MATÍAS DE DOVITIIS / TORONTO /
Canadá termina este año con un nuevo líder, un nuevo gobierno y ojala también, una nueva dirección política. Después de 10 años al mando de Stephen Harper, el país tiene un nuevo Primer Ministro.
Bajo el eslogan de “Cambio Verdadero”, Justin Trudeau será en unos pocos días nuestro nuevo primer ministro. Y será también la primera vez en la larga historia electoral canadiense en que el hijo de un primer ministro es electo para el mismo cargo que su padre.
La explicación para esta hazaña se debe en gran parte al gran cansancio que tenía el país del gobierno conservador. Un 70% votó por el cambio y el 39% votó por Trudeau para que él pueda ser el gran eje a través del cual este cambio se podría hacer realidad.
De estas elecciones celebramos el entusiasmo con que millones de votantes se volcaron a las urnas para ejercer su derecho al voto.
Esperamos que el nuevo Primer Ministro este a la altura de las promesas que él y su partido hicieron antes de llegar al gobierno. Promesas que incluyen cosas como una reforma al sistema de inmigración para aceptar más casos de reunificación familiar, traer 25,000 refugiados antes de fin de año y subir los impuestos a los más ricos del país para financiar inversiones de infraestructura. No menos importante es la participación de Canadá en la Conferencia Internacional Sobre Cambio Climático en París en noviembre de este año para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; y que esos acuerdos se traduzcan en cambios legislativos para la protección del medio ambiente en Canadá.
Importante también es la derogación de la ley C-51, la cual otorga derechos de espionaje al gobierno sobre sus ciudadanos. Ley que a pesar de haber sido criticada por jueces, abogados y grupos civiles, fue aprobada por los conservadores con el apoyo de los liberales, -quienes han dicho que revocarían sus aspectos más represivos cuando llegaran al gobierno.
Por sobre todo, la promesa más importante hecha por Trudeau durante la campaña es de cambiar el sistema electoral. Este va ser el gran examen de la transparencia y honestidad del nuevo gobierno.
Recordemos que Trudeau obtuvo la mayoría parlamentaria sin tener una mayoría popular: con el 39% del voto (0.1% menos que el último gobierno Conservador), obtuvo el 54% de los parlamentarios. Esto es así porque el sistema electoral canadiense está basado en el sistema electoral inglés y no es un sistema de representación proporcional.
Esta inconsistencia en el sistema electoral le viene otorgando al Partido Liberal una hegemonía gubernamental, sólo interrumpida por breves periodos de gobierno Conservador por los últimos 150 años.
Será difícil internamente para el Partido Liberal acarrear cambios que le puedan perjudicar sus propias chances electorales en el futuro, pero Trudeau prometió que esta sería la última elección bajo el sistema actual.
De todas maneras yo tengo esperanzas de que nuestro nuevo primer ministro va a cumplir sus promesas. Ojalá así sea.