El eterno problema de la mala comunicación en el gobierno de Justin Trudeau

POR GILBERTO ROGEL / TORONTO /

Si algo hay evidente en el ambiente político nacional son los graves problemas de comunicación interna y externa que tiene el partido Liberal en el gobierno federal.

Subordinados que no canalizan la información oportuna a los jefes; ministros que se enteran de situaciones políticas graves por la media, y un Primer Ministro obsesionado con el centralismo de la información y con las estadísticas de las encuestas de opinión.

Los problemas de incomunicación en la administración Trudeau no son nuevos, más bien son algo que se ha vuelto rutinario. Los funcionarios del Partido Liberal han estado en el ojo público desde 2015 cuando Justin Trudeau logró destronar a Stephen Harper y sumir a los conservadores en una crisis de identidad.

Cada vez que ocurre un hecho de este tipo el Primer Ministro y sus funcionarios piden disculpas por los errores cometidos, los cuales casi siempre se atribuyen a errores de juzgamiento o al desconocimiento de la materia. Se recuerdan del mismo Primer Ministro que se fue de vacaciones a la isla privada del billonario británico Aga Khan, en un hecho que desencadenó una dura investigación y una reprimenda en el Parlamento.

En este mismo contexto, semanas atrás se conoció que el organismo de inteligencia estatal había estado al tanto de un posible involucramiento del aparato político chino en algunas elecciones en suelo canadiense. Por increíble que parezca y pese a la gravedad del hecho,  mucha de esa información nunca llegó a las manos de los funcionarios liberales encargados.

Como era de esperarse, la oposición en el Parlamento Federal ha pedido la cabeza de algunos responsables, pero la administración Trudeau ha podido capear el vendaval por el momento.

Pero si usted creyó que los problemas de los liberales terminaron ahí, se quedó corto. Por la media nos enteramos en días pasados que uno de los violadores y asesinos en serie más repudiados en el país (Paul Bernardo) que permanecía preso en una cárcel de máxima seguridad, lo cambiaron de prisión luego que su caso fue evaluado por un panel de especialistas.

La respuesta de la población fue inmediata. Un rechazo completo y la demanda de que los funcionarios políticos responsables explicaran las razones y retrocedieron en la medida.
Por la media nos enteramos de que la oficina encargada informó a la oficina del Primer Ministro casi tres meses antes de que este hecho pasara.

Pero la oficina del Primer Ministro nunca informó al Ministro de Seguridad, encargado de las prisiones. Marco Mendocino, el funcionario en cuestión, curiosamente se enteró hasta que la noticia apareció en los medios. La rabia popular era esperable. Como lo dijo un experto en la materia, ningún gobierno puede darse este lujo de falta de comunicación sin esperar repercusiones.

Y sin lugar a exageraciones, todo parece indicar que los liberales han pasado casi ocho años en el poder y puede que se mantengan otros dos, sin embargo no han aprendido de sus errores. Y estos errores le vienen como anillo al dedo al líder conservador, quien pese a su falta de carisma y empatía está ganando terreno en la mente de los y las canadienses, como lo apuntan muchas encuestas de opinión pública.