HORACIO TEJERA / TORONTO /
En la primera columna sobre esta temática nos preguntábamos ¿de qué hablamos cuando hablamos de empoderamiento? y llegábamos a la conclusión de que el concepto alude al poder entendido, no como dominación sobre los demás, sino como capacidad de aumentar la auto-confianza, sentir orgullo por lo que se es, informarse adecuadamente, educarse, organizarse, participar en la toma de decisiones, negarse a discriminar o a ser discriminados, y aspirar a y luchar por una vida de mayor calidad y bienestar.
Y a lo largo de la nota, quedaba claro que si bien quienes se empoderan son las personas, los procesos que llevan desde la vulnerabilidad y la subordinación hacia el empoderamiento son procesos colectivos, que requieren la toma de conciencia de que, cualquiera sea el motivo de nuestra falta de poder, “no estamos solos” en lo que nos pasa.
Siendo noviembre el mes consagrado a la toma de conciencia acerca de las múltiples formas con las que se puede presentar la violencia contra las mujeres, en el marco del Proyecto Conéctate nos ha parecido pertinente realizar un ejercicio de empoderamiento a través de un viaje hacia atrás en el tiempo, hacia la década de los años 50 y 60, cuando las mujeres que hoy tienen edad de ser abuelas eran niñas.
En la época, desde ese ámbito de la cultura popular que es la publicidad, se construían imágenes idealizadas de mujeres recluidas en el ámbito de lo doméstico, sumisas, subordinadas, física y psicológicamente frágiles e inestables, intelectualmente disminuidas, y avergonzadas de su propio cuerpo. Y es importante poder recordar y analizar esas imágenes y los mensajes que trasmitían porque no existe empoderamiento sin reflexión y sin memoria.
Ese ejercicio de traer hacia nosotros viejas imágenes de un mundo no tan lejano y leerlas no desde el punto de vista del producto comercial que trataban de vender (desodorantes, jabones, planchas, vajilla, máquinas de coser, juguetes para niños, hamburguesas o ansiolíticos) sino desde la perspectiva del producto simbólico que buscaban normalizar y perpetuar (mujeres felices resignándose a ocupar los roles subordinados que les habían sido dados en función del sexo con el que habían nacido o mujeres histéricas o inadecuadas que no saben darle al hombre lo que el Hombre necesita) busca ser un ejercicio de empoderamiento en dos sentidos.
El primero, recordarle a las mujeres que hoy tienen 50 o más años que si ellas pudieron salir de ese mundo en el que la desigualdad no sólo estaba consentida sino que era algo socialmente valorado, no fue porque alguien magnánimo y poderoso hubiera decidido súbitamente emanciparlas y regalarles la posibilidad de estudiar, trabajar, llevar vidas independientes, valerse por sí mismas y tener control de sus propio cuerpo y de su sexualidad, sino que fue el fruto de la suma y la amalgama del esfuerzo de millones de mujeres que resistieron -muchas veces en soledad- dentro y fuera de sus hogares, se asociaron a pesar de las críticas que recibían, se hicieron fuertes y llegaron a ser capaces de protagonizar la mayor y más radical reforma social que haya presenciado el siglo XX.
El segundo, recordarle a las mujeres jóvenes que hoy podrían llegar a pensar que el mundo que han recibido se hizo solo, que fue siempre así y que es inamovible, que para conservar lo que ese mundo tiene de bueno y para cambiar lo que sigue siendo inadmisible (las brechas salariales, la violencia, el no reconocimiento de las tareas reproductivas y de cuidados como trabajo) les será imprescindible mirarse en el espejo de quienes fueron capaces de resquebrajar y hacer saltar en pedazos estructuras injustas que parecían eternas.
Ese viaje hacia atrás para analizar imágenes publicitarias de una época en que las mujeres cambiaron el mundo tendrá lugar a través de una webinar del proyecto Conéctate el día 2 de diciembre a las 10 am y para registrarte puedes ir a www.latinasentoronto.org
“CONÉCTATE – El Futuro ante ti” (un proyecto financiado por el Ministry of Seniors Affairs de Ontario y apoyado por el Hispanic Canadian Heritage Council y el Departamento de Español de la Universidad de Toronto) propone, a través del uso de las tecnologías de la información y la comunicación, promover el diálogo y el intercambio de experiencias y conocimientos entre diferentes generaciones de la comunidad de origen latinoamericano.