POR GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Hace unos cuantos años atrás, uno de los más reconocidos líderes de la comunidad latinoamericana en Toronto me explicó el juego de poderes entre los tres niveles de gobierno en Canadá. Según este análisis, un líder político asume que ganará una disputa pero al final sale perdiendo, pese a tener todo a su favor. No siempre tener la razón te hace un ganador.
Y precisamente este es el caso que estaría dándose en nuestro patio. Como lo hemos podido atestiguar mediante los diferentes espacios informativos la nueva alcaldesa de Toronto, Olivia Chow, no tiene ni dos semanas en el cargo y los problemas le están cayendo como por arte de magia.
Es claro que la alcaldesa no es una monedita de oro para el jefe del gobierno provincial Doug Ford, con quien desde muchos años atrás han sido evidentes sus discrepancias en muchos temas sociales. De igual manera, sería iluso pensar que el gobierno federal, encabezado por Justin Trudeau, le va a tender una mano de apoyo, partiendo de las diferencias ideológicas entre ambos.
Dicho esto, cuando uno comienza a mirar los grandes retos que experimenta la ciudad de Toronto, por mencionar: falta de vivienda para miles de personas de bajos recursos, una emergencia con el número de solicitantes de refugio sin lugar para dormir, la rampante ola de balaceras, entre otras; muchas personas ilusas creen que la alcaldesa las solucionará de la noche a la mañana.
Debemos tener claro que estos problemas que se viven en Toronto no salieron del sombrero de un practicante de magia. Estos problemas tienen raíces estructurales que se han venido incubando por años en una sociedad que ha olvidado atender a sus habitantes más necesitados y únicamente ha beneficiado a ciertas élites económicas (grandes empresarios y banqueros, etc.)
Fue muy grato ser testigo del hecho histórico cuando Olivia Chow, nacida en China y perteneciente a una familia de muy bajos recursos, logró el respaldo de miles de ciudadanos para convertirse en la primera líder femenina en ser electa como alcaldesa de una de las ciudades más grandes de Norteamérica. Pero hay que despertar de este sueño, y la realidad golpea fuerte y amerita soluciones creativas y rápidas.
No cabe lugar a discusión que la mayoría de torontonianos apoyan a la alcaldesa Chow en sus primeras posturas políticas, particularmente cuando demanda de los gobiernos provincial y federal abran sus chequeras y ayuden en los temas que les corresponde. Ojo puede que esté a punto de ganar una valiosa batalla.
Pero como decíamos al inicio, una batalla no decide una guerra, sino la estrategia de cómo se pelean cada una de ellas. Y si la historia se repite estaremos a las puertas de una larga contienda con un fuerte matiz ideológico en la cual los perdedores seremos los residentes de Toronto que demandamos acciones y respuestas rápidas y efectivas en un corto plazo.