OSCAR VIGIL / TORONTO /
No importa la lluvia, el frío, las nevadas, incluso no importan las distancias cuando el espíritu recibe la llamada del arte. Y eso es lo que sucede cada mes en Toronto y ahora también en Mississauga, donde decenas de hispanos se reúnen para celebrar la vida en medio de relatos, poesía y música latina.
Alfonso Cárcamo fue el tercero en pasar al frente. Afinó su garganta y anunció su poema: “Valentina”, aunque también lo conoce como “¿Quién es esa mujer?”. Y ahí, parado frente a medio centenar de amantes del arte y la cultura, y particularmente frente a su acompañante de esa noche, exclamó sus sentidas palabras:
“Quién es esa mujer que me ha hechizado, mi instinto me indica que es un ángel celestial, y no obstante desconozco todo su pasado. Percibo un ente descomunal, un fantasma bestial que no se quita de su lado”.
Silencio profundo, luego, un fuerte aplauso. Alfonso, el salvadoreño, esa noche convertido en poeta, cumplió con su sueño de compartir las inspiraciones del alma, algo que no es tan fácil hacer en este país, sobre todo cuando esa inspiración se quiere hacer pública en la lengua materna.
Pero Bohemia, la peña artística cultural que desde hace ya una década promueve el periodista Freddy Vélez, es definitivamente un buen espacio para ello, de los pocos tal vez que existen en la comunidad, para desnudar el alma.
No hace falta ser un poeta consagrado o un músico de primera línea para poder participar. En realidad, lo que realmente se necesita tener es valor para pasar al frente y dar a conocer lo que se siente, o lo que en algún momento particular de la vida se sintió y quedó transformado en verso o en prosa.
Incluso también se puede utilizar la noche para leer relatos de artistas consagrados, como en el caso de la argentina Laly Martínez, que la noche del sábado decidió volar en las palabras de uno de sus autores preferidos: Mario Benedetti.
“Me gusta la literatura y soy fanática de Benedetti. Tiene una manera muy particular de describir el amor y de ver la vida, y ‘Hagamos un trato’ me parece una de las poesías de amor más valederas porque él no se está cortando las venas por alguien, no se está arrastrando por alguien… es un pacto de amor medido, como debería ser”, acotó, a propósito de esta actividad que se realizó en el mes del amor y la amistad.
Para ella, este tipo de eventos “es una linda manera de encontrarnos los latinos de todos lados, de toda Latinoamérica que comparten ese amor por la literatura y ese amor por la música”, algo que también comparte Jennie Dapello, una versátil cantante de escuela cubana que transitó desde una canción ranchera, “Cucurucu Paloma”, hasta el sublime “Ave Maria” de Franz Schubert, pasando por el vals criollo peruano “La flor de la Canela”, de Chabuca Granda, y por la pieza de opera Spente Le Stelle, de Emma Shapplin.
Todo un espectáculo musical el de Jennie Dapello, quien tiene poco tiempo de haber llegado a Canadá pero que ya brindó su primer concierto de música clásica, porque su proyecto “es llevar la ópera y la música clásica a todos los latinoamericanos que viven en Canadá.
En esa lógica, las noches de Bohemia son un lugar perfecto, “una actividad excelente en la parte cultural porque la gente aprecia las letras, la música de cualquier tipo, hasta una ópera!!! Es un ambiente de poesía, de mucha cultura para nosotros los latinoamericanos”, explicó.
Esa es precisamente la idea, generar ese espacio abierto, sin reglas, sin pretensiones academicistas ni elitistas, provocar “un encuentro de brujos, pero no para hacer brujería sino para hacer magia con la música y con la literatura”, según lo define Freddy.
El proyecto arrancó con el nombre “Noche de poesía entre amigos”, en el año 2000, cuando recién llegado al país Freddy trabajaba en el área de comunicaciones del Centro para Gente de Habla Hispana. Ahí, junto con Thelma Mena, una reconocida poeta que por ese tiempo también estaba vinculada con la organización, inició los primeros encuentros artísticos.
Luego, en el año 2003, ya fuera del ámbito comunitario, retomó el proyecto una vez que éste había desaparecido y muchos artistas le pidieran que lo continuara.
Desde entonces, Bohemia ha sido como “un rio que fluye, a veces tiene partes en las cuales hay como pequeños estancos y hay gente que de repente se repite, tenemos como una base, gente que está permanentemente viniendo, pero todas las veces es una noche diferente, es un poco a la surte, un poco al azar, estructurada como es la noche, que no pretende de ninguna manera la formalidad o el academicismo, lo que queremos es reunir gente sensible por la música y por la poesía”, explica.
Pero en un mundo de artistas, las críticas obviamente no faltan, como aquel poeta que se queja porque al final de la noche, cuando él pasó a recitar sus poesías, ya podía más el alcohol en el cuerpo que la inspiración en el espíritu de algunos. O el otro literato que le dice de frente a Freddy que Bohemia ha pasado de ser un espacio de poesía con música a convertirse en un espacio de música con poesía.
“Esa es la dinámica, el programa es abierto, yo no controlo el número de personas que participan ni la expresión artística que poseen”, dice Freddy, colombiano emprendedor a quien las criticas le ayudan a afinar detalles de su proyecto cultural pero que definitivamente no le quitan el sueño.
En todo caso, al que no le guste que mejor se levante y lance el primer verso, porque este es un rio cristalino, abierto, algunas veces caudaloso otras no tanto, en el que nadie restringe el cauce sino que más bien todo mundo se deja llevar por la corriente, a la espera de arribar a un buen puerto.
Pero un rio sin lugar a dudas, un rio literario plácido pero a veces también tumultuoso, como el del sábado pasado, cuando el poeta salvadoreño habló de Valentina, el ángel que lo tenía hechizado, para después reparar en que la hermosa venezolana que lo acompañaba esa noche respondía a otro nombre.
FOTOS:
Luis Ramirez y Juan Don Naide
Alfonso Cárcamo
Jennie Dapello
Susana Ventura
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