POR GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Si el enojo de los votantes pudiera decidir el rumbo de algunos dirigentes políticos canadienses, sin lugar a discusión uno de los primeros en estar en la lista sería el Premier de Ontario, Doug Ford, quien en su quinto año de gobierno provincial parece que ha caído en desgracia con la mayoría de quienes lo eligieron.
Los datos de múltiples encuestas de opinión pública divulgados en los últimos días pintan un escenario interesante en materia política. Muchas de las personas que votaron por el actual premier no le perdonan que haya metido mano en uno de los pocos tópicos de consenso popular, la protección del medio ambiente.
Como lo hemos señalado en días pasados, el Premier Ford, valiéndose de su autoridad y violando la ley a su antojo, eliminó la protección de varias propiedades protegidas en el “Green Belt” para entregarlas a varios constructores a fin de que ellos procedieron a la construcción de cientos de viviendas, supuestamente de bajo costo.
En el papel esta decisión parecía muy encomiable en vista de la crisis de vivienda que se vive en todo el país; sin embargo, lo que no se dijo y que luego se esparció por doquier es que con este proceso amañado los únicos beneficiados con la mayor tajada fueron un grupo de influyentes donantes del Premier.
Cabe señalar que en sus cinco años de gobierno el premier Ford casi siempre ha estado metido en múltiples controversias. Primero intentó meterse a pelear con los maestros del sector público y terminó echando marcha atrás en muchas de sus acciones propuestas.
Luego y fiel a su estilo quiso meterse a recortar los fondos para la salud pública, pero no contaba con la llegada de la pandemia del Covid. De manera audaz y sorpresiva el político conservador logró captar el mensaje a tiempo y se subió al tren de la ciencia y la cordura, de esta manera posibilitó que millones de residentes lograron sus vacunas a tiempo.
Pero en política nada está escrito en piedra y todo ese capital que el premier había acumulado está en camino al precipicio, ya que la población de la provincia no le perdona que muchas de sus decisiones atentan contra un bien general, la preservación de los recursos naturales y busque el beneficio económico de un grupúsculo de sus allegados.
La tormenta política para el premier no ha escampado y sigue golpeándolo con fuerza, la única ventaja que tiene el líder conservador es que la oposición en el parlamento provincial es irrelevante y no cuenta con los votos necesarios para impulsar una investigación formal.
No cabe duda de que detrás de todo esto hay “gato encerrado” y de continuar escarbando la población de Ontario podría cambiar drásticamente de parecer sobre el rumbo político, aun y cuando hay que tomar en cuenta que para la próxima elección provincial faltan más de dos años y medio, es decir, muchas cosas pueden pasar en este periodo.