Desinflado Guaidó, ¿entregará el Reino Unido el oro venezolano a quien en verdad pertenece?

POR GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ* / MANAGUA /

La ronda de diálogo realizada días atrás en la Ciudad de México entre representantes del gobierno del presidente Nicolaas Maduro y sectores de la oposición agrupada en la Plataforma Unitaria dejó como único resultado concreto poner punto final a la tragicomedia que ha sido la autonombrada “presidencia interina” del ahora exdiputado Juan Guaidó, reconocida apenas por Estados Unidos y sus socios de siempre.

Sin lugar a dudas, el hecho de sentarse a negociar con los representantes del gobierno bolivariano implica que esta importante agrupación opositora reconoce y acepta que las verdaderas autoridades del país suramericano son las que encabezan Maduro y demás líderes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y aunque no lo han expresado abiertamente, quizás por la discreción que ellos mismos se han impuesto, el reconocimiento dado al gobierno de Maduro, aunque sea implícitamente, significa que han desechado la ridícula maniobra apoyada por Estados Unidos, la Unión Europea y varios gobiernos latinoamericanos de tratar de imponer como presidente a un hombre que un día cualquiera, en una pequeña plaza pública, decidió proclamarse presidente  de los venezolanos.

Esta nueva coyuntura política venezolana deja en evidencia y en una posición muy incómoda a los gobiernos europeos que le hicieron coro a la voluntad de los gobernantes estadounidenses de desconocer la autoridad y la legitimidad de Maduro, surgida de las urnas, y considerar como representante del pueblo venezolano a quien ellos querían.  Ahora habrá que preguntarse si la Unión Europea seguirá jugando a reconocer a un presidente “interino” cuando la propia oposición venezolana dejó de aceptar como tal.

Esto también tiene que ver con el singular atraco que el Banco de Inglaterra ha querido cometer contra el Banco Central de Venezuela, al retener con dudosos argumentos políticos treinta toneladas de oro que bien servirían a las autoridades venezolanas para resolver muchas de las penurias que gracias a las sanciones estadounidenses tiene que sufrir el pueblo venezolano. Este hecho, que de por sí debería constituir un escándalo mayúsculo de carácter internacional, ha sido solapado y más bien justificado por la prensa internacional.

Actuando como verdaderos piratas, la institución bancaria inglesa se ha negado a los requerimientos de las autoridades venezolanas con el argumento de que “tienen dudas” respecto a quiénes son las autoridades legítimas de Venezuela, toda vez que el gobierno británico reconoció al “gobierno interino” de Guaidó. Esta decisión, tan sorprendente como irresponsable debería ser tomada como un peligroso antecedente por todos los gobiernos de los países latinoamericanos y otras naciones empobrecidas que guardan sus pocos haberes en instituciones europeas o estadounidenses. Ya son muchas las ocasiones en que por razones políticas, cuando así consideran conveniente o corresponde a sus intereses, estas instituciones deciden embargar, confiscar de hecho, los pocos fondos con que cuentan los países pobres.

Ante lo ocurrido con el oro venezolano y los activos de este país que el gobierno de Estados Unidos ha “congelado”, es evidente que ya no puede confiarse en esas instituciones bancarias, pues no existen garantías de que de un día para otro cualquier banco diga: “No entrego su dinero porque tengo ciertas dudas sobre quién es el verdadero dueño”. O peor aún, como lo ha hecho el Banco de Inglaterra, considerar que puede entregar el oro que pertenece a todos los venezolanos a personajes a quien nadie ha elegido. ¿Qué podrán argumentar ahora?

Otro elemento que se deduce de las negociaciones entre las autoridades venezolanas y los grupos de oposición afín al gobierno de Estados Unidos es que al parecer por fin se han dado cuenta de que la política estadounidense para destruir al gobierno bolivariano no ha dado más frutos que hacer la vida difícil al pueblo venezolano, de lo cual también han sido cómplices. Este fracaso se suma a otras derrotas que en los últimos años han venido acumulando los estadounidenses en otras regiones del mundo. Entre ellas, no haber podido derrocar al gobierno sirio de Bashar al Asad ni haber impedido el control de Afganistán por los Talibanes, que por cierto también son de creación estadounidense.

Los gobernantes de Estados Unidos y sus pares europeos deberían de recordar la advertencia que les hizo el nicaragüense Augusto C. Sandino hace casi un siglo: “Toda intromisión extranjera en nuestros asuntos solo trae la pérdida de la paz y la ira del pueblo”. Ese ha sido el resultado de la intromisión estadounidense y europea en Venezuela, Afganistán, Siria, Libia y otros lugares donde han metido sus narices. Ya es hora de que esas naciones poderosas económica y militarmente respeten a los países pequeños.

*Guillermo Fernández Ampié es un periodista nicaragüense con doctorado en Estudios Latinoamericanos, quien actualmente es catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).