Las demostraciones se realizaron en las ciudades de Sudbury, Niágara, Vancouver, Edmonton, Victoria, Montreal y New Brunswick
POR LUIS ALBERTO MATA* / TORONTO /
El domingo 19 de marzo, la voz de las y los migrantes indocumentados se hizo sentir con fuerza en siete ciudades y cuatro provincias de Canadá. Ni la oleada de intenso frio que azotó a Sudbury en la región industrial del norte de Ontario pudo detenerlos, tampoco la gélida lluvia en la zona agrícola de Niágara y Vancouver, en BC, y menos las intensas nevadas que sacudieron a Edmonton (Alberta) y Montreal (Quebec).
Unidas por el calor humano o la esperanza de ser escuchados, miles de migrantes marcharon simultánea y ruidosamente, incluso desde los cuatro puntos cardinales de este inmenso país, si tenemos en cuenta la concentración en Nuevo Brunswick (Atlántico canadiense). Unidas en una sola voz migrante, se quejaron de la inequidad y la discriminación a la hora de aplicar por remedios inmigratorios que les ayude a resolver largos años de espera, y le pidieron al gobierno del Primer Ministro Justin Trudeau que de una vez por todas les escuche y se compadezca de su situación.
De acuerdo con diversas fuentes, entre las que destaca la Alianza de Trabajadores Migrantes (MWAC por sus siglas en inglés), estaríamos hablando de más de medio millón de seres humanos que viven a la sombra, otra forma de definir a quienes sobreviven sin un status migratorio válido, muchas veces en absoluta precariedad, sin acceso al sistema de salud, en ocasiones víctimas de explotación laboral y otros abusos.
Otras organizaciones participantes como la Red de Colaboración contra la Explotación Laboral (CNEE por su siglas en inglés) estuvieron de acuerdo que quienes se manifestaron son en general migrantes humildes trabajando y haciendo enormes sacrificios para obtener su sustento y ayudar a sus familias, pero que muchos de ellas y ellos dejaron atrás a sus familias con la esperanza de traerles a Canadá algún día, no obstante su sueño se truncó y permanecen en un limbo migratorio, y a pesar de todo continúan contribuyendo con su trabajo y sacrificios a la poderosa economía de Canadá.
En la ciudad de Toronto la marcha partió pasadas las dos de la tarde desde el emblemático parque de Christie en la calle Bloor (Christie Pits Park). La de la capital de Ontario fue una manifestación multitudinaria y colorida, y como todas las demás transcurrió en paz. En varios cruces de avenidas de esta metrópoli hubo cortes de tráfico cuando la marcha se detuvo para escuchar discursos encendidos en la voz de refugiados, obreros de la construcción y mujeres migrantes dedicadas a la agricultura o al cuidado de ancianos y niños. Todas las voces reclamaron un trato digno para todas y todos los migrantes provenientes del sur global, es decir de los países pobres, comenzando por que se les otorgue un status migratorio permanente que les ayude a superar su actual estado de vulnerabilidad.
De acuerdo con Sayed Hussan y Diana Silva, de la Red de Trabajadores Migrantes (MRN), 1.7 millones de personas no tienen los mismos derechos que el resto de los habitantes de Canadá. “Las y los trabajadores migrantes producen nuestra comida, cuidan nuestros hijos y nuestros ancianos, ellas y ellos construyen nuestras casas y contribuyen de mil maneras en nuestras comunidades, entonces no entendemos por qué se les niega que tengan iguales derechos a todas y todos quienes vivimos en Canadá” afirmó Hussan en su discurso.
“Si no tienes documentos, no importan que tan duro trabajes y contribuyas a la economía, no puedes acceder a los servicios sociales, a la salud, y entretanto vivimos separados de nuestros seres queridos, y lo peor enfrentando formas de exclusión y muchas veces maltrato” dijo con voz firme Sharon, una de las lideres migrantes de la marcha.
La frase que más causó impacto provino de un trabajador del Caribe sin status por más de 13 años, quien afirmó entre inocente y sorprendido: “cómo puede ser que este, el país de los derechos humanos, nos acoge a medias y luego se olvida de nosotros como si no fuésemos seres humanos”.
La sensación que deja este clamor popular es que un cambio en las políticas inmigratorias de Canadá es definitivamente posible. “Estamos llamando al gobierno federal que a quienes hemos trabajo con mucho sufrimiento y vivido por años sin documentos, sea porque perdimos nuestro status por las complicaciones e injusticia del sistema, o porque nos vimos forzados por circunstancias externas y verificables a quedarnos en Canadá, que se nos otorgue la residencia permanente, pues en ese momento este país estará honrando de verdad los derechos humanos”, afirmó por su parte un trabajador de nacionalidad mexicana, cuyo caso de refugio fue rechazado en 2017, pero el temor a regresar le forzó a permanecer de manera irregular en Canadá.
El gobierno federal parece estar escuchando el clamor de las organizaciones que trabajan por los derechos de las y los migrantes, y recientemente ha anunciado posibles medidas que habrán de favorecer a quienes viven en una situación precaria por la falta de un permiso de trabajo.
*Especialista en inmigración, director de amigrar.ca y miembro de CNEE – Red contra la Explotación Laboral