POR GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Los días de verano son propicios para que miles de turistas abarrotan nuestra ciudad y se lleven una buena impresión; sin embargo, hay un elemento que no cumple con este objetivo y este es el sistema de transporte colectivo, la Comisión de Tránsito de Toronto, conocida como TTC. Es innegable que este sistema está en crisis y afecta a miles de usuarios diariamente.
En días pasados, por una lluvia matinal me vi obligado a dejar mi bicicleta en casa y tomar el TTC, lo que en otras palabras significó tomar un streetcar o tranvía y luego tomar el tren subterráneo. Como un conocedor de este sistema, sé que la información que brindan las muchas apps de tránsito casi siempre es inexacta por ello tomé tiempo extra. No sirvió de nada.
Por alguna razón que no entiendo, y quizás cuando la Inteligencia Artificial (IA) haga su aparición en el Control Room del TTC es que podremos entender por qué ciertas rutas de buses son peores que otras. Es imposible pensar que año tras año ciertas rutas afrontan los mismos issues y las autoridades lo saben, prometen cambios, pero estos nunca llegan.
Es conocido hasta la saciedad que los trenes se detienen por muchos minutos a cualquier hora, sin ninguna explicación razonable. Y para hacer más grande el problema, llama mucho la atención cómo las autoridades del TTC siguen permitiendo que muchos empleados hagan los anuncios respectivos y a la mayoría no se les entienda casi nada. Algo fuera de toda lógica moderna.
Y para poner la cereza al pastel, en días pasados uno de los desvencijados trencitos que unen a Toronto con el distrito de Scarborough se descarriló a plena luz del día con el saldo de varias personas levemente heridas. La explicación podría ser que este trencito, como un amigo me dijo una vez, hasta el viento lo tira; es decir, está anticuado y debería estar fuera de circulación desde hace años.
No cabe la menor duda que este sistema de transporte necesita una completa transformación o un makeover como dirían los expertos. Y es acá precisamente en donde entra en juego la nueva alcaldesa de Toronto, Olivia Chow, quien tiene la capacidad de dar directrices claras y urgentes para que los problemas señalados se afronten con criterios técnicos y no con ideas populistas solo para tapar el sol con el dedo.
La población de Toronto y los miles de turistas que llegan cada cierto tiempo merecen contar con un sistema confiable y oportuno. No es posible que siendo una de las cinco ciudades más grandes de Norteamérica todavía no podamos contar con un sistema de transporte público como los que ya existen en países como México y Colombia que son la envidia de sus ciudadanos.