POR GILBERTO ROGEL* / TORONTO /
Los canadienses pagamos más por los servicios de telefonía celular que muchos otros países desarrollados y esto no es novedad. Lo llamativo de este aspecto es que pese a las muchas promesas políticas electorales de rebajar los costos y subir la calidad, la mayoría de los usuarios desconocemos nuestros derechos y seguimos quejándonos, pero sin recibir respuestas a nuestras quejas.
Para cualquier recién llegado a tierras canadienses el acceso a la telefonía celular moderna es prioritario en el arduo proceso de asentamiento, principalmente para la búsqueda de trabajo, conseguir una vivienda digna y mantener activos los vínculos con el país que se ha dejado. Y es acá en donde nos llevamos uno de los primeros choques culturales y económicos: La telefonía celular es más costosa que en la mayoría de nuestros países.
Conozco a muchas personas que me han comentado que en sus países de origen los planes de telefonía celular son relativamente más baratos en comparación a los canadienses, además que la cobertura es increíble. En este punto, la mayoría de las personas traen a cuenta el caso de nuestro vecino del sur, en donde la oferta de telefonía celular es brutal, con una competencia entre compañías por doquier.
Bueno, pero de regreso a nuestro país, muchas informaciones periodísticas en los últimos años han reiterado que los reclamos contra los servicios prestados por las principales compañías telefónicas se centran principalmente en los problemas para la terminación de los contratos, incorrectos montos de pagos, además de un pésimo servicio al cliente. Las estadísticas oficiales detallan que año tras año las telefónicas ocupan los primeros lugares en las quejas de los consumidores canadienses.
Sobre este mismo aspecto, es evidente que el mercado de la telefonía celular en Canadá es lo más cercano a un oligopolio (o sea un mercado controlado por muy pocos competidores y en ciertos casos ellos mismos se ponen de acuerdo en temas afines). Y este oligopolio está controlado por las “3 Big Telecoms”, siendo estas Bell, Rogers y Telus. Estas compañías además poseen grandes participaciones en las ligas de los deportes profesionales, los espectáculos de gran escala y, por supuesto, en los medios de comunicación, por mencionar algunos.
En los últimos años he escuchado muchos reclamos de mis amigos en contra de estas compañías telefónicas, pero casi nunca he escuchado que algunas de estas quejas tengan un resultado satisfactorio para ellos. Ojo que en Canadá todos los prestadores de servicios están obligados por ley a brindar un adecuado, pronto y efectivo servicio al consumidor, sin embargo muchos de nosotros parece que desconocemos que pagamos más por este componente y que deberíamos hacer uso de él hasta las últimas instancias.
Traigo esto a cuentas, porque recientemente tuve la oportunidad de poner a prueba este sistema. En mi recibo mensual apareció un cargo extra por más de 100 dólares por una llamada telefónica de larga distancia, la cual indiscutiblemente yo no hice. Las nuevas aplicaciones de Internet han venido a ahorrarnos cientos de dólares cuando necesitamos llamar a los familiares y amigos en nuestros países de origen.
El punto es que luego de explicar mi versión de los hechos a al menos 8 representantes de “customer service”, algunos de buen genio y otros no, dos gerentes de departamento, uno de ellos extremadamente polite y excelente vendedor, y un- no tan agradable- asistente de la misma presidencia de la empresa telefónica, mi cargo fue eliminado con la aclaración que será “One in a Life”.
A raíz de este proceso que duró cerca de dos meses, recordé lo que un amigo me dijo recientemente: If you don’t ask, you don’t get… en palabras más sencillas, si nosotros no ejercitamos nuestros derechos como consumidores, compradores, usuarios de los servicios públicos, o como electores, nunca lograremos saber si realmente nuestras quejas – reclamos – demandas serán atendidas, y sobre todo si recibiremos respuestas positivas.
En conclusión, es importante que hagamos valer nuestros derechos y qué mejor momento que el que se avecina, cuando en Ontario en un poco más de un mes elegiremos nuevos representantes al parlamento provincial para los próximos cuatro años. Estos representantes en esencia son servidores del público (nosotros los votantes) y por lo tanto deben rendir cuentas de sus acciones ante aquellos que los eligieron. Si no participamos en el proceso estamos perdiendo la oportunidad que nuestras voces se escuchen y a demandar respuestas a nuestras preguntas.
*Gilberto Rogel es un periodista de origen salvadoreño radicado en Toronto, quien se especializa en temas de libertad de expresión en América Latina.