PAOLA GÓMEZ RESTREPO* / TORONTO /
Recientemente Toronto izó la bandera del orgullo, como se le llama a la bandera que identifica a la comunidad LGBTI (Lesbianas, Homosexuales, Bisexuales, Transgénero e Intermedio). Esta vez se levanta para marcar nuestro estado de alianza para con los miembros de la comunidad LGBTI, quienes han sido por años, perseguidos, escudriñados, oprimidos y victimizados por su orientación sexual, por su identificación de género o por sus elecciones de cómo desarrollar sus vidas.
Mayo 17 es el día mundial en contra de la Homofobia y la Transfobia. En este día se marca como uno en reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTI y coincide con la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, lo cual ocurrió en Mayo 17 de 1990.
Sabemos que más de 80 países tienen prácticas crueles en contra de la comunidad LGBTI, estas prácticas van desde el encarcelamiento hasta la muerte a piedra. Con este día se quiere crear conciencia y mostrar solidaridad por aquellas personas que deciden vivir sus vidas en forma diferente, este acto en sí, requiere de valentía, puesto que se han arriesgado a salir del closet en una sociedad prejuiciosa y que rechaza y margina todo y a todos quienes no piensan o viven de acuerdo a la norma del montón.
Y mientras que hablamos de salir del closet, no hablemos de esta forma tradicional, o sea, sólo en referencia a dar a conocer una orientación sexual o tendencia de género. Hablamos de como todos hemos experimentado el sentimiento de estar o salir del closet.
Todos de una u otra manera hemos vivido en un closet aunque sea temporalmente: cuando no hemos podido decirle a alguien que le amamos, o que estamos embarazadas o que tenemos cáncer, o cualquier otra conversación difícil que hayamos pospuesto porque sabemos de las posibles repercusiones.
La experiencia de estar y salir en el closet es universal, es miedosa sobre todo porque no podemos prever la reacción del receptor o si vamos a ser queridos o aceptados de la misma manera después de tal conversación.
Todos sabemos lo que significa vivir en un closet y lo oscuro de las pequeñas paredes que lo rodean, todos sabemos qué es sentir miedo, y aunque es evidente que ningún closet se parece a otro, todos sabemos que es duro. Nadie puede decir que confesar que hemos sido infieles es menos difícil que contarle a una amiga que vas a declararte en quiebra o que decirle a tu hijo o hija de 5 años que te vas a divorciar es menos difícil que dejarle saber a tus padres que no quieres ser médico. Duro es duro.
Entonces heterosexuales y LGBTI sabemos lo que es vivir en closets y probablemente hemos estados en varios durante el transcurso de nuestras vidas. Cada quien puede dar cien razones del por qué ciertos closet son más difíciles de salir que otros, pero difícil no es relativo a la experiencia, sino al sentimiento con el que se vive.
Algunas veces vivimos en closets y creemos que ellos son seguros, pero la realidad es que nadie merece vivir en uno.
Regresando a los miembros de la comunidad LGBTI, es función de los aliados, es decir, de los heterosexuales que respetan la diferencia, utilizar sus posiciones de privilegio para hablar y promover conciencia respecto a la responsabilidad común que se tiene de crear una sociedad inclusive y respetuosa de todos sus miembros.
*Paola Gómez Restrepo terminó sus estudios de Derecho y Ciencias Políticas en su nativa Colombia. Desde que llegó a Canadá ha trabajado de cerca con comunidades de inmigrantes. Es una líder comunitaria y sindical cuyo trabajo en pro de su comunidad la ha hecho acreedora a varios reconocimientos.
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