella y su hija ya estaban cansadas de la caminada, pero que valió la pena porque era una buena forma de hacer ejercicio y de aprovechar el verano sin tener que pagar nada. “Ojalá abrieran más calles para ir a caminar en el verano”, apuntó.
El proyecto nació en el 2013, pero no fue sino hasta el 2014 que se hizo realidad, y para este año ya se programaron dos fechas de realización: el pasado 16 de agosto y el domingo 6 de septiembre. Y las expectativas son aún mayores, pues uno de los objetivos seria lograr que por lo menos toda la calle Bloor, desde High Park hasta el viaducto pueda ser declarada Calle Abierta en los próximos años, aseguran los organizadores.
Pero no todo es perfecto, porque para Antonio, que se levantó tarde ya que se desveló la noche anterior, esta ciclovía debería funcionar todo el día domingo. “Apenas es la una de la tarde y ya la van a cerrar, yo quisiera poder caminar en la tarde por Yonge sin miedo a que me atropelle un carro”, explicó.