Chile y Colombia, dos presidentes sin futuro y dos naciones con ansias de esperanza

POR GILBERTO ROGEL* / TORONTO /

Iván Duque es un político tradicional con pedigrí familiar, al igual, Sebastian Piñera, que es un político con pedigrí, pero económico. Ambos tienen muchas similitudes en sus actuaciones como mandatarios, ambos representan a los grandes capitales y a los grupos poderosos, y curiosamente los dos están técnicamente “muertos” para los electorados en Colombia y Chile respectivamente.

Durante las últimas semanas, desde la distancia, hemos sido testigos como estos dos países han marcado la agenda mediática. Por un lado, las y los chilenos dieron un ejemplo a toda la región con la elección de las personas que redactarán una nueva Constitución del país, al igual que confirmaron que los partidos y sus tradicionales dirigentes ya no tienen cabida en las nuevas sociedades y que las nuevas generaciones buscan respuestas concretas a sus necesidades y no solo promesas, como ha sido la tónica histórica en nuestros países.

Por otro lado, las y los colombianos, principalmente las y los más pobres, indígenas, personas desplazadas, campesinas y campesinos, y jóvenes estudiantes, se lanzaron a las calles para demandar de Duque acciones inmediatas para controlar el alto nivel de corrupción y desigualdad que campea por todos los rincones de esta polarizada nación.

En días pasados tuve la oportunidad de mantener una amena conversación con una pareja de jóvenes colombianos recién llegados a Toronto. Como se podría esperar, ambos tienen muchas expectativas de este nuevo país, pero al mismo tiempo siguen añorando su tierrita, siguen consumiendo noticias y mantienen contactos diarios con sus familiares sobre los últimos acontecimientos.

Durante la plática, ambos me expresaron puntos de vista totalmente opuestos sobre el conflicto. Para él, – un Uribista convencido- Colombia solo podrá salir de este atolladero si surge una figura con mano dura que mande al retiro a dos terceras partes del congreso y se remuevan a cientos de funcionarios que se han lucrado de los bienes públicos por décadas. Como ejemplo mencionó que hace pocos días la Gobernadora de una región del interior ordenó la realización de una Feria Virtual, y curiosamente se gastaron decenas millones de pesos colombianos, casi igual o más que las ferias reales efectuadas en años anteriores. O sea que el dinero corrió pero se quedó en pocas manos, cuando millones de colombianos tienen que subsistir con pocos pesos al día.

Para ella, – una NO Uribista- la posición de Duque ha sido la de defender los intereses de las grandes corporaciones y de los tradicionales sectores políticos que por décadas han vivido de los favores del estado, y quienes se han lucrado de los recursos naturales logrando con ello acumular enormes bienes y enormes riquezas. Y ha sido esta forma de gobernar la que llevó a millones de colombianos de a pie a salir a protestar a las calles ante un gobierno que no escucha sus quejas, ni responde a sus necesidades.

Mediante las redes sociales hemos podido darnos cuenta en tiempo real cómo las protestas en Colombia tienen mucha semejanza con lo ocurrido en Chile precisamente hace dos años. La olla de presión social no llega a su punto de ebullición sino se dan ciertas condiciones externas que la hagan explotar, en otras palabras, el cansancio de las poblaciones ante las acciones de los líderes políticos desembocará siempre en un estallido social como los que hemos visto recientemente.

En Chile nos vendieron la falsa idea de que las aseguradoras de fondos de pensiones serían la solución mágica para cuando alguien quisiera retirarse luego de muchos años de trabajo, pero la realidad fue todo lo contrario: las grandes empresas que controlan estas aseguradoras en muchos países son socias o tienen relación comercial entre sí, y las ganancias que reciben son altísimas, mientras las mensualidades que reciben los pensionados son miserables. Otra vez nos engañaron.

Pero el tiempo en muchas veces no se equivoca, y curiosamente tanto Duque como Piñera tienen sus días contados. Chile irá a elecciones presidenciales a finales de año y todo augura que el electorado buscará un cambio radical pues ya no quieren a los más de lo mismo. Por su lado, las y los colombianos tendrán su elección presidencial el próximo año y si la imagen de las protestas populares nos dice algo, veremos un total reacomodo de las fuerzas políticas con reales beneficios para los sectores populares. Pero desgraciadamente también tenemos que estar claros que estos cambios sólo llegarán si la población actúa coordinada y con objetivos comunes, de lo contrario estaremos ante otro esfuerzo fallido de los muchos que han pasado en Latinoamérica durante muchos años.

*Gilberto Rogel es un periodista de origen salvadoreño radicado en Toronto, quien se especializa en temas políticos y de libertad de expresión en América Latina.