Comisionado de la Comisión de la Verdad de Colombia se reúne con la diáspora en Toronto

Vino a compartir el volumen “La Colombia fuera de Colombia”, relacionado con las experiencias contadas por los exiliados

POR OSCAR VIGIL / TORONTO /

Carlos Martin Beristain nació en el País Vasco, en España, pero realmente puede ser considerado como un ciudadano del mundo. Médico y psicólogo, salió un día de su consultorio en Europa y nunca más regresó, porque al llegar a América Latina y enfrentarse con la realidad, se dedicó atender problemas que le parecieron muchísimo más graves que los del viejo continente: las violaciones a los derechos humanos.

Carlos es un investigador de violaciones de derechos humanos cuyo trabajo lo ha llevado a El Salvador, Guatemala, Colombia, Paraguay y México, entre otros destinos, a tratar de rescatar la verdad en medio de los escombros sociales con el objetivo de que esta se conozca y que se logre la tan elusiva justicia.

Es perito para la evaluación médica y psicosocial ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ha trabajado como asesor de víctimas ante la Corte Penal Internacional (CPI), fue coordinador del informe Recuperación de la Memoria Histórica – REMHI, de Guatemala, es parte del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para el caso de Ayotzinapa, México, y ha sido asesor de las comisiones de la verdad de Perú, Paraguay y Ecuador.

Pero Carlos Martin Beristain es también uno de los 11 comisionados de la Comisión de la Verdad de Colombia (CEV), la cual se creó en el cumplimiento del Acuerdo de Paz firmado en el 2016 entre el Gobierno de Colombia y el grupo guerrillero FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). El resultado de esta comisión fue la compilación de testimonios que dieron origen al Informe Final titulado “Hay futuro, si hay verdad”, el cual fue dado a conocer el 28 de junio del año pasado en el país andino.

Uno de los componentes de dicho informe es un volumen relacionado con la diáspora colombiana, titulado “La Colombia fuera de Colombia”, que fue la razón de su visita esta semana las ciudades de Montreal y Toronto.

A Toronto llegó en medio de la tormenta la tarde del lunes, y el martes se reunió con decenas de miembros de la diáspora colombiana, algunos de quienes de hecho forman parte con sus relatos de este tomo que recoge los testimonios muchas veces desgarradores como víctimas de las violaciones a sus derechos humanos que les obligaron a huir hacia el exterior.

Así, Carlos dijo que el objetivo de su visita era precisamente compartir con el exilio colombiano en Toronto los resultados de la Comisión, “devolver a la gente que dio su testimonio, que participó en este proceso, qué es lo que la Comisión ha hecho con eso: El volumen del exilio, que es uno de los diez volúmenes del informe de la Comisión. Compartir cuáles son las conclusiones de este trabajo, las recomendaciones para el futuro y poder tener un diálogo con la gente”.

 

OSCAR VIGIL: Casi un año después de que se presentó el reporte, ¿Cómo lo ve la gente? ¿Ya lo digirió?

CARLOS MARTIN BERISTAIN: El informe es muy amplio, tiene 10 volúmenes, hicimos una difusión paulatina, presentamos las primeras semanas la gran declaración de la Comisión y después hemos ido presentando cada dos semanas uno de los volúmenes, el volumen que habla sobre género, sobre pueblos étnicos, sobre el exilio, sobre los impactos del conflicto. La Comisión tuvo dos meses para hacer difusión del informe oficialmente y seguimos todavía, como yo ahora mismo. Hay que hacer mucho más trabajo, porque la verdad no se asimila porque un informe se publique sino que hay que hacer un trabajo de sostenido en el tiempo, como es incorporarlo en el currículum en la escuela, en las universidades, es un trabajo pedagógico y de incidencia que va a seguir estos próximos años.

 

OV ¿Qué tan fácil o difícil fue recopilar todos los testimonios?

CMB: En general yo creo que recoger los testimonios no te voy a decir que fue fácil, pero fue parte de lo que se hizo con bastante agilidad. Formamos equipos, Casas de la Verdad, hubo que acercarse a las comunidades, a los diferentes sectores. La Comisión tuvo 28 Casas de la Verdad en todo el país para poder acercarse a los diferentes territorios. Y también tuvo equipos móviles que se movieron en diferentes comunidades. En el exilio trabajamos en 24 países, y lo más complicado fue el exilio, acceder a la gente, trabajar con algunas redes de víctimas que ya existían, pero generar las condiciones y la confianza para la gente que ha estado tan olvidada se animase a hablar con una institución del Estado, en este caso, como era la Comisión, que participase en un proceso de contar historias que el exilio muchas veces la gente las ha guardado en su corazón y no las ha compartido con nadie, porque en el país de acogida casi nadie entiende eso, porque hay que centrarse en trabajo, en buscar un reconocimiento, en la salud, etc. Entonces el exilio ha sido lo más difícil pero creo que fue una experiencia muy, muy, muy positiva.

 

OV: ¿Cómo les fue en Canadá?

CMB: En Canadá fue bien, yo vine como tres veces a hacer presentaciones, estuve en Montreal, en Toronto y en Vancouver, los tres puntos focales, entablando relación con grupos de que trabajaban con refugiados, con algunas redes de víctimas que existían y con algunas universidades. Con eso se hizo una coalición en las tres grandes regiones y trabajamos muy bien.

 

OV: ¿Y cómo fue la recepción de los colombianos, tanto en Colombia como en el exterior, para contar sus relatos?

CMB. Siempre es difícil para las víctimas hablar de lo sucedido, no es fácil, pero creo que la Comisión generó confianza con las víctimas que se acercaron, y también con una buena parte del país. Generó confianza en una forma de hablar que tiene sentido para algo, que no solamente es hablar por contar lo vivido, sino que tiene un énfasis en la construcción de una verdad que sirva para la reconstrucción del tejido social y la construcción de la paz. Mucha gente también iba evaluando, porque por ejemplo en el exilio uno pensaría que no hay miedo, pero también hay miedo, por lo que supone la familia que quedó allá, si esto se va a saber, si no se va a saber, un proceso así en un país en el que todavía el conflicto seguía, o sigue, en el que había un gobierno con una mentalidad contraria al propio proceso de paz. También para mucha gente suponía qué va a pasar después, si la Comisión termina, qué va a pasar con el archivo, qué va a pasar con los testimonios, entonces hubo que responder también a esas preguntas, dar seguridad a la gente sobre la confidencialidad de la información, qué cosas considerabas que eran confidenciales, qué cosas que hay que proteger. Pero yo creo que fue un proceso bien positivo, la Comisión tomó cerca de 14,000 testimonios individuales y colectivos, y 2,100 de esos fueron testimonios en el exilio.

 

OV: Una vez que se recopiló la información, los relatos, y se publicó, ¿cuál es la reacción que ustedes han percibido?

CMB: La reacción mayoritaria que nosotros hemos visto ha sido una reacción de mucha acogida y muy sorprendente. Yo fui a hacer una charla a Bucaramanga, una ciudad al norte del país, y en el salón había 1,000 personas escuchando la presentación del informe de la Comisión. La presentación del informe en Europa la hicimos en Bilbao, España, y llegaron 400 personas del exilio a escuchar y a participar, a estar. Estando en la frontera con Venezuela, en Arauca, fui a hacer una presentación a esa ciudad, y cuando estábamos terminando, era ya la fase de la socialización, la finalización, pues nosotros al final dijimos “bueno, la Comisión termina”, y entonces, un líder campesino levantó la mano, pidió la palabra y dijo: “Bueno, usted ha estado muy bien en la presentación, estamos muy contentos, pero no estoy de acuerdo con algo que ustedes han dicho”. Nos quedamos esperando a ver qué iba a decir, y dijo: “Ustedes han dicho que la Comisión termina, pero no, ustedes terminan su trabajo, la Comisión no termina porque sigue en nuestro corazón y nosotros vamos a seguir impulsando este trabajo”. Nos dejó a todos con la boca abierta, pero es una reacción que he encontrado en mucha gente. Claro, ha habido también reacciones de sectores políticos contrarios al proceso de paz tratando de criticar a la Comisión, pero con intentos de descalificación sin argumentos, sin contenido.

 

OV: En esa lógica, ¿cuál es la importancia que tiene la presentación de este Informe para Colombia?

CMB: En un conflicto se miente mucho, y también en un conflicto se pierde mucha esperanza, la gente dice “no hay esperanza”, “no hay más remedio”, “esto va a seguir siempre igual”, “no hay nada que hacer”. Pero la Comisión mostró un panorama de la situación, un panorama de por qué la guerra se ha mantenido en Colombia y qué hay que hacer para que eso no se siga repitiendo, lo cual es esperanzador. No esperanzador porque ponga un horizonte utópico, ingenuo, no, sino porque da un camino de salida de la guerra, y eso es difícil. Hay que llevar no solamente a procesos de paz en términos de cómo se han concebido siempre, de desmovilización y de un grupo armado que entrega las armas, la reintegración de los combatientes. Eso ha sido la modalidad desde el caso del M19. Pero ahora, el proceso de paz con las FARC conlleva un marco de transformación también, porque hay una reforma rural integral y temas que tienen que ver con la impunidad, con el narcotráfico. La Comisión amplía ese marco, dice más cosas, dice que el acuerdo de paz y los puntos que se tratan es fundamental que se cumplan. Ahí hay una vía de salida, pero aún hay que hacer otras cosas también. Entonces, ofrece un camino para los próximos años para el país.

 

OV: ¿Y para la comunidad colombiana en el exterior?

CMB: Primero, la Comisión ha tratado de ser un marco de reconocimiento de una experiencia invisible e inexistente, porque el exilio no existe en Colombia, así como el exilio está para los salvadoreños. El refugio salvadoreño, guatemalteco, chileno o argentino o paraguayo existió, políticamente tuvo identidad. Pero el colombiano no. En Colombia parece que este es un problema personal de la gente que se fue, hay un estereotipo de “que bien los que se fueron”, del Exilio Dorado, de los que se fueron para Europa, que vinieron a Canadá o a cualquier sitio, no hay una consideración del exilio como una violación de Derechos Humanos, no, sino que a veces como si fuera un privilegio. Para nosotros es muy importante dar un marco de escucha y de reconocimiento a la gente a través del proceso y a través del informe, de que ahora hay un documento sólido que habla de la experiencia del exilio. Y que está basado en más de 2,000 personas que han dado su testimonio y que hablan del por qué tuvieron que salir del país y de lo que ha supuesto para la gente tener que enfrentar.

 

Carlos Martin Beristain es sumamente elocuente en lo que dice, su convencimiento lo transpira por los poros, y cuenta historias tras historias. Por ejemplo, dice que una vez le dijo una mujer en Chile que “ser refugiada es tratar de convencer al otro de que tu verdad vale la pena, de que lo que tú cuentas es cierto”, y él asiente, porque dice que en el exterior mucha gente no les cree a los refugiados dado que hay un estereotipo de rechazo en este caso frente a colombianos, a quienes califican de narcotraficantes, de trabajadoras sexuales, etc., estereotipos que golpean fuertemente a las víctimas.

En este sentido, dijo que para la Comisión era muy importante documentar el volumen del exilio, porque tiene que haber un reconocimiento en Colombia para los exiliados.

La tormenta sigue azotando a Toronto la tarde de la entrevista, pero Carlos no se inmuta porque está embebido en tratar de explicar de la mejor manera la importancia de esa investigación que trató de darle salida a mas de medio siglo de sangrienta guerra civil, e insiste en que con su informe final la Comisión de la Verdad de Colombia ha dado una panorama no solamente de lo que ha pasado en el país sino que también ha dejado desvelados los que son los factores de persistencia del conflicto, es decir, qué es lo que ha hecho que tantas veces los procesos de paz fallen y la guerra continua.

“Porque venimos de cuatro o cinco procesos de paz: de un intento con la Unión Patriótica a mediados de los 80, la Constitución del 91 y la desmovilización del M19, etc., el intento del Caguán, el proceso con los paramilitares en el 2005-2006, el proceso con las FARC. O sea, viene de varios procesos, la paz nunca ha sido un proyecto de país y siempre ha sido un proyecto fragmentado. Y se le ha escapado entre los dedos a Colombia muchas veces, cuando parecía que la cosa iban bien. Entonces, para nosotros es muy importante decir por qué eso se ha dado, cuáles son los factores que se han hecho persistencia del conflicto, que eso es de lo que habla el volumen de hallazgos y recomendaciones, habla de esos factores de persistencia y de qué hay que hacer para que eso no se repita”, explica.

 

OV: ¿Finalmente, qué mensaje le mandarías a la diáspora colombiana y latinoamericana de Toronto?

CMB: Que Ellos han vivido lo que significa esa violación de Derechos Humanos, la incomprensión de los países, la falta de políticas de acogida adecuadas muchas veces. Les diría que en lo que ha hecho la Comisión hay una historia en la que pueden reconocerse también, es una historia que habla de Colombia, pero también habla de otros muchos países, porque muchas de esas cosas han pasado también en otros países y también habla hacia el futuro, les habla a las segundas generaciones. Porque si hay un fenómeno invisible dentro del fenómeno del exilio son las segundas generaciones, hemos entrevistado a jóvenes y hemos hecho grupos de trabajo con ellos para transmitir también parte de esa historia, para escuchar lo que ellos tienen para decir sobre cómo se construye una identidad.