También llegaron a Toronto el viernes y el sábado pasados pero las autoridades les impidieron asentarse en la ciudad
POR OSCAR VIGIL / TORONTO /
Las largas filas de furgones, tractores, rastras y vehículos livianos adornadas con banderas de la Confederación o con suásticas exigiendo el fin de las medidas de prevención ante la pandemia del COVID-19 se están volviendo normales a lo largo y ancho de Canadá. Sin embargo, lo que no logra entrar en la “normalidad” de la sociedad canadiense es el nivel de violencia con que estos grupos están actuando en la capital del país, Ottawa.
La ciudad de Ottawa entró ya a su segunda semana de ocupación por un pequeño grupo de camioneros que se oponen a ser vacunados contra el COVID-19, y que en consecuencia no pueden cruzar la frontera ni desde ni hacia los Estados Unidos dado que ambos países requieren que estén vacunados para permitirles el ingreso.
A la fecha se estima que el 90 por ciento de los conductores de transporte de carga a nivel nacional están doblemente vacunados, por lo cual la huelga de este pequeño grupo de camioneros no ha afectado significativamente el transporte de productos entre ambos países.
Los protestantes iniciaron su marcha bajo el nombre de “Convoy de la libertad” provenientes de diversas ciudades del país con destino a Ottawa, donde parquearon alrededor de 200 unidades motorizadas justo frente al Parlamento Federal y en sus calles aledañas. Desde entonces han interrumpido la vida normal en la ciudad tanto a nivel de tráfico como también a nivel de negocios, ya que debido a su presencia decenas de calles se encuentran cerradas y centenares de negocios no abren sus puertas por temor a los desórdenes.
De hecho han fluido las denuncias de acoso por parte de los protestantes contra personas que caminan en las calles usando mascarillas, así como también de protestantes queriendo ingresar a restaurantes, hoteles y centros comerciales sin respetar las medidas sanitarias establecidas por la provincia. Peor aún, las quejas de los vecinos de la zona por el permanente ruido de los cláxones, de los fuegos artificiales y de los motores de los vehículos de alta potencia han inundado las redes sociales.
Grupos aliados a estos protestantes hicieron su arribo a Toronto el viernes y sábado de la semana pasada, sin embargo las autoridades no les permitieron llegar cerca del Parlamento Provincial y les impidieron que se establecieran en la ciudad, y desaparecieron de escena. Una situación similar sucedió en Montreal y otras ciudades importantes del país, por lo que la ocupación y la violencia se ha concentrado en Ottawa.
Las autoridades policiales de dicha ciudad plantean que no esperaban que la marcha desembocara en la situación que ahora se está dando, y que dado el nivel de organización de los manifestantes y de la cantidad de recursos con que gozan les hace imposible definir con exactitud cuando podrán desalojarlos de la ciudad.
No hay duda de que las instituciones policiales de las distintas ciudades de Canadá aprendieron la lección de lo sucedido en Ottawa para tomar ellas sus propias medidas de prevención, sin embargo aun está en duda qué fue lo que realmente sucedió para que la policía de Ottawa permitiera que se diera la situación por la que están atravesando.
Mientras tanto, algunos partidos políticos a nivel federal, y concretamente el Partido Conservador, están tratando de obtener réditos políticos de la situación. Una historia publicada por el periódico The Globe and Mail cuenta que la líder interina recién elegida del Partido Conservador, Candice Bergen, abogó en discusiones internas en contra de pedir a los manifestantes que ocupaban Ottawa que se fueran a casa.
Según un correo electrónico obtenido por el periódico, Bergen le dijo al equipo del caucus del entonces líder Erin O’Toole: “No creo que debamos pedirles que se vayan a casa”. “Entiendo que el estado de ánimo puede cambiar pronto. Entonces, debemos convertir esto en un problema del primer ministro”.