ALEJANDRA SALCEDO / WINNIPEG
En Winnipeg, como en otras ciudades de Canadá, la comunidad latina ha logrado destacarse en diferentes áreas de la sociedad a pesar de los obstáculos. Y la llave del éxito en esta ciudad ha sido la palabra Tenacidad, según explican diferentes dirigentes comunitarios que han trabajado arduamente por hacer sobresalir la cultura latina en esta parte del país.
Dejar el país de nacimiento, las costumbres y el idioma son algunos factores que miles de latinoamericanos inmigrantes vivieron con su llegada a Canadá. Se enfrentaron al clima, la barrera del idioma y a la mínima oportunidad de que sus credenciales profesionales fueran reconocidas. No importaba si venían de Centro o Sur América, el camino que les tocó recorrer fue el mismo, aun así han logrado destacarse en la sociedad canadiense.
Si nos remontamos a la historia de por qué los hispanos se fueron radicando en esta nación, Duberlis Ramos, director del Consejo de Desarrollo Hispano (CDH), explicó que hay dos olas migratorias bien marcadas. La primera entre los años 50-60 cuando el país abrió sus puertas a comunidades suramericanas y caribeñas para que trabajaran en la construcción. Y la segunda, cuando admitió a Argentina, Brasil y Chile (denominado el ABC), producto de las dictaduras que se dieron en la década de los 70. “Esta es la ola de los golpes de estado y que prácticamente se da hasta el año 2000, que incluye a los refugiados de Centroamérica”, manifestó Ramos.
En estas olas migratorias se reconocen dos procesos, la situación de los gobiernos en América Latina que empujó a la gente a salir de su país por la presión social en que vivían; y el incentivo que ofrecía Canadá para establecerse en estas tierras. Un fenómeno que se conoce como “push and pull” (empujar y halar).
Según el Censo 2006, la población latina era de 304, 245 habitantes, sin embargo una revisión de datos hecha por Estadísticas de Canadá arrojó que el total era de 741,760 hispanos.
Sin embargo, para Ramos las cifras son cuestionables porque hay un error del 100 por ciento entre la primera y la segunda cifra. “La herramienta es poco confiable y como dicen los analistas es de –autoanálisis- en donde cada uno de nosotros define dónde se ubica en el censo, donde hay alrededor de 14 categorías. Entonces hay un elemento problemático acerca de quiénes somos dentro del contexto canadiense”, dijo.
Aparte de los vacíos en la herramienta, Ramos señaló que muchos latinos ni siquiera son censados. Por eso no es rara la confusión en las cifras y el correr de la voz popular de los mismos grupos auto calculando la población. “Es interesante y creo que es válido [que lo hagan] en la medida que tenemos algunos puntos de orientación con respecto a cómo definimos nosotros nuestra comunidad en números”, opina el director del CDH, quien advirtió que mientras la técnica en los censos no cambie tampoco cambiarán los resultados.
Según el censo 2006, la ciudad donde viven más latinos es Toronto con 99,290, seguida de Montreal y Vancouver con 75,400 y 22,695, respectivamente. Mientras que en Winnipeg, la revisión de los datos indica que la población hispana es de 18, 295.
Los latinos no están seguros de las cifras, pero sí de las situaciones vividas en carne propia cuando llegaron a Winnipeg.
La más numerosa
La comunidad salvadoreña es una de las más populosas en Canadá, suma 43, 835 personas, según la revisión del Censo 2006, y en Winnipeg alcanza los 7 mil residentes, de acuerdo con el auto cálculo.
Muchos de ellos llegaron como refugiados a partir de 1982, producto de la guerra civil en ese país.
Roberto Nieto, quien fue uno de los primeros en llegar a Winnipeg, relató que “el proceso de adaptación no fue fácil porque el idioma fue una barrera, especialmente para aquellos que traían alguna carrera, ya que no pudieron ejercerla de inmediato y cayeron en estado de depresión”.
Recordó que a los primeros salvadoreños sólo les dieron cuatro meses de inglés “y luego nos mandaban a trabajar y muchos por la necesidad se dedicaron a trabajar”.
Quienes despuntaron profesionalmente lo hicieron con esfuerzo y voluntad, se dedicaron a estudiar o validaron sus títulos. Los casos más conocidos son los doctores, por lo menos una docena de ellos se integraron al sistema de salud. Otros profesionales, por ejemplo, prestan sus servicios para la empresa privada, el gobierno federal, provincial y municipal. Mientras algunos son reconocidos como pequeños empresarios.
Nieto aseguró que en años pasados, los salvadoreños fueron un grupo activo, tuvieron escuelas de español, clases de inglés y danza, y la presentación del pabellón salvadoreño en el Folklorama. Actividades con que dieron a conocer su cultura, pero que desafortunadamente fueron muriendo por falta de apoyo y desentendimiento.
La pionera
El golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 de las fuerzas armadas al mando del general Augusto Pinochet contra el gobierno socialista de Salvador Allende, provocó la migración de miles de chilenos al exterior.
Pablo Herrera, chileno e impulsor del trabajo comunitario, aseguró que llegaron desde finales de 1973 hasta 1980.
Este grupo fue el primero en establecerse en la ciudad. “El idioma fue la barrera que nos dio guerra por muchos años… a nosotros no nos dieron inglés”.
Recordó que los mandaron a trabajar y a realizar labores pesadas que continuaron haciendo por necesidad. Sin embargo, sólo el esfuerzo le fue permitiendo a cada uno encontrar el camino de la superación. Quienes estudiaron inglés, obtuvieron títulos universitarios y lograron escalar posiciones en los sectores de la sociedad. Así se destacó un doctor, un ex parlamentario del partido de Quebec, profesores de universidades, ingenieros, mecánicos, y profesionales que trabajan en el gobierno provincial y federal. Y científicos que ahora están en el sistema nuclear en Toronto.
Herrera dijo que cada vez “La comunidad fue creciendo y llegamos a ser entre 7 mil y 8 mil chilenos” y todos conformaban la Asociación de Chilenos en Winnipeg.
Pero las divisiones ideo- políticas de su país viajaron hasta Winnipeg, dejando una comunidad fragmentada y hace nueve años crearon otro grupo, la Asociación Chile Lindo.
Después de haber sido una de las comunidades más numerosas, Herrera consideró que la población ahora es de 1200 personas en Manitoba.
De las más jóvenes
A principios de la década de 2000, la nueva ola migratoria fue la colombiana. Quienes empezaron a venir a Canadá huían de la situación política entre la guerrilla y los paramilitares. Aunque una parte significativa de esta comunidad también llegó como profesional independiente.
Hay una brecha de 30 años entre la llegada de los chilenos y los colombianos, pero las barreras han sido las mismas.
Según Yolima Carvajal, presidenta de la Asociación de Colombianos en Winnipeg, el aprendizaje del idioma, especialmente en personas mayores, y los problemas del reconocimiento de los títulos profesionales también han formado parte de los obstáculos. “Una vez que superan, se dan cuenta que no es fácil conseguir trabajo en sus carreras”.
Muchos aún tienen trabajos de supervivencia y otros eligen estudiar otra carrera con tal de abrirse paso en la sociedad. Es así como hay varios colombianos trabajan para Manitoba Hydro, otros en empresas de informática, un catedrático en la Universidad de Manitoba, un científico en la investigación de vacunas en una compañía farmacéutica, entre otros.
La comunidad se ha enfocado en proyectarse culturalmente porque es un factor que los une como colombianos. La presentación del pabellón en el Folklorama es bastante visitado, las danzas a cargo del grupo “Folclor de mi tierra” es la principal atracción.
Desde su punto de vista, Carvajal considera que hay mucho por hacer “y lo lograremos en la medida en que aprovechemos lo que Canadá nos brinda”.
En términos generales, Ramos considera que los hispanos están construyendo una perspectiva más unitaria, “conexiones más positivas y de solidaridad… una comunidad que ya es parte de Canadá y no hay vuelta atrás”. Aunque señaló que hay un gran desafío por dar a conocer realmente lo que significa ser latino.
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