El costo de la alternancia política en Ontario

GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Hasta el día de hoy muchas personas todavía no logran salir del shock de cómo el partido Conservador apabulló la semana pasada a los Liberales en lo que hace poco tiempo fuese considerado territorio rojo, y mucho menos que el próximo Premier sea un personaje tan cuestionado en su vida pública como su corto tiempo como servidor público.

A quienes nos apasiona la política, este acontecimiento sin dudas nos ha dejado buscando respuestas sobre cómo fue posible que el candidato con menor coeficiente político – el que a donde vaya genera anticuerpos y que además en su familia política le sacan los trapos al sol por, supuestamente, no haber cuidado de los bienes de su difunto hermano- pudo llevar a su partido a una victoria sin precedentes.

Según las primeras interpretaciones, el Premier Ford, como debemos irnos acostumbrarnos a llamarlo durante los próximos cuatro años, logró magistralmente movilizar el voto que había permanecido dormido por muchos años, el voto de la población del interior de la provincia, aquella población esencialmente mayor, blanca, agricultores-granjeros, medianos empresarios, muy religiosos y, sobre todo, aquellos insatisfechos con la gestión del partido Liberal en los últimos 15 años.

Doug Ford, con 53 años de edad y con un título de un college de esta ciudad, es un empresario del sector de las viñetas y los impresos, y es conocido en la provincia luego de haber sido electo concejal de la Alcaldía de Toronto hace ocho años, pero sobre todo por ser el hermano mayor y principal asesor-estratega del anterior Alcalde de esta ciudad, Rob Ford, fallecido el año anterior pero recordado por sus episodios relacionados con drogas y alcohol y sus conocidos nexos con narcotraficantes y con personas de dudosa reputación antes de su elección, pero mucho más durante su tiempo como jefe edilicio.

De igual manera, Doug Ford también es conocido por sus propios abruptos públicos y poca diplomacia al verter sus críticas hacia todo aquello que huela a diversidad y apertura, en especial hacia las decisiones y acciones ejecutadas por partido Liberal y sus altos representantes. Por ejemplo, el Premier electo fue claro en su rechazo hacia el nuevo currículo en las escuelas públicas y el apartado referente a educación sexual, así mismo hacia el incremento en el salario mínimo y con mayor énfasis hacia la legalización en la venta de la mariguana.

Estás acciones lo llevaron a que apenas hace unas cuantas semanas atrás lanzará su candidatura para dirigir al alicaído partido Conservador en la provincia y contra todo los pronósticos -y con maniobras dudosas como la contratación de actores en uno de sus actos públicos, así como la denunciada compra de votos para imponer candidatos de su círculo cercano- logró la ganar la nominación frente a políticos de mayor arrastre y tradición en el partido.

Durante el mes de campaña electoral, Doug Ford, que según lo divulgó uno de los periódicos más influyente a nivel nacional, en años anteriores estuvo vinculado a círculos de narcotraficantes; no logró articular un mensaje conciso y específico sobre los temas que más agobian a la provincia, más por el contrario se apegó al guión que le dibujaron sus asesores electorales y rehuyó dar respuestas claras acerca de su supuesto plan de gobierno – el cuál nunca divulgó- y la manera como pretende financiar la serie de promesas que hizo en su momento.

Entre estas promesas figuran reducir en unos cuantos centavos el precio de la gasolina, lo que para los especialistas en materia económica provocará un desbalance millonario a corto plazo en las arcas de la provincia. Otra de las promesas del Premier electo fue despedir de inmediato al jefe de la empresa hidroeléctrica de Ontario- funcionario que durante el mandato liberal llegó a tener un salario mayor de 5 millones de dólares al año.

Lo grave del caso es que de cumplir Ford su promesa deberá pagarle a este funcionario un paquete de indemnización salarial arriba de los 10 millones de dólares, lo cual es también cuestionable pero a la vez será una prueba de fuego para el funcionario que ha asegurado que fue la “gente de Ontario quien lo llevó a este triunfó” y que durante su mandato “la población tendrá más dinero en los bolsillos porque habrá menos despilfarro” y por supuesto “más eficiencia en el uso del dinero de los que pagan impuestos”.

Sin lugar a duda la llegada de Ford traerá muchos cambios en la sociedad de Ontario, en especial recortes a los beneficios sociales y laborales ganados a pulso durante los años pasados. Ahora habrá que ver de dónde el nuevo Premier sacará el dinero para cumplir con su supuesto plan, pero desde ya es evidente que alguien tendrá que cargar con la parte más difícil y todo indica que serán los sectores más pobres entre los que estamos los inmigrantes y los trabajadores con pocos o nulos beneficios laborales.

Foto: The Globe and Mail