Fue homenajeada en la categoría de Derechos de los Refugiados por la admirable labor que ha realizado por más de tres décadas
POR OSCAR VIGIL / TORONTO /
Hablar con Loly Rico no es tan fácil, no porque ella no esté interesada o disponible para hacerlo, sino más bien porque las tareas del día a día en su “overcrowded” oficina prácticamente no lo permiten. Como diríamos en buen latinoamericano: con la cantidad de gente pidiendo ayuda en el FCJ Refugee Centre, ¡ahí es una locura!
La cita estaba pactada para las 5:00pm, justo a la hora en que supuestamente Loly Rico termina su jornada laboral. Pregunto por ella y me dicen que aun está ocupada, que la espere un momento. Luego me doy cuenta de que estaba tratando de resolver los problemas de varios trabajadores agrícolas temporales que estaban sufriendo abusos. Nada nuevo con relación a los abusos que se dan en este país contra los trabajadores vulnerables, y nada nuevo también de que el FCJ es uno de los pocos lugares a donde pueden acudir.
El día de la cita ya se siente el verano y me invitan a esperarla en el patio, no sé si para que disfrute del clima o porque prácticamente no hay espacio para reunirse adentro. Probablemente es por las dos cosas. El clima afuera es agradable y un enorme y viejo árbol da sombra suficiente para todo mundo, para mí, que me ubico en una de las esquinas del patio, y para un grupo de jóvenes que comienzan a llegar y se están sentando en circulo en el centro.
Aproximadamente 20 minutos después llega Loly para la entrevista pidiendo disculpas por el atraso, no hay problema, obviamente para ella y para su equipo los trabajadores vulnerables son mas importantes que una entrevista para hablar de un premio, un premio más, importante ciertamente pero nada nuevo en sus más de tres décadas que tiene trabajando a favor de los refugiados, de los inmigrantes, de los indocumentados, de las mujeres, de los trabajadores temporales y de quien sea que le pida ayuda.
Así es Loly, y así era Francisco Rico, su esposo, su compañero de vida y de batallas, con quien fundó esta organización comunitaria en 1990, cuando recién llegaban a Canadá justamente como refugiados, huyendo de la persecución y las amenazas de muerte en su natal El Salvador.
Sin preguntarle nada comienza a hablar antes de que yo siquiera encienda la grabadora, y su conversación es precisamente sobre el caso de los trabajadores temporales a los que acababa de atender, y sobre las dificultades que cada día aumentan para los inmigrantes y refugiados, y más importante quizás, sobre las ideas que tiene para ayudar a los afectados. Porque así es Loly, como también lo era Francisco, siempre pensando un paso adelante sobre lo que viene y lo que se tiene que hacer.
Ya con la grabadora encendida, al preguntarle sobre el premio que iba a recibir, me dice que está feliz porque este no es un reconocimiento solo para ella sino que para su organización, para cada uno de quienes trabajan en el FCJ, por la pasión con que se entregan a sus labores. Pero también está un poco triste, me confiesa, porque es la primera vez que va a recibir un reconocimiento de esta magnitud sola, sin su cómplice, sin el amor de su vida, quien falleció en agosto del año pasado tras una larga enfermedad.
El premio por recibir es el Women of Distinction Awards de la YWCA Toronto, que honra a mujeres extraordinarias que están mejorando las vidas de mujeres, de niñas y de personas de género diverso, e impulsando proyectos positivos y a largo plazo que están cambiando nuestras ciudades, el país y todo el mundo. Loly Rico, la Directora Ejecutiva del FCJ Refugee Centre, fue premiada en la categoría de Derechos de los Refugiados.
Le pregunto sobre el significado del reconocimiento y me dice que este ha ido cambiando con los años, porque antes casi solo se veían mujeres feministas blancas dirigiendo organizaciones, pero que ahora se ven más mujeres de color e inmigrantes al frente, mujeres como ella, que están en posiciones de liderazgo y que dan más ayuda a las mujeres, que las empoderan. Así, este premio tiene mucho significado para ella.
Y me cuenta que el FCJ nació hace ya 31 años defendiendo y apoyando los derechos de los inmigrantes, pero al principio solo daban alojamiento. Empezaron con dos cuartos, después eran ocho cuartos en otra casa, pero era solo alojamiento y acompañando a mujeres en su proceso de refugio. Ahora tienen programas para los jóvenes hijos de estas mujeres y trabajan con personas que están en situación de trata, dan orientación para el proceso de refugio, para inmigración, tienen una clínica médica para personas sin estatus, y muchos servicios más.
Hay quienes dicen que el FCJ es prácticamente la última parada del bus, donde llegan a pedir ayuda las personas que ya se sienten defraudadas por el sistema migratorio canadiense. Y les ayudan, por lo que sus oficinas siempre están llenas, repletas, ¡hasta en el patio!
También me explica que aunque la organización no estaa dirigida exclusivamente hacia mujeres, alrededor del 80 o 90 por ciento de sus clientes son mujeres. Le pregunto por qué y la respuesta es simple: porque cuando llegan las familias a solicitar ayuda, normalmente se da el concepto de tradicional de la familia, donde el hombre se va a trabajar y la mujer empieza a ver cómo establecerse. En esa lógica, siempre quién llega primero a hacer todas las preguntas de inmigración son las mujeres, las esposas, y también mujeres solas o madres solteras.
Son ya las 6:00pm y Loly me da las gracias por mi visita, se acabó mi tiempo de entrevista, ¡ahora viene algo de verdad importante! Sí, claro, a esa hora tiene reunión con el grupo de jóvenes ahí mismo, en el patio, son casi 20, inmigrantes todos. Camina unos pasos y comienza a hablar de nuevo, pero ahora en inglés: “Hola buenas tardes, bienvenidos”. Su jornada de ese día aún no termina, y con hechos me confirma qué es lo que ha hecho para ganarse el premio Women of Distinction Awards de la YWCA Toronto.