Canadá y el legado de Hugo Chávez en la Venezuela de hoy

OSCAR VIGIL / TORONTO /
El Comandante Hugo Chávez Frías, quien gobernó Venezuela durante 14 años y a quien se le considera ser el promotor del Socialismo del Siglo XXI (concepto acuñado por Heinz Dieterich Steffan en 1996), cumplió cinco años de haber fallecido el pasado 5 de marzo. Según la versión oficial, falleció a causa de un cáncer de colon, pero según algunos conspiracionistas, realmente murió víctima de envenenamiento en una operación encubierta orquestada por sus enemigos políticos.

Como sea, lo cierto es que, a cinco años de su desaparición física, sus postulados, amados por unos y odiados por otros, continúan todavía vigentes no solamente en la ahora Republica Bolivariana de Venezuela, sino que también en otros países latinoamericanos.

En la víspera del aniversario de su fallecimiento, poco más de un centenar de intelectuales, académicos, artistas y defensores de los derechos humanos de Canadá y de los Estados Unidos, publicaron una carta abierta en apoyo a la implementación de una estrategia de mediación y no de imposición de sanciones que varios países, y particularmente Canadá y los Estados Unidos, están promoviendo en contra de Venezuela.

“Exhortamos a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá a que eliminen inmediatamente sus sanciones ilegales contra Venezuela y respalden los esfuerzos de mediación entre el gobierno de Venezuela y los segmentos no violentos de la oposición política”.

“Nosotros, las organizaciones e individuos abajo firmantes en los Estados Unidos y Canadá, apoyamos las relaciones hemisféricas basadas en el respeto a la soberanía de todos los pueblos de las Américas. Estamos profundamente preocupados por el uso de sanciones ilegales, cuyo efecto recae más en los sectores más pobres y marginados de la sociedad, para coaccionar el cambio político y económico en una democracia hermana”, dice la misiva, la cual ha sido firmada, entre otros, por el reconocido intelectual y académico Noam Chomsky y por el aclamado actor y cinematógrafo Danny Glover.

En Canadá, la carta ha sido firmada por la prestigiosa periodista y escritora Linda McQuaig, y por destacados miembros de la comunidad latina como Raúl Burbano (Program Director, Common Frontiers), María Elena Mesa (Coord, Sunday Poetry and Festival Internacional de Poesía Patria Grande), Jorge Arancibia y Marta Palominos (Frente para la Defensa de los Pueblos Hugo Chavez), Miguel Figueroa (President, Canadian Peace Congress) y muchas otras organizaciones académicas, sindicales y con enfoque hacia los pueblos de América Latina.

La discusión sobre el tema de Hugo Chavez y su legado en Venezuela, hoy en manos del Presidente Nicolás Maduro, puede abordarse desde varias perspectivas. Son muchos y variados los eventos que han acontecido y continúan aconteciendo en el país andino, y que tienen a su población dividida y enfrentando serios retos principalmente en las áreas política y económica.

Sin embargo, para efectos de esta columna, quiero centrarme únicamente en el papel que Canadá está jugando como parte de su política de relaciones internacionales. Un papel, según plantean algunos críticos, que ya no necesariamente va de la mano con la bien conocida y respetada tradición canadiense de respeto y no intervención.

Canadá se ha destacado tradicionalmente en el mundo y a través de la historia por facilitar los diálogos y por apoyar decididamente los procesos de paz. Sin embargo, en el caso de Venezuela, y particularmente en los últimos meses, pareciera que más camina de la mano con el gobierno de Donald Trump que con su propia tradición histórica.

Así, ha implementado una política de línea dura contra el régimen venezolano que incluye declaraciones públicas, presiones y sanciones que buscan doblegar al gobierno de Venezuela imponiéndole una agenda elaborada en el exterior por un grupo de países afines a la política estadounidense.

El problema es que al haber fallado hasta el momento esta política de confrontación y presión, Canadá ha perdido influencia en el país andino y se ha quedado prácticamente sin opciones. Porque ¿Qué otra opción puede haber después de todas esas sanciones, además de buscar una solución negociada? Si, claro, la tradicionalmente implementada en diversos países de América Latina de financiar grupos irregulares para derrocar gobiernos.

Estoy convencido de que Canadá no caerá en ese nivel.
Es por ello por lo que los intelectuales canadienses y estadounidenses plantean la salida a la problemática:
“Pedimos a los líderes políticos de los Estados Unidos y Canadá que rechacen la retórica confrontacional y que contribuyan a la búsqueda de soluciones reales a los problemas políticos y económicos de Venezuela. Instamos a los gobiernos de los Estados Unidos y Canadá a rescindir sus sanciones y apoyar los esfuerzos de mediación del Canciller de la República Dominicana Miguel Vargas, del Presidente de la República Dominicana Danilo Medina, del ex Primer Ministro español José Luis Rodríguez Zapatero, del Vaticano, los cuales son respaldados por un número creciente de naciones latinoamericanas”.

El gobierno del Primer Ministro Justin Trudeau debe escuchar estas voces.