POR GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ* / MEXICO /
Tres acontecimientos ocurridos la semana pasada en América del Sur pueden ser considerados señales preocupantes de lo que podría ocurrir próximamente en esta región del planeta. El primero fue la visita realizada por el jefe de la Central de Inteligencia Americana (CIA), William J. Burns, a los presidentes Iván Duque, de Colombia, y Jair Bolsonaro, de Brasil, ambos bien conocidos por sus filias con una derecha enconada contra todo movimiento que pueda ser catalogado de izquierda o progresista.
El segundo fueron las declaraciones de Bolsonaro, en las que comentó precisamente su reunión con Burns y las preocupaciones que éste le manifestó.
El tercer elemento lo constituyó el discurso del presidente venezolano Nicolás Maduro, en el que denunció planes para atentar contra su vida, y exigió a su homólogo Joe Biden que se pronuncie al respecto. Maduro cuestionó si el presidente estadounidense había autorizado un plan para asesinar a diferentes líderes de la revolución bolivariana, según información recabada por su gobierno.
El reclamo del mandatario venezolano debe tomarse muy en serio, más aún si se considera el nefasto legado acumulado por la CIA en América Latina y otras partes de mundo, y que ha costado la vida a líderes y mandatarios revolucionarios –como el congolés Patricio Lumumba, en 1961–, y el derrocamiento de gobiernos a los que Estados Unidos ve como una amenaza para sus intereses, como ocurrió con el de Guatemala en 1954; en Chile, en 1973, y más recientemente, en Honduras, en 2009.
La visita de Burns a Suramérica fue antecedida en mayo por la del subdirector David Cohen a México, donde se reunió con el canciller Marcelo Ebrard. Oficialmente se informó que su presencia tenía que ver con temas de seguridad ante la visita que haría en junio la vicepresidenta Kamala Harris. En ese entonces analistas mexicanos hicieron notar que la visita del jefe de la CIA era algo “inusual”, toda vez que la seguridad de los gobernantes estadounidenses corre a cargo del Servicio Secreto, adscrito al Departamento de Seguridad Nacional. México, Colombia y Brasil son países clave en América Latina.
En los primeros días de este mes, Burns se reunión con el presidente colombiano Iván Duque para coordinar “una misión delicada” de seguridad, de la cual no ofrecieron detalles. Posteriormente se trasladó a Brasil, donde conversó con Bolsonaro. Tras la reunión, el mandatario brasileño declaró a los periodistas que habían analizado como están las cosas en Suramérica. “Ya no aguantamos hablar de Venezuela, pero miren Argentina, para dónde va Chile, lo que sucedió en Bolivia, volvió el grupo de Evo Morales…”, expresó.
A la visita del jefe del organismo de espionaje y acciones conspirativas estadounidenses se sumó la del jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller, a la región fronteriza colombo-venezolana.
Todo esto justifica la preocupación venezolana y da pie para pensar que se está armando algún golpe contundente contra el gobierno de Venezuela, ya que las sanciones económicas que han reducido a cero las exportaciones de petróleo de este país no han rendido el fruto esperado de destruir completamente el proyecto bolivariano. Para los círculos de poder en Estados Unidos esto debe ser de urgencia. Además de la enorme frustración que les debe de albergar porque aún no han podido imponer su voluntad en Venezuela, seguramente ven con preocupación los escenarios en Perú y Chile.
De darse la ratificación de Pedro Castillo como presidente electo peruano, como debería de suceder, lo más probable es que asuma una política exterior que tome distancia de los deseos e intereses de los estadounidenses, y actúe con un mayor sentido de unidad e integración latinoamericana más cercana al pensamiento bolivariano.
En Chile, país al que hizo referencia Bolsonaro, el panorama político se tornó sumamente interesante tras la elección de Elisa Loncón, dirigente mapuche, en la presidencia (que será rotativa) de la Convención Nacional Constituyente, un hecho realmente histórico. Al asumir el cargo, la líder indígena habló en su discurso de “refundar el país”, “profundizar la democracia” y “transformar Chile en un Estado Plurinacional”, reconociendo a aquellos sectores que han estado marginados desde que el país logró su independencia de España. A las élites chilenas y sus socios estadounidenses, que se lucraron con el derrocamiento y muerte del presidente Allende, esas palabras e ideas deben arder, porque también sugieren alguna cercanía con el proyecto político y social que Evo Morales y su partido, Movimiento al Socialismo, han estado impulsando en Bolivia.
En realidad no se cuenta con mucha información precisa acerca de lo que llegó a tramar el jefe Burns con Duque y Bolsonaro. La única certero es que, por las previas andanzas de la CIA en la región, no puede esperarse nada bueno.
*Guillermo Fernández Ampié es un periodista nicaragüense con doctorado en Estudios Latinoamericanos, quien actualmente es catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).