Elecciones en Ontario, una campaña sin emociones y un gobierno que olvidará sus promesas

POR GILBERTO ROGEL* / TORONTO /

En política nada está escrito en piedra y todo puede cambiar de un plumazo, sino veamos como ejemplo el disque compromiso de acuerdo de gobernabilidad entre los partidos Liberal y NDP a nivel federal. Sin embargo, hay situaciones en que este principio no funciona como tal. Y qué mejor ejemplo de esto que la próxima elección del 2 de junio en la provincia de Ontario, la cual al momento plantea un escenario bastante aburrido.

Para muchos de nosotros que venimos de cualquier país de Latinoamérica, una elección, principalmente para presidente, significa una lucha encarnizada entre los representantes de los partidos en contienda, emotivos anuncios publicitarios y, sobre todo, insultos y mensajes que sacan los trapos al sol del oponente. Bueno nada de ello ocurrirá en nuestra provincia de Ontario, y no porque los políticos sean mejores que los otros, sino simplemente porque acá la contienda casi está definida con anterioridad.

Un poco de contexto para ayudar a entender esta afirmación. Hace cuatro años, el Partido Liberal, que en ese momento era encabezado por Kathleen Wynne, sufrió una vergonzosa derrota ante el líder del partido Conservador. Un rival conocido más por las acciones de su hermano y por su poco tacto político, más que por su habilidad gerencial. Ahora es un personaje muy conocido y quizás hasta respetado en muchos círculos de la provincia, su nombre es Doug Ford, actual Premier de la provincia y quien se encamina a ojos cerrados por otro mandato de cuatro años.

En este tiempo, el Premier Ford tuvo que enfrentarse a un escenario desconocido. La llegada de la pandemia del COVID-19 parecía que golpearía con fuerza su mandato. Curiosamente, esta misma pandemia dos años después se vislumbra como una oportunidad que ha ayudado a que el político conservador se ubique adelante de sus competidores, quienes según muchos sondeos de opinión pública están relegados a unos 10 puntos de distancia.

Como muchos recordaremos, hace dos años, después de pasada la primera ola del COVID, uno de los sectores más golpeados fue el de los hogares y centros de cuidado de ancianos. Me atrevería a pensar que nadie podrá olvidar las escenas de tristeza y dolor de muchas familias al saber que sus ancianos o seres queridos fallecieron solas y solos ante la incapacidad del gobierno provincial del partido Conservador para afrontar la crisis con responsabilidad. Una comisión especial fue nombrada para investigar este hecho, pero a la fecha no se sabe nada y los resultados llegarán hasta después de las elecciones.

Pero como lo dijimos al inicio, en política nada es seguro y curiosamente los votantes también tienen memoria corta. El Premier Ford y su administración han estado en el ojo del huracán por muchas situaciones complicadas o favoritismos personales a sus amigos cercanos, por decisiones que riñen contra los criterios técnicos de preservación del medio ambiente, o por el mismo manejo antojadizo de los protocolos de salubridad para abrir la economía en los últimos meses, cuando el COVID había mermado. Sorprendentemente, y pese a todo ello, su nivel de aceptación popular se ha mantenido casi invariable en los últimos meses, con un porcentaje de casi el 40 por ciento de la población votante a nivel de la provincia.

Caso contrario ocurre con los dos principales partidos de oposición. El mapa electoral es casi el mismo que hace cuatro años, quizás con una pequeña variación en el sentido de que el Partido Liberal, según las encuestas, ha comenzado a ganar mayor aceptación de voto. Pero estas mismas mediciones también confirman que el partido que gobernó por más de 10 años y que impulsó muchas reformas sociales importantes en la provincia está muy lejano de lo que fue una década atrás.

Llama la atención cómo los liberales de Ontario no han logrado o no han podido encontrar el camino para capitalizar el performance del primer ministro Justin Trudeau, quien a nivel federal sigue manteniendo un nivel de aceptación popular bastante alto, y dejando bien atrás a sus tradicionales competidores, principalmente al Partido Conservador.

En el otro lado, tenemos al partido de la Nueva Democracia (NDP), cuyo líder provincial Andrea Horwath sigue soñando con el día en que se convierta en Premier de la provincia y creyéndose el discurso que ganaron la elección anterior solo porque salieron segundos, adelante de un Partido Liberal que hacía aguas por todos lados.

Si la lógica no falla, la elección del 2 de junio no traerá mayores sorpresas a la provincia, el Premier Ford volverá a usar su capital político y se encaminará a otros 4 años de gobierno, en los cuales vamos olvidándonos de reivindicaciones sociales para los sectores más vulnerables y los clasemedieros. En resumidas cuentas, una campaña aburrida, pero más dolorosa que todo, cuatro años más de continuar esperando cambios radicales en favor de la gente más necesitada, principalmente los inmigrantes que nos encaminamos a ser la mitad de la población de esta provincia en un corto plazo.

*Gilberto Rogel es un periodista de origen salvadoreño radicado en Toronto, quien se especializa en temas de libertad de expresión en América Latina.