PAOLA GÓMEZ RESTREPO* / TORONTO /
Cuando en el “team meeting” de la escuela de mi hijo me quedó la sensación de que todas esas personas estaban confabuladas para aconsejarme que la mejor opción era sacar a mi niño de la escuela, porque ellos no tenían ni los recursos ni el personal para lidiar con lo que ellos creían que mi hijo tenía, la rabia y dolor aumentaban, ya saben ustedes; de esa forma en la que una dice “que me hagan a mí lo que quieran, pero a mi hijo lo dejan quieto”. Traté de quejarme y toda la gente con la que me topaba, todos blancos sin la más mínima idea de lo que significa o como se siente ser oprimido, tendían a mi minimizar mi experiencia.
Recuerdo a Irene, una mujer blanca también, directora de la guardería que mi hijo atendía, me ofreció un vaso de agua y unos cuantos números a los cuales podría llamar. No voy a negar que yo presentía que algo era diferente con mi hijo, lo que no esperaba era la ausencia de apoyo, era algo como: “ya eres menos por ser latina y encima de todo con algún tipo de condición que te hace ser aún más diferente… ¿Cuál sería el futuro? ¿Cómo se supera? ¿Dónde está el apoyo?”
Yo he peleado por cada cosa que he tenido y creo que nunca antes había peleado tanto como lo hice durante los meses que precedieron Junior JK para mi hijo. Pero lo logree; Mi hijo atendió programas de apoyo, y peleas respecto a su condición surgieron: ¿Es autismo o es que para un niño que habla todo el tiempo español en casa y en escuela habla inglés le es más difícil adaptarse al ambiente? ¿Es una o es la otra? ¿O ambas? ¿Es que es muy tímido o es que hay una deficiencia en su desarrollo? Pero en mi país, ¿no existe el autismo?
Después de dos años en JK, era tiempo de entrar a la escuela primaria, también tiempo de asistir a reuniones que determinarían si mi hijo reunía los requisitos de un niño excepcional para atender programas especiales. Y a este punto tendría que lidiar con los prejuicios de mi propia familia: “No meta al niño a esos programas que no hay nada malo con él”, “Usted nunca habló con nadie mientras crecía y aquí está, nadie la calla”. “No meta al niño a esos programas, lo va a volver bobo”. Mientras tanto, la escuela seguía diciendo que el cupo no era seguro porque había niños con más necesidades que el mío.
Tuve la gran fortuna de tener una profesora, recuerdo que era de la India, ella, una mujer que entendía que mi lucha era para darle los servicios apropiados a mi hijo, pero que estos no llegarían tan fácil porque muy disimuladamente para esta sociedad, nosotros los de color, seguimos siendo ciudadanos de segunda categoría. Ella me ayudó a entender el sistema y me daba clases de cómo abogar por mi hijo, qué leyes leer y a quién acudir. Como buena alumna, las seguí todas. Esto me condujo a la mejor escuela, al mejor equipo de trabajo, al mejor profesor.
Mi experiencia por los últimos años ha sido buena, mi hijo atiende una escuela pequeña donde los niños y las niñas pertenecen a comunidades racializadas. Mi hijo adora su escuela y en ella, él ha florecido y adquirido habilidades que pudieron no ocurrir debido a lo cerrado del sistema.
Pero lo logramos, ahora nos preparamos para la escuela intermedia, los mismos temores concurren. Estoy segura de que él estará bien, no hay nada de lo que me sienta más orgullosa que de no tener un hijo normal, no hay nada que me llene de más orgullo que ver la persona que este niño es y de sus extraordinarias habilidades, muchos lo verán diferente, pero eso es lo que lo hace maravilloso.
La próxima vez que intentemos juzgar a alguien por algún factor que nos es desconocido, detengámonos por un momento y pensemos en la vez en que se nos juzgó injustamente, o la vez que hicieron un chiste tonto basado en el hecho de que era mujer, o que era negra, o que era de Colombia, o que tenía la boca grande, o que era latina, etc.
Recordemos que esto que somos, lo debemos ser con orgullo, y que de dónde venimos no determina quienes somos pero si nos ayuda a saber a dónde queremos ir.
Recordemos que no hay nada malo en ser diferente y que lo más maravilloso de la vida está apenas por ser descubierto.
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